Antonio Fernández-Cano: «Seis razones, 6, para cuestionar el programa de Educación Primaria»

 

El programa de estudios, o sea el susodicho currículo, es harto cuestionable ya que está construido desde cero, pues obvia que hay una educación perenne, y está lleno de vicios y aberraciones falsamente pedagógicos; les comento desglosadas las diversas razones de ello:

1ª Pedagógicamente es muy endeble ya que tiene una espurea concepción del niño, de 6 a 12 años, como un adulto, como un homúnculo (como un hombrecito en pequeño), decían los clásicos tratados de Pedagogía activa. Es inevitable evocar aquí, utilizando un adjetivo tan andaluz, el síndrome de la “reviejúa” Mafalda, personaje de tebeo corto. Extraño país que trata a sus niños como adultos, y a sus jóvenes como niños.

Su énfasis en el juego como actividad vital, creativa y de aprendizaje es escaso. Así, tal currículo habla más de juego como conjunto de cosas y, si es como actividad, lo circunscribe a los primeros años. No trata de superar vicios endémicos en la educación primaria española: el exceso de la escritura por copia, la falta de referentes sensoriales manipulativos ya denunciado desde finales del siglo XVIII, el abuso del libro de texto como eje de la enseñanza, la desconsideración de las tareas manuales llevado de un prurito academicista. Tareas loables, como participar en la elaboración de los alimentos en el comedor escolar, el cuidado del huerto escolar o la realización de sencillas faenas domésticas han sido totalmente desconsideradas.

Prueba aún más palpable de esta endeble concepción pedagógica es el abuso de la idea de competencias, tomada prestado del mundo de la formación profesional y de la universidad. A los niños de primaria no deben establecérsele competencias finales pues su ciclo de escolaridad obligatoria no está aún agotado hasta cuarto de secundaria, la competencia está asociada al mundo del trabajo del que el niño español pudo escapar hace tiempo.

Las aberraciones siguen cuando habla de “la especialización de los centros en función de los itinerarios ofrecidos”; o sea se trata de establecer, ya de entrada, diferencias entre centros. ¿No abogamos por una enseñanza básica común para todos? Postula que “El sistema es más flexible porque permite ajustar la oferta formativa y sus itinerarios a la demanda de las familias y a la proximidad de facultades o escuelas universitarias”; o sea, ¿ya pensando en llevar al niño a la universidad cuando aún le faltan seis años/cursos para su acceso legal? ¿No puede el niño acudir a la enseñanza profesional?

2ª Burocratizado. Es sobre todo en el bloque de evaluación donde se manifiesta más ostensiblemente tal carga burocrática. Así, en la Disposición adicional cuarta sobre Documentos oficiales de evaluación explicita que éstos son: el expediente académico, las actas de evaluación, los documentos de evaluación final de etapa y de tercer curso de Educación Primaria, el informe indicativo del nivel obtenido en la evaluación final de etapa, el historial académico, y en su caso el informe personal por traslado. Total: 6 documentos, aparte de los informes parciales por curso que puedan emitirse o los más informales de la entrevista del maestro/a con los padres o tutores; cuando con el libro de escolaridad podría bastar.

3º Ideologizado. Toda la primera parte del documento es una concesión a las ideologías de uno u otro signo. Todo el capítulo 10. Elementos transversales rezuma la panoplia de una ideología vana, pedante y cansina. La violencia de la que habla el capítulo 10 sería someter al niño a toda la carga ideológica que pretender fomentar e imbuir. Las propuestas delirantes si no perniciosas llegan a incluir “el estudio del Holocausto judío como hecho histórico” ¿por qué someter a los niños españoles a tan cruenta y ajena evocación? En todo caso, evoca la herencia sefardita. Dejen a los niños en paz con sesgos, estereotipos, riesgos, conflictos, violencias, y procuren que no los sufran en la propia escuela, en su hogar o en la calle. Tratemos que la infancia sea ese periodo feliz, idílico y sano que después siempre evocamos de mayores.

4ª Triste. El dicho currículo es tristón, omite como asignatura obligatoria la música que venía impartiéndose de modo bastante academicista. No oímos nuestros niños cantar, en las escuelas; no se canta, cuando es una actividad lúdica, creativa y facilitadora del aprendizaje.

5º Desestructurado, sin graduación alguna pues se limita a dar unos bloques de dominios finales, “competencias”, sin adscripción a curso o etapa. Ya vendrán después las editoriales a poner orden. ¿Se está tratando de disolver sutilmente el modelo de escuelas graduadas que tanto esfuerzo costó lograr?

6ª Academicista. Tras la primera parte ideológica se pasa a los desarrollos de las asignaturas como anexos. Aquí, reaparece el eterno academicismo de los programas españoles que pretendiendo cambiar todo, no cambian nada. Pone en primer lugar los Contenidos pero adobado con estrategias, usos y más fomentos; contenidos puramente disciplinares con escasa relación con el mundo real. Por ejemplo, encontramos lindezas como las posiciones de los ángulos: que si adyacentes, opuestos, consecutivos cuando lo relevante es el sentido de amplitud angular. Sin duda, es en Matemáticas es donde tal “currículo” se vuelve más académico pues apela a un uso vago de nuevos recursos (como la calculadora) a los que se recomienda genéricamente “iniciar su utilización”, abunda en terminologías y nomenclaturas y es intelectualmente presuntuoso cuando proclama que el niño debe: “Practicar el método científico” o “Crear e investigar conjeturas y construir y defender argumentos,” cuando sesudos científicos tiene aún dificultades en su práctica. Se obvia que el dominio de la lógica abstracta es una adquisición aún no consolidada en el niño de 12 años.

Además, el programa se vuelve redundante pues los “Criterios de evaluación” y los “Estándares de aprendizaje evaluables” vienen a decir lo mismo.

He aquí, bajo este título tan taurino, seis razones para cuestionar el programa de estudios de enseñanza primarias que se pretende instaurar por real decreto. Alguien atinadamente podría demandar que tras mis cuestionamientos, proponga alternativas; bien, con brevedad, ahí van:

Tras finalizar su enseñanza primaria, un niño debiera:

  • Leer con comprensión textos pertinentes.
  • Escribir con rigor y legibilidad.
  • Hablar con claridad y precisión.
  • Dominar los fundamentos básicos de las matemáticas escolares y aplicarlos a la resolución de problemas reales no estereotipados.
  • Poseer un conocimiento básico de los fenómenos de la naturaleza, de la sociedad y del país (España).
  • Practicar las diversas artes, artesanías y deportes como juegos.
  • Mantener una actitud cívica respetuosa con sí mismo y con los demás.

Este sería el reto, que la sapiencia y experiencia pedagógica de los maestros y de los expertos en diseño de programas educativos, orientados por los hallazgos de investigaciones previas, al que se debiera hacer frente.

(*) Antonio Fernández-Cano es catedrático de Universidad de la Facultad Ciencias de la Educación. Departamento Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación.

 

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