Antonio Luis Gallardo: «Decir amigo»

Pero bueno, a lo que iba, una de esas sorpresas agradables que te da la vida es el encontrarme y conocer a Gonzalo. Los primeros momentos fueron un poco tensos, pues el defendía, como ha hecho siempre, su ideas políticas y a su partido, el PSOE, incluso, se atrevía a defender al resto de políticos que como él querían algo mejor para su pueblo.

Poco a poco, fuimos conociéndonos y entendió mi filosofía de andar por casa, de abuelo, jubilado, de ideas muy abiertas en temas políticos, pero sin afiliación alguna y mucho menos el sectarismo reinante en esta España nuestra.

Yo seguía con mis cosillas, escritos y relatos de mis entretelas, eso sí hablando casi siempre de mi pueblo, de nuestro pueblo Salobreña. Ahí todo eran coincidencias, pues siempre tuvimos claro que la prioridad era esa, precisamente esa, Salobreña.

Paso el tiempo y empezaron a surgir problemas, que si el Ibi, la zona azul de la playa, los enchufes, la suciedad del pueblo, el castillo, el casco antiguo, etc. Y siempre quise estar a su lado, pues todo lo que supusiera adelanto e infraestructuras para el pueblo, podía seguir contando conmigo.

Siempre dije y digo, en estas horas bajas de popularidad y de populacho, que Gonzalo Fernández Pulido era mi amigo, muy por encima de siglas, ideologías y partido, que no quería politizar mi amistad y que a mis años ya estaba bien de tanta sigla, bandera e himno.

Equivocaciones, seguro que las has tenido, metedura de pata también, pero que nadie te quite el sueño que siempre tuvimos o al menos yo, sigo teniendo, que no es otro que ver mi pueblo lindo, próspero y a la cabeza de la comarca.

Yo te habría dado algún que otro consejo de viejo, pues ya sabes el dicho de más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Ya te habría advertido de la cama tan ancha y tremenda que te estaban preparando tus propios correligionarios, de las envidias, recelos y tejemanejes que se vociferaban desde el Gambuyón al Portichuelo, pero tú parecías indemne a todo eso.

En estas horas de ánimo un tanto bajo, recuerda que siempre tienes un amigo llamado Antonio Luis, que aún viviendo fuera de Salobreña quiere, sabe y defiende más a su pueblo que muchos de los que ahora te dan la espalda y antes te reían tus gracias.

Como bien sabes, casi siempre recurro a Serrat y me acuerdo de esta canción que tanto tarareaba… “Decir amigo no se hace extraño cuando se tiene sed de veinte años y pocas pelas. Y el alma sin mediasuelas”.

Un fuerte abrazo amigo.

Antonio Luis Gallardo Medina

 

 Visitar blog personal del autor: EL NIÑO DE LAURICA

 

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