José Antonio Delgado: «Esta ciudad necesita líderes granadinos que sean granadinistas»

jose-a-delgado-2La portada diseñada por Agata Lech en la que se ve a un ladrón que lleva en su saca una granada no deja lugar a dudas sobre el contenido del libro que arranca con un preludio de Manuel E. Orozco, donde se indica que el libro «explica con minuciosidad el proceso de incorporación de Granada a la actual Andalucía», la pérdida de la relevancia de esta ciudad frente a Sevilla, que fue cabeza de Reino y que dejó de ser centro administrativo, comercial, religiosa, militar y cultural , casi desde el mismo momento -1833- que un motrileño afrancesado, Javier de Burgos, aplicó por decreto la división moderna de España en provincias. Ante la pasividad de los políticos locales y ciudadanía Sevilla se apoderó del V Centenario y y ha conseguido “un fallido y vergonzoso” Milenio. De esta forma a capital hispalense se benefició de la creación de infraestructuras, puentes, autovías, circunvalaciones, edificios, modernización de aeropuertos, estación de ferrocarril, tren de alta velocidad,…

También cuenta este libro de 160 páginas con un ameno prólogo de Vicente González Barberán quien con mucho humor e ironía abunda en dichas cuestiones para afirmar cómo, el único Reino que aparece en el escudo nacional, «no representa una región autonómica». E igualmente de una introducción en la que el autor señala que el libro se centra en el análisis de Granada como territorio con objeto de esclarecer cuál es el papel que realmente le corresponde en la configuración territorial de España. Respecto al título nos cuenta que “me refiero a la reciente inclusión en esta Andalucía centralista que ha hecho que pase a ser una provincia sin importancia con consecuencias no solo para Granada sino también para las otras provincias de su región histórica”. En el primer capítulo titulado, ‘Granada, el quinto Reino de España’ se detiene en aspectos históricos y reflexiona sobre el «impreciso concepto territorial de Andalucía» pues ha ido sufriendo cambios a lo largo de los siglos pues durante mucho tiempo sólo se refería a los Reinos de Córdoba y Sevilla. Igualmente aborda la consolidación del Reino de Granada.

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En el segundo capítulo se centra en la Granada del siglo XIX, cuando todavía es «una región histórica indiscutible», como demuestra su capitalidad como región judicial, militar, universitaria y eclesiástica para intentar responder en el tercer capítulo, sobre lo que queda de Granada en la actualidad después de perder organismos e instituciones a favor de Sevilla. Termina con una llamada de atención sobre la repercusión por la supresión de las Diputaciones ya que «implicaría la completa desaparición del nombre de Granada» y por tratarse de «la única institución que pude defender a toda la provincia de un creciente centralismo autonómico». En el capítulo cuarto intenta poner nombre a los responsables de la pérdida del carácter regional de Granada, donde además de los políticos más relevantes de los últimos tiempos a nivel autonómico y nacional cita igualmente a la «ciudadanía acomodada y poco reivindicativa», y el sempiterno problema de las comunicaciones.

Políticos granadinos

Así mismo destaca el «bajo perfil» de los políticos granadinos y el hecho de que durante los 14 años de gobierno de Felipe González no nombrase ni un solo ministro granadino, lo que, sin lugar a dudas, ha repercutido en el atraso en las comunicaciones y ha favorecido el desarrollo de aquellas territorios en los que los grupos de poder estaban, y están, mejor organizados. Frente a los políticos sevillanos relevantes (Rafael Escudero, Fernández Viagas, Rodríguez de la Borbolla, Manuel Clavero Arévalo, Rojas Marcos, Soto Martín,…) analiza brevemente el de los granadinos como Manuel Pezzi «artífice en Granada de trasladar el mensaje de que lo bueno para Andalucía es necesariamente para cualquiera de sus esquinas» y de anunciar «planes y promesas imposibles de cumplir». También dedica unas líneas a Antonio Jara, “otro impulsor de la creación de Andalucía desde Granada», al catedrático de Derecho Político José Cazorla, autor de medio millar de artículos de opinión que, al igual que Jara, ha tenido una evolución «en relación a las consecuencias de la estructura y funcionamiento de la comunidad autónoma de Andalucía», ya que en 1994 escribía este mismo periódico que «en los doce últimos años Granada ha pasado a la categoría de suburbio sevillano».

Así mismo, se refiere al actual alcalde de Granada quien «no ha destacado por su actuación a favor o en contra del papel que le corresponde a Granada como ciudad o como territorio» al tiempo que dedica unas palabras para Paco Cuenca quien durante el desempeño de sus funciones como Delegado de Innovación y Ciencia «demostró su total sumisión al seguir los planes de la Junta de Andalucía». Termina la publicación con el capítulo «Consecuencias» y unas ideas para la necesaria recuperación de la territorialidad de Granada o el rescate del regionalismo granadino. «Las claves para recuperar el papel de Granada pasa porque la sociedad granadina conozca la historia truncada de la tierra que pisa» y por la organización de «un verdadero grupo de presión granadino», apoyado por los medios de comunicación. En su opinión Granada “necesita líderes granadinos y granadinistas que reclamen el peso territorial y que por historia le corresponde a esta ciudad en el conjunto de España”.

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