‘Jirones de la Alpujarra’ o los avatares del destino

Antonio Manuel Rodriguez, Mari Carmen Tovar y su marido en la sede de Esdrújula y Dialéctica /A.A. Mª Carmen nació en Órgiva y estudio Magisterio en La Normal. Tras desarrollar labores de secretaría en la plaza de la Universidad, en 1987 pasó a desempeñar la labor de monitora escolar en el el colegio orgiveño donde aún continua. Su hijo, Antonio Manuel cumplió recientemente 28 años, es licenciado en Historia por la universidad granadina y en la actualidad prepara oposiciones. Paralelamente a estas actividades han buscado tiempo para ir dando forma a un libro que fija en el papel una serie de recuerdos y vivencias familiares. Su prologuista, Francisco Alba, al que conocieron su lugar de veraneo, tras indicar que «han puesto carne y espíritu a la historia íntima de la sociedad alpujareña, de su gente, sus vecinos, su familia, sus paisanos». Estamos pues ante un pequeño libro -116 páginas, 20 capítulos independientes, más un anexo documental- en el que se narran historias de personas sencillas que permite una aproximación a la Alpujarra del siglo XX. La labor de las matronas, la zafra, el inicio de la guerra civil, el estraperlo, los maquis, las tradiciones, la transhumancia,… son algunos de los temas que se describen a partir de situaciones y personajes reales.

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‘Jirones de la Alpujarra’ que los autores querían titular inicialmente como ‘Avatares del destino’ pero cambiaron al estar tan en boga la Alpujarra, y jirones porque son trozos desgarrados de esta tierra, de la vida de alpujarreños de a pie, algunos con tintes humorísticos, otros con un trasfondo dramático, que como afirma Ortega «intentando -y consiguiendo- escribir como se habla, con esa frescura de un discurso llano, adobado de expresiones castizas del habla local, aliñado con expresiones consolidadas a partir de sucedidos que se cuentan con humor o con sentimiento de condolencia solidaria». Para estos relatos cortos de costumbres, la madre ha aportado el contenido, puesto que son vivencias sucedidas en el entorno familiar y el hijo sus conocimientos de historia para enmarcarlo dentro de la época, aportando documentos y dando la forma literaria definitiva. Las principales fuentes de información han sido la madre de Carmen y su padre, al que considera «el mejor cuentacuentos que había en mi familia, que continuamente estaba contando anécdotas y vivencias de su familia, que son la base de esta obra». Siempre sin olvidar uno de sus principales objetivos como es demostrar que de lo que hagamos en el presente dependerá nuestro futuro.

Llama la atención la presencia de la mujer en los primeros capítulos en los que se cuentan las dificultades a la hora de dar la luz, donde en cada núcleo de viviendas siempre había una mujer mayor que se dedicaba a asistir en los partos, tal era la ocupación de una tía de Carmen que, en su opinión, perdió su vida tras ayudar a tener su hijo a una misteriosa mujer. Antonio Manuel precisa que los episodios narrados sucedieron en «la Alpujarra granadina, con salidas a La Contraviesa, e incluso al Campo de Gibraltar, y, sobre todo, de Órgiva y Tablones». Se completa con un pequeño apéndice documental compuesto de fotografías antiguas de algunos de los protagonistas de las historias narradas y de utensilios rurales, así como portadas de libros de la época.

 

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