Antonio Luis Gallardo Medina: «La desgracia de llamarse Mohamed»

Decía Martin Luther King… «La humanidad no puede continuar trágicamente atada en la noche sin estrellas del racismo y de la guerra» y esas palabras siguen existiendo y dejando a oscuras a familias aquí en nuestra querida Granada.

 

Alrededor del mundo, cientos de empresas y organizaciones han emprendido numerosas campañas de concienciación y otros esfuerzos para combatir el racismo, la xenofobia y otras conductas discriminatorias que responden a una intolerancia colectiva hacia aquello que parece diferente. Pese a ello el camino por recorrer aún es largo y para demostrarlo, basta dar una mirada a tu alrededor y eso me acaba de ocurrir a mí hoy, al ir a recoger al colegio a mi nieto.

De todos sus amigos de clase con el que mejor se lleva es con Mohamed, es un crío maravilloso, listo, tierno, cariñoso y de color. Lleva para su corta edad, todo un mundo de fatiga y sufrimiento que hiere la sensibilidad más ardua y difícil. Ha estado en otras provincias y en otros colegios, siendo discriminado por su raza, por el color de su piel y
por llamarse Mohamed. Pero desde que llegó a Granada y al colegio donde estudia mi nieto, se siente feliz, integrado y con unas ganas locas de ser uno
más en la clase.

Vive con su madre en una casa de acogida y de vez en cuando comparte vivencias y secretos con mi nieto, nunca ha ido al cine, a un McDonald’s, no puede ir a las excursiones del colegio por no poder pagarlas, pero todo lo que sea juego y cariño es una auténtica esponja.

Pero resulta que en esta España nuestra y en esta Andalucía de cambio de gobierno, en esta Granada dónde todo es posible. Han cambiado a la madre de casa de acogida y el pobre Mohamed le cambia en pleno mes de febrero a otro colegio en la otra punta de Granada.

“Tan difícil es para esta Administración nuestra, entender, comprender y ver cómo se puede partir y herir el alma de un pequeño de solo siete años y dejarle herido de por vida”

El pobre Mohamed llora desconsoladamente, a su madre se le parte el alma y el corazón de ver cómo su hijo tiene que dejar su colegio, sus amigos y sus profesores y tener que volver a iniciar una nueva aventura conociendo gente nueva y nunca sin saber cómo será recibido.

Tan difícil es para esta Administración nuestra, entender, comprender y ver cómo se puede partir y herir el alma de un pequeño de solo siete años y dejarle herido de por vida. Por qué no esperar a que termine el curso, por qué no sufragar el transporte del pequeño desde el nuevo domicilio materno hasta su actual colegio. Cuando finalice el curso ya habrá tiempo de buscar otro tipo de soluciones. Para algo deben servir los impuestos, que pagamos religiosamente todos los andaluces.

Me niego a condenar a este pequeño ángel que su único delito es llamarse Mohamed. Ya lo decía el bueno de Nelson Mandela… «La diversidad étnica no debe convertirse en un peligro con el que perforar nuestros corazones».

ANTONIO LUIS GALLARDO MEDINA.
GRANADA

(Nota: Este texto se ha publicado como Carta al Director en la edición de IDEAL del jueves, 31 de enero de 2019)

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