Antonio Luis Gallardo: «¡Pobres albañiles!»

Pobres albañiles, siempre subidos en el andamio y siempre a expensas del tiempo, de la empresa y ahora de la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Ángeles Carmona, que ha asegurado que el “piropo” supone una invasión a la intimidad de la mujer, por lo que defendió la importancia de eliminarlo, aunque sea halagador.
Acabo de escuchar unas declaraciones de esta buena moza, con perdón por lo de moza a RNE diciendo…»El piropo ha sido siempre permitido y se ha asumido como algo normal, pero lo cierto y verdad es que supone una invasión en la intimidad de la propia mujer porque nadie tiene derecho a hacer un comentario sobre el aspecto físico de la mujer.

Como hombre y mayor que soy, incluso jubilado para la tarea laboral, pero no para poder piropear a toda mujer femenina que se precie, considero que esta es otra salida de pata de banco de tanto feminismo rampante que quiere prohibir por decreto los piropos.

Aun, perduran en mi memoria la sociedad de los “miembros y miembras”, de los “bebés y bebéas”, o de los “oculistos y oculistas”, de esa izquierda demagogia que tanto tuvo que ver con estas tonterías y de aquella buena muchacha, perdón por lo de buena, llamada Bibiana Aido. Considerar el piropo como coacción hacia las mujeres y menoscabar su dignidad, me parece de una gilipollez alarmante.

“¡Pero cuanta tontería institucional¡ Pues no habrá cosas más importantes a que dedicarse que a erradicar los piropos.”

¿Un piropo, una «invasión a la intimidad»?, yo alucino. Evidentemente discrepo de esa opinión y es más, debería ser declarado bien de interés cultural por su implantada tradición. Si ya lo dicen mis amigas, desde que hay crisis de la construcción ya no da tanta alegría pasear por las calles por ausencia de obras. Cosa distinta es el comentario soez, pero eso no es piropo.

¡Pero cuanta tontería institucional¡ Pues no habrá cosas más importantes a que dedicarse que a erradicar los piropos. Algo tan nuestro, algo tan bonito, tan natural y espontáneo como alabar la belleza femenina. Pero al final, nos quitaran el poder ceder un asiento en el autobús, el ceder el paso, el regalar un ramo de flores, en fin todo lo que hace que la vida en este infierno sea un poquito mejor de lo que parece.

Los piropos, los auténticos, los de hace muchísimos años, eran elegantes e inofensivos. A las mujeres, a las de verdad, les encanta, les gusta y yo diría incluso que desean que alguien les diga… “Si Adán por Eva se comió una manzana, yo por ti me comería una frutería”, quizás “¿Sabes porque el mar es salado? Porque tú te llevaste toda su dulzura…” o tal vez “Como avanza la ciencia,… si hasta las flores caminan”, creo que estas frases no ofenden, más aun deleitan y engrandecen a la mujer.

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ANTONIO LUIS GALLARDO MEDINA

 

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