Ramón Burgos: «No se puede»

Días atrás Renzo Fratini se despedía como nuncio apostólico en España con un aviso a navegantes: «Nadie puede gobernar solo». No debo ocultaros que el dicho del cardenal estaba, naturalmente, inmerso en un contexto mucho más amplio y referido a la situación política española -el prelado dejó, pocas horas después, una perla sobre la resurrección de los enterrados-. Pero a mí, la primera advertencia me va a servir para apuntar un fin más provinciano: es decir, para revisar el estado de algunas llamadas ‘instituciones locales’ y de las personas que dirigen sus destinos.

Un ejemplo como muchos otros a los que me podría referir puede ser lo ocurrido con la llegada del tren de alta velocidad a la estación de Granada; un suceso que ha acaparado la atención de unos y de otros -de muchos de nosotros-, de los que están a favor y de los que ponen ‘peros’…

Así, la imagen preferida por los prebostes a los que me refiero ha sido la de «felicitación por el buen trabajo realizado», llegando incluso más lejos al afirmar que «por fin Granada está en el mapa» (especialmente en el del turismo alhambreño).

Y no es que yo les quiera quitar la razón, pues siempre he mantenido, como gran sufridor, que las comunicaciones ferroviarias de nuestra demarcación eran tercermundistas. Muy al contrario. Lo que sí deseo es ayudar a cambiar a mejor el guión de la película, para que no se convierta en una mala copia de ‘Bienvenido, míster Marshall’.

Hay que seguir laborando, aunque sea de forma titánica, por unos mejores horarios -lo de Barcelona no tiene nombre-; por la conclusión de la doble vía; por la circunvalación de Loja; por el soterramiento ‘chanero’; por una estación digna y con los medios necesarios de atención al cliente; y, cómo no, contra la forma tan peculiar que tiene la concesionaria de valorar el precio del billete; sin olvidar tampoco la imprescindible conexión con las provincias y localidades cercanas (Jaén, Almería, Guadix, Baza, etc.) y con el esperado Corredor Mediterráneo (Motril).

AVE, pláceme saludarte con la misma advertencia que se les hacía a los victoriosos generales romanos: «Recuerda que sólo eres un hombre» (un medio de comunicación a nuestro servicio) y que no se puede tripular en soledad.

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Ramón Burgos
Periodista

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