Rafael Reche «El ayer de los Universitarios mayores por el mundo” (Parte I)»

Al llegar diciembre, es el momento de abrir la puerta a la Navidad. El tiempo se escapa, el año toca a su fin es el periodo de nostalgia, del recuerdo cercano y lejano, el ayer está presente. Las horas y los días se nos precipita como un rio desbordado, la emigración de masas y personas sigue en nuestra retina.
Con la Navidad retornan a mi memoria la juventud cuando mis tíos, residían en una Alemania de nieve, frio y de humo de las fábricas, emigrantes en los años 60, en una época de pobreza y estrecheces que se extendían por toda España. La desesperación por la falta de futuro, les llevaron abandonar su pueblo gaditano, en un tren sin nombre atravesaron el largo paisaje de media Europa, sin mirar atrás, conscientes de su propia huida. Llegaron si hacer ruido a una tierra de sol apagado, con su cargamento de nostalgias, a bocajarro encontraron un idioma desconocido, personas de rasgos rubios, barbas recortadas, ojos azulados, un mundo girado, a otra velocidad, desnudo de afectividad, muy distinto a su color, su olor, su luz de Andalucía. Mi abuela María que vivía con nosotros, sufría en silencio, con los ojos húmedos, el alejamiento de su hijo Pepe en estas fechas navideñas.

Mis palabras traen el ayer de aquellos compañeros universitarios mayores que un día siendo niños o jóvenes renunciaron a su tierra, con una maleta con lo imprescindible, para inaugurar un nuevo tiempo, unos por amor, otros por necesidad de trabajar y algunos frutos de la rebeldía propia de la edad. Fugas descabezadas, fugas desesperadas, fugas apasionadas, fugas todas, que dejaron los ojos llenos de lágrimas y el vacío de la ausencia del vínculo que dejaron atrás.

Mi máximo respeto y admiración, a los estudiantes del Aula que han dejado su testimonio, para que tengamos una visión de su experiencia en el extranjero.

María Dolores secretaria de la empresa Bayer de Múnich

María Dolores Fernández Sampedro, una mujer tocada por el arte, alumna del Taller de Arte y Creatividad hasta que a sus 86 años la irrevocable enfermedad le ha alejado de los pinceles. Las normas de seguridad Covid me impide visitarla en la Residencia de mayores, pero su sobrina Carmen me facilita la entrevista. Una vida marcada por los años fuera de España, con su figura estilizada se mantiene fuerte como un roble, resiste a los avatares de las enfermedades ictus y el Covid. Siempre amable, cortes y servicial se ha ganado el cariño de los compañeros.

Su pasión por la pintura le llevó a Alemania

Como un reto personal, se marchó a Alemania, con 25 años, lo dejó todo, para conocer y aprender lo que más adoraba, la pintura. Ella empezó a pintar en Granada en la Escuela de Artes y Oficios de la mano del gran pintor granadino Gabriel Morcillo. Dejó atrás lo que más amaba por perseguir un sueño. La creación artística es aventura, la primera pincelada son un primer paso en lo desconocido y ella se adentró en Múnich, con su base de inglés y un poco de alemán, entró a trabajar de secretaria de dirección en la empresa BAYER y continuó hasta su jubilación. El trabajo, la fotografía y la pintura han llenado su vida y colmándola de felicidad. La pintura es corazón y ella una mujer con fuerza y pasión.

Actualmente, Mª Dolores, ha sido estudiante del Aula Permanente hasta que la enfermedad le impidió continuar.

Su riqueza en conocimientos lo compartía con los demás, aún me resuena sus consejos en pintura como compañeros “Rafa, suaviza la línea”. Me comenta con satisfacción: “A día de hoy y a pesar de mi limitación física, consecuencia de dos ictus, tengo la ilusión de montar una pequeña exposición con mis cuadros en la residencia Orpea donde actualmente me encuentro y en la que seguramente podré contar con la ayuda de todo el personal que consiguen hacerme feliz día a día a pesar de los tiempos extraños que estamos viviendo. Muchísimas gracias mi querido amigo Rafael por darme la posibilidad de compartir con vosotros esta parte de mi vida”.

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Los padres de Juan Jesús en el rio Rin (1960)

Juan Jesús Tomás Salazar, estudiante del Aula Permanente APFA en Granada. Hay héroes anónimos, el héroe es un combatiente solitario contra todos los monstruos (hambre, desarraigo, marginación…). Juan Jesús es de las personas que se salen de la realidad habitual, un hombre de aspecto fuerte, capaz de afrontar las tareas rudas pero su vez cándido que transmite una simpatía, sencillez y humildad. Reconozco mi sorpresa y también alegría cuando en pleno siglo tecnológico me llegan seis hojas manuscritas escritas por él, a puño y letra, donde le da voz a una madre amorosa de sus hijos, una madre plegada al sufrimiento en la lejanía, una madre que se ahoga en su propio llanto.

La familia reunida en Konstanz (Alemania)

Hay historias que conmueven, que derriban, que retienen la respiración, es simplemente la experiencia de su familia en el extranjero. Para no herir sensibilidades, hay episodios que he omitido.  Desde niño vivió intensamente la emigración de sus padres. Comenzó con la prematura ruptura del vínculo familiar, cuando se marcharon a Suiza, asunto difícil de digerir para su corta edad.  La pareja partió hacia Suiza, obligados por una situación límite de necesidad, vivían en la precariedad con cinco hijos que mantener, aunque se habían traslado a Elche a trabajar en el calzado, no resultaba suficiente.

Padres e hijos, miles de kilómetros los separan, los dos pueblos unos puntos minúsculos en el mapa, uno fronterizo con Alemania y otro en Granada, les unía el mismo sol, pero roto en dos fragmentos. Las leyes suizas no permitan a los hijos, sólo cuando los progenitores residan dos años en el país. En su pueblo, les acecha las sombras de una orfandad impuesta, él primogénito de cuatro hermanos. La realidad de un destino no escrito, les condicionó una nueva separación, sus hermanas pasaron acogidas con sus tíos, la menor con un año, Juan Jesús y su hermano ingresaron en un Hogar del Estado, en San Juan de Alicante.

Juan Jesús (izquierda el más alto) con un compañero en el taller de automóviles en Alemania

Nada más pisar el centro le afeitaron la cabeza para evitar los piojos. Un mundo hostil se puso de manifiesto ante los ojos de un niño noble, en el ambiente diario regía una disciplina férrea, la comida escaseaba y el hambre le llevó a comer el regaliz obtenido de las raíces, el ingenio agudizado por la supervivencia le despertó el instinto cazador y recolectaba latas abandonabas por los primeros turistas, para reutilizarlas depositándolas en el mar para capturar pulpos, que secaban en los tejados. El calvario continuaba a sus 7 años, convivía entre grupos conflictivos y agresivos de huérfanos muchos abandonados por sus madres que rivalizan entre ellos. Los días caían lentamente y él, cada vez más endurecido dentro de un espacio de violencia endémica, terreno abonado por las penurias y las faltas de afecto cercano. En el reverso su madre desolada, llora desconsolada cada día, las ausencias de sus hijos, y rezaba con devoción, en un cántico de plegarias reflejo de su dolor y pena, sólo pedía el pronto final de la angustia, en su interior latía una llama de esperanza, reunir a la familia cuanto antes.

El equipo de futbol de españoles emigrantes en Alemania.

La suerte le salió a su encuentro cuando los padres cambiaron de trabajo a un pueblo de Alemania y el muro que los separaba cayó, el muro del hospicio se evaporó, el muro del vacío se colmó de felicidad al volver a congregar a toda la familia. Juan Jesús asumió el rol del mayor para cuidar de sus hermanos, asistía al colegio donde los alumnos eran alemanes y él único español que no conocía el idioma, una lengua de palabras complejas algunas de siete consonantes y dos vocales. Él, un niño que había madurado prematuramente para afrontar las dificultades, armado de todas las armas de adulto afrontó los retos impuestos. Un niño sin niñez, inteligente, fantástico y real. Finalizó los estudios del colegio, dominando el idioma y entró a trabajar en una empresa alemana, renuncia ir a la Universidad para ayudar económica a su familia. Regresó a España para el servicio militar, conoció durante un permiso en su pueblo a su mujer. Finalizado su periodo en el ejército retornó a Alemania para continuar con el trabajo para ahorrar y montar su propio negocio en España.

Juan Jesés, en la actualidad,  de visita turística con ALUMA

¿Cuánta soledad forzada? ¿Cuánto instinto de supervivencia? Actualmente, a sus 66 años, un hombre feliz, casado con una hija e hijo y tres nietos, ha hecho realidad su sueño de estudiar en la Universidad de Granada en el Aula APFA. Un amigo de sus amigos, dispuesto a compartir una jarra de cerveza.

Amigo lector, continuaré en otros artículos, con otros protagonistas, con otras vidas vividas, en un mundo en blanco y negro que fue real y cercano en el tiempo.

 

Leer más artículos de
Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

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9 comentarios en «Rafael Reche «El ayer de los Universitarios mayores por el mundo” (Parte I)»»

  • el 17 diciembre, 2020 a las 1:17 pm
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    Excelente artículo. Mi admiración y respeto por todos aquellos españoles que dejaron su tierra buscando un futuro mejor. Generación de supervivientes.

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    • el 18 diciembre, 2020 a las 9:30 am
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      Mil gracias por tus palabras. Una época dura de nuestra historia reciente que debemos no olvidar y tener en cuenta como lecciones aprendidas.

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  • el 17 diciembre, 2020 a las 8:26 pm
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    Me ha encantado. Todos tenemos familia emigrantes si no, en el extranjero aqui en Espña que tuvieron que dejar familia, amigos, estudios y demas.

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    • el 18 diciembre, 2020 a las 9:28 am
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      Gracias Mª Carmen , por tus palabras llevas razón directa o indirectamente hemos convivido con la situación tan dura que viveron los emigrantes españoles en Europa que afectó a los niños y a muchas mujeres que se quedaron en los pueblos con sus hijos , sin el padre.

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  • el 18 diciembre, 2020 a las 8:28 pm
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    Toda mi gratitud Rafael por este artículo tan emotivo y a la vez tan exquisito. A mi tía María Dolores le brillaban los ojos solo con explicarle tu proyecto. Y en estos duros momentos que estamos viviendo, ha sido una gran terapia para ella rememorar su pasado, con sus luces y sus sombras, pero con mucha inquietud y mucha intensidad. Tal como es ella. Muchísimas gracias por hacerlo posible.

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    • el 19 diciembre, 2020 a las 11:18 am
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      Gracia a ti Carmen por tu colaboración necesaria para da a la luz, la grandeza de tu tía María Dolores, como persona que ha sabido ganarse el cariño de todos. Han sido múltiples las muestras de afectos que he recibido por las redes sociales hacia tu tía. Un ejemplo a seguir, como mujer adelantada al tiempo que le toco vivir, activa con una juventud interior que se prestaba a colaborar siempre que se le requería , a participar en los actos y actividades de la asociación de alumnos ALUMA, hasta que una fuerza mayor le ha limitado físicamente sus movimientos. Aislada de su sociedad en la Residencia en unos tiempos difíciles por el Covid. Gracias mil , ha sido un placer escribir sobre ella.

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  • el 18 diciembre, 2020 a las 8:41 pm
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    Un día y otro también veo, amigo Rafael, pasar por delante de mi puerta, envuelta en su vestido largo, la cabeza cubierta y el ánimo encogido, a una muchacha saharahui, auxiliando a dos hermanos ancianos camino del paseo rutinario. Y me vienen a la memoria mis propios paseos, también en el exilio laboral por la rica ciudad de Ginebra, con la suela de los zapatos rota, ensimismado en mis propias penalidades…
    ¿Y aún tienen el valor algunos de decir «¡A los de las pateras una patada en el culo y de vuelta a su tierra…!»?
    Los protagonistas de su investigación ( Mª Jesús y Juan Jesús) bien se merecen, no ya el rótulo de una calle, sino el de toda una avenida. Una avenida que conduzca a la solidaridad y apoyo hacia tantos y tantos como vienen aquí, vestidos tan solo con la esperanza de una vida mejor entre nosotros. Yo me brindo a hacerles, en lo que me toca, el rótulo en cerámica, esta vez, con letras de oro.
    Su labor, D. Rafael…, absolutamente admirable e imprescindible.

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    • el 19 diciembre, 2020 a las 1:19 pm
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      Amigo Isidro, que razón llevas. Quizás tengamos una memoria corta, en esta nueva sociedad de opulencia y bienestar, que miramos de soslayo, a esas personas que lo dejan todo que se juegan la vida adentrándose en un mar incierto, buscando un edén ficticio. Me tocó vivir muy de cerca las primeras oleadas de emigrantes en Ceuta, años 90 cuando no había valla sino una simple alambrada, venían en grupos pequeños y al mirarle a los ojos, descubría su carga de angustia, desesperación y hambre, habían atravesado media África a pie buscando un futuro. Isidro te admiro en tus escritos, con esos diálogos, agiles, sabios, para explicar en un lenguaje claro y llano, el entorno y la naturaleza que nos rodea. Eres un maestro de convertir las pequeñas cosas cotidianas en algo majestuoso y útil.

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    • el 20 diciembre, 2020 a las 11:23 pm
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      Preciosas historias narradas magistralmente por la inspirada pluma de Rafa. Un fuerte abrazo para el narrador y para los protagonistas, mis amigos Rafa, Juan jesús (desgarradora, ejemplar, entrañable tu historia amigo mío) y para María Dolores, a quien no conozco personalmente, pero que su historia me ha llegado al corazón.

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