Paco Olvera: «Movilizaciones sociales, violencia y educación»

En estos últimos días, la noticia más destacada en todos los informativos y periódicos, están siendo las expresiones violentas que se han producido en las movilizaciones por la libertad de expresión. Quiero aprovechar su actualidad para reflexionar y posicionarme como ciudadano y docente

Soy de los que creo, a diferencia de otros, que nuestra democracia no es plena. Muy al contrario, nuestra democracia es bastante perfectible. Sirvan como muestra dos ejemplos de ámbitos bien distintos. Por un lado la existencia mantenida en el tiempo, de importantes desigualdades sociales que afectan a mucha gente y por otro, las sentencias antiguas y nuevas, dictadas con diferentes varas de medir por los tribunales. Es más que comprensible por tanto, que exista indignación en una buena parte de la ciudadanía.

POLÍTICA Y VIOLENCIA

Siendo nuestra democracia muy mejorable, nos queda mucho trecho por recorrer hacia horizontes de igualdad, justicia y derechos ciudadanos. De estos últimos, la libertad de opinión y expresión son derechos fundamentales. Sin esos derechos no se puede decir, que tenemos una democracia plena. Por otro lado, si esas sentencias que alarman a la ciudadanía, son el resultado de la aplicación de unas leyes inadecuadas, cambiémoslas y exijamos al mismo tiempo, una Justicia más profesional e independiente.

La entrada en prisión del rapero Hasel y la sentencia absolutoria de Cristina Cifuentes, siendo hechos de naturaleza distinta, nos están indicando que algo no funciona bien. El rapero no debería haber entrado en prisión por delitos relacionados con los límites de la libertad de expresión. Las manifestaciones pidiendo su libertad y en favor del cambio de leyes que protejan el derecho de opinión y expresión, son legítimas y necesarias.

Pero dicho esto, critico con rotundidad los hechos violentos acaecidos, tanto la mala praxis de las fuerzas de orden en algunas actuaciones, como la violencia desarrollada por grupos de manifestantes. Soy de los que cree, que la violencia no es una opción, aún sabiendo que existe una importante indignación y desencanto acumulados, en una buena parte de la población y en especial de la juventud. Sin ánimo de filosofar mucho, hay dos aspectos sobre la violencia que quiero exponer brevemente.

La violencia no puede ser una opción para obtener derechos

La primera sería la naturaleza ética y moral de la violencia y que tiene que ver con mi deseo personal de querer ser pacifista. Lo planteo como una aspiración y deseo, porque sé que no es una tarea fácil, ni en las relaciones interpersonales cotidianas, ni mucho menos en las relaciones sociales en ámbitos más complejos. En cualquier caso pienso, que si tengo la voluntad de renunciar a resolver los problemas usando la violencia, habré dado un gran paso.

En segundo lugar y más allá de un posicionamiento personal, mi rechazo a la violencia, se debe a que no la considero un instrumento útil, para avanzar en la igualdad, ni en los derechos humanos. Si echamos mano a la Historia, encontraremos momentos trascendentes que catalizaron cambios sociales de gran importancia. Las revoluciones francesa y rusa podrían ser dos buenos ejemplos. Sin embargo la historia nos ha mostrado después, la enorme dificultad para conciliar derechos humanos y logros sociales. Sin la participación continuada de una mayoría ciudadana, los avances profundos no son posibles. La violencia de unas minorías no sirve para concienciar a la mayoría que no participa en ella, sino y muy al contrario, las aleja de las reivindicación sociales.

Defiendo la necesidad de perseverar colectivamente en las reivindicaciones políticas y sociales, aún sabiendo que es un camino lleno de dificultades y lento. Esa participación social se podría resumir en, educar para concienciar, movilizarse mayoritaria y pacíficamente para aglutinar fuerza social y finalmente, votar por aquellas opciones que creamos que van a defender una sociedad más justa.

En estos días de debate, hay quienes me han dicho que mi postura es de una enorme ingenuidad, que los poderosos y sus medios de comunicación, tienen una enorme ventaja para convencer a la gente y que nunca van a permitir perder su poder por las buenas. Yo les contesto que sé que eso es así, pero que a pesar de todo tengo la convicción de que solo con grandes mayorías son posibles cambios estructurales. Una numerosa manifestación pacífica por la libertad de expresión, es mucho más influyente y por tanto útil, que la violencia ejercida por un reducido grupo. Tenemos que seguir participando y reivindicando de manera mayoritaria y permanente los cambios sociales, pero tengo muy claro que ha de hacerse sin violencia.

EDUCACIÓN Y VIOLENCIA

Creo que la Educación es el instrumento más importante que tenemos, para crear conciencia ciudadana. Cuando nos educamos, abrimos nuestras mentes a una enorme diversidad de conocimientos e ideas que nos deben servir para aspirar a una sociedad más justa, igualitaria y con los mayores derechos humanos posibles. Todas esas aspiraciones se encuentran recogidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Si fuimos capaces de escribirla, deberíamos ser capaces de trabajar para cumplirla.

No es mi intención realizar una pirueta dialéctica que me permita relacionar la violencia social con la educación, aunque si he de reconocer que dicha reflexión, se ha producido de manera inconsciente por (a)mor de mi experiencia pedagógica.

De entre todos los derechos humanos, el derecho a la educación es otro derecho fundamental. No solo el derecho a un puesto escolar, sino a tener una educación de calidad e inclusiva. Esa educación debería perseguir siempre, la cultura de la paz y no violencia y donde la libertad de opinión y expresión deben ser elementos esenciales.

Tolerancia cero a la violencia escolar en cualquiera de sus expresiones

No todos los paradigmas educativos persiguen los mismos fines. No es lo mismo educar en la segregación que en la inclusión, en la competitividad que en la cooperación, en la defensa del planeta que en el consumismo, en la cultura de la paz que en la cultura del odio y el enfrentamiento.

Sabemos que los conflictos de convivencia son inherentes al ser humano y es por eso que debemos educar para resolverlos de manera pacífica y dialogada. No debemos aceptar como inevitable, que la violencia es otra manera de resolver los conflictos. Eso solo trae más violencia y nos aleja de un una sociedad más humana y justa.

Nos queda mucho camino por recorrer, pero a lo largo del tiempo se han conseguido logros muy importantes y en eso la Educación, ha tenido una importancia capital. He aquí el por qué de lo que pudiera parecer una digresión en el debate sobre la violencia de estos días. No quiero resignarme a aceptar las cosas que no me gustan, otra educación es posible y otro mundo más justo también.

 

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Paco Olvera,

licenciado en Historia, ha sido maestro  e Inspector de Educación.
Escribe artículos, realiza vídeos y es autor de libros sobre temas de Educación,
entre los que destacaría “La Investigación del Medio en la Escuela”.

 

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