Rafael Reche: «¿De dónde eres? Mi pueblo y yo, contado por Domingo Santana»

Cuando las historias duermen, hablan en sueños. Quiero avivar cada semana algunas de las vivencias donde he sido protagonista directo o circunstancial de los lugares que me ha tocado residir. Microrrelatos como preámbulo a mi compañero y amigo canario Domingo Santana.

Nací con el gemido del aire en los callejones y el sonido bronco de las olas al romper en el acantilado. Aún resuena los golpes secos y sin descanso de las contraventanas de madera, soplaba el viento de Levante en Tarifa.

A la temprana edad de 7 años, cambié a una ciudad hermana con rasgos diferentes. Denominada por los árabes como la isla verde, Algeciras. Para los ojos de un niño, una villa donde reposa el oleaje, el viento remolón cruza con desgana, como contra punto una urbe agitada, donde todo me sobrepasaba, su tamaño, extensión, su contraste: mar, el rio de la Miel que serpenteaba en su interior, montes y un balcón a la hermosa Bahía, cerrada por una montaña rocosa, huérfana y solitaria, Gibraltar. Dentro de mí palpitaba por primera vez conocer el entusiasmo que supone la novedad, no puede imaginar que aquello se convertiría en habitual en mi vida.

En verano hay un hueco para escribir historias con la compañía de mis nietos ::R.R.

Entorno a los años 60, sincronizada con la expansión floreciente de la metrópolis, aumentaba mi estatura y maduraba el adolescente, fluían los mastodónticos barcos contenedores en el puerto, el tráfico espeso de buques, los barrios se multiplicaban como setas, la industria petroquímica emitía sus primeros gases contaminantes y la ciudad crecía y crecía, como un arroyo descontrolado, sin embargo el revés de la moneda se situaba en frente, los llanitos prisioneros en su propia roca con una verja cerrada, orgullosos de sentirse ingleses con acento andaluz.

Mientras en mis carnes se acomoda a los cambios de barrios en casas de alquiler. Las impalpables huellas de la austeridad en una familia de 6 moldeaban mi personalidad. Allí, viví mil y una historias dignas de contar.

Los modernos cazas F104 interceptadores de los años 60, patrullaban la bahía de Algeciras

El ruido trepidante de los motores a reacción de los aviones de combate y el retemblar de los cristales de las ventanas, me despertó sobresaltado aquella insólita mañana. Mis ojos asombrado de niño, se asomaron al balcón, y la pareja de cazas interceptadores españoles volaban muy bajo sobre los tejados de la casas en dirección a la Bahía de Algeciras, desaparecían en el mar y volvían a entrar desde las montañas. Una desconocida sensación se apoderaba de mí, se unía al nerviosísimo de mi abuela que gritaba dando vueltas como una noria en el salón ¡Estábamos en guerra ¡ ¡Otra vez el 36!, refiriéndose a la Guerra Civil, mi padre con el gesto arrugado, encendió la radio de válvulas que sintonizaba hasta radio Moscú y Paris. El locutor local, proclamaba llamamientos para que los niños no acudieran a la escuela, con su inquietante voz detallaba que parte de la flota española con el portahelicópteros “Dédalo”, fondeados en la Bahía y a los aviones civiles ingles se les obligaba a volver a su aeropuerto. El carrusel de aviones, no cesaba, los chiquillos desde las terrazas y calle, saludábamos y jaleábamos a los pilotos españoles. Los ojos en el cielo y el corazón en un latido, de esta forma y manera recuerdo aquella vibrante e inquietante mañana para resucitar en una tarde en calma total.

Los noticieros se referían a la defensa del espacio aéreo español, tras la convertida construcción en la zona neutral de la frontera, del aeropuerto de Gibraltar y el vuelo de los aviones comerciales ingleses por territorio español. Franco ordenó, la presencia de la Armada y Ejercito del Aire en las aguas de la Bahía y del cielo del Campo de Gibraltar, que impidieran el despliegue de buques de la Royal Navy Británica y el sobrevuelo de aeronaves inglesas. En la actualidad ha quedado en el saco del olvido, aquel incidente diplomático y con tinte belicista, que presencié en primera línea. El Reino Unido rectificó, cambió las rutas de aproximación y salida del aeropuerto y los buques de guerra británicos dejaron de pavonear por la Bahía de Algeciras. Hasta 1982, el Gobierno de España no abrió la verja peatonal de Gibraltar.

Nuestro compañero universitario, Domingo Santana López

Nuestro compañero Domingo Santana, 68 años, hombre versátil y comprometido con la Universidad de mayores y la asociación Peritia et Doctrina de las Palmas de Gran Canaria, nos describe su ciudad en un viaje existencial donde perfila sus propios recuerdos y su pasión por el lugar donde nació.

ARUCAS.

Así se llama mi pueblo que en realidad es una ciudad. Es donde nací, me crié y he vivido siempre.

Los recuerdos de la infancia que me vienen a la memoria son de ir al colegio, jugar en las calles, parques y descampados. Antes de ir al colegio cada día, en compañía de mi hermano repartíamos el pan que mi abuelo y mi madre hacían en la panadería familiar.

Recuerdo mi etapa infantil en los colegios del Sagrado Corazón y La Salle.

Me inicié en el deporte, especialmente en el futbol, aunque practicaba algunos más como tenis de mesa, baloncesto. Me formé como deportista en el Colegio La Salle y Arucas C. F., y posteriormente fui entrenador del equipo juvenil y regional. Todo un orgullo. Todavía hoy día, juego algo.

Hubo una época que tocaba las campanas de la iglesia y ayudaba en la confección de las ostias para la misa.

Recuerdo un día estaba en el parque jugando a pasar los dedos por las palmeras. Hacían un ruido y nos divertía. De repente me cogieron de la mano. Era un guardia municipal. Me dijo. Tu padre se va a enterar. Efectivamente, al cabo de unos días llegó una multa de 2,50 ptas. Mi padre me dijo: Que sea la primera y última vez que me llaman la atención por culpa tuya. Una buena y gran enseñanza.

Acompañaba a mi padre a preparar el terreno de plataneras que tenía en la montaña, para luego regarlo.

Mi pueblo desprende olor a flor y caña de azúcar, con su famosa destilería en la que trabajó mi padre.

Arucas,  en las Palmas de Gran Canaria, ciudad natal de Domingo Santana

Dicen que Arucas, es la ciudad de la piedra, la luz, las flores y cuna del Ron.

Los labrantes de esta ciudad, esculpieron piedra a piedra una joya como es la Iglesia de San Juan Bautista. De hecho la llaman la catedral de Arucas aunque no lo sea eclesiásticamente. Su observación me embelesa.

Me hace feliz estar en mi pueblo porque mantengo la relación con vecinos, amigos en un ambiente de cercanía y respeto. Tiene mucho espacio ajardinado y su entorno histórico es apropiado para pasear y compartir.

En realidad todo el pueblo gira alrededor de LA DAMA / Iglesia.

Es una ciudad con su propia historia.

Es mi ciudad.

Mi agradecimiento a Domingo Santana por su aportación de alégranos el cálido verano.

 

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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

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10 comentarios en «Rafael Reche: «¿De dónde eres? Mi pueblo y yo, contado por Domingo Santana»»

  • el 29 julio, 2021 a las 12:50 pm
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    Muchas gracias AMIGO Rafa Reche, por contar con mi humilde aportación a este espacio que tan bien tienen organizado. Y que comparten con tanta ilusión y cariño.
    Un fuerte abrazo y encantado de compartir contigo y con ALUMA GRANADA.
    GRACIAS

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    • el 30 julio, 2021 a las 8:55 am
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      Amigo Domingo, Siempre es un placer contar con tu pluma de escritor y tu alma de poeta, a parte de la amistad que nos une como compañeros de la Universidad y de las Asociaciones de estudiantes. Gracias por tu aporte, por unir y crear vínculos de hermandad. Un abrazo

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  • el 29 julio, 2021 a las 1:36 pm
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    Nuestro amigo Rafael nos vuelve a deleitar con un magnífico artículo, en que nos recuerda su infancia en Tarifa y Algeciras, para dar paso a su amigo Domingo Santana en su relato de Arucas, su pueblo natal. Magnífica prosa y redacción. Enhorabuena.

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    • el 29 julio, 2021 a las 4:28 pm
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      Bonitos recuerdos que tiene uno de pequeño y feos también pero no se olvidan están gravados más que los de ahora que se olvidan de un día para otro un abrazo amigo Rafa .
      .

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      • el 30 julio, 2021 a las 9:02 am
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        Amigo Antonio, los recuerdos de la infancia como bien dices nos mantiene activa la memoria remota y nos conserva la salud mental. Un abrazo

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    • el 29 julio, 2021 a las 4:39 pm
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      Tus palabras tan ricas y claras me han trasladado a nuestra infancia que compartimos jugando en la calle y al ser más pequeña te hacían responsable de mi cuidado.❤

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      • el 30 julio, 2021 a las 9:07 am
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        Mi querida hermana pequeña, que felices éramos con tan poco, la calle nuestra cancha de juegos. Todos cuidábamos de todos y nos divertíamos, yo con mi colección de bichos y tú el miedo que te daban.

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    • el 30 julio, 2021 a las 8:59 am
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      Gracias amigo Diego por estar siempre atento a los artículos, por esa fidelidad que siempre se agradece. Para que haya un escritor es necesario lectores interesados. Un abrazo

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  • el 29 julio, 2021 a las 8:49 pm
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    ¡Rafael, qué manejo tienes de la palabra! Es un gusto leerte.
    Y el compañero Domingo, hoy me ha transportado al olor de su tierra: ¡a pan, a fruta y a caña de azúcar!
    ¡Gracias por tan maravilloso viaje a vuestra tierra, y a los recuerdos atemporales de infancias plenas!

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    • el 30 julio, 2021 a las 9:14 am
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      Gracias amiga, compañera y tertuliana, Silvia por tus amables palabras. Mira que soy de ciencias no de letras, pero siempre me ha encantado la lectura y ahora en la jubilación disfruto con la escritura. Seguiremos en contacto. Un abrazo.

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