José Vaquero Sánchez: «Querer no siempre es poder: todos no valen para todo»

La frase «querer es poder», probablemente sea una de las que más daño ha hecho a la educación. Da por sentado que cualquiera que se proponga conseguir un objetivo, puede alcanzarlo si se lo propone. Totalmente falso. Debemos trabajar con ahínco y esfuerzo para alcanzar nuestras metas, pero todos no estamos capacitados para ello. Hemos de ser realistas y consecuentes con nuestras aptitudes porque hemos aceptado el principio, a todas luces erróneo, de que «todos valemos para todo». Más vale examinar nuestros pensamientos porque podemos creer en falsos mantras que pueden acarrear frustración, infelicidad y pesar a nuestros alumnos.

El primer paso para conseguir cualquier propósito es tener una voluntad férrea, pero eso es un asunto y otro, muy distinto, es convencerlos de que pueden llegar a donde quieran si se lo proponen. A mí, de niño, me gustaba el fútbol, pensaba en ser como Alfredo Di Stéfano, un genio de este deporte que jugaba en el Real Madrid, pero por mucho que me lo hubiera propuesto jamás lo habría conseguido. Era consecuente con mis capacidades físicas. También querría haber tenido el cociente intelectual de Einstein, pero mi inteligencia no daba para tanto. Hacer creer a los educandos que todo lo que deseen hacer es alcanzable es un engaño que puede lastrar su futuro porque ante el primer tropiezo pueden venirse abajo.

Y la vida está llena de ellos. Hay que dejar que tropiecen y enseñarlos a levantarse. Así, pasito a pasito, aprendiendo en cada nueva caída, irán calibrando sus capacidades para poder alcanzar sus metas posibles. Lo que de ningún modo debemos hacer es suprimirle los obstáculos, porque, de esa forma, impedimos su aprendizaje. Y un ejemplo palpable de ello es el nuevo decreto de enseñanzas mínimas de la ESO. Suprimir trabas para que todos los alumnos promocionen con facilidad es un error que contribuye a aumentar su ignorancia.

Existe otro mantra, contrario al anterior, que también menoscaba la educación. Afirma que todo está determinado y escrito. Y que no podemos cambiar el destino, por mucho que nos esforcemos. Una idea totalmente falsa, precisamente la educación es el arma más poderosa para transformar nuestras vidas con voluntad, trabajo y empuje.

(P.D.:  Este texto fue publicado en la sección de Cartas al Director, correspondiente al viernes 13 de mayo de 2022, pag . 19)

 

JOSÉ VAQUERO SÁNCHEZ,

docente jubilado

 

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