Virtudes Montoro: «Las uvas de la ira»

Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno es uno de los personajes más emblemáticos de la historia Antigua. Nacido en el año 356 a. de C. fue rey de Macedonia, emperador de Grecia, faraón de Egipto y gran rey de Meda y Persia, llegando a conformar uno de los más grandes imperios de la historia a pesar de su juventud. Fue hijo de Filipo II de Macedonia y aunque se educó en el exilio tuvo una magnífica educación militar pero también una gran formación intelectual por parte de Aristóteles.

Aunque su reinado fue únicamente de trece años, cambió por completo la estructura política y cultural de toda la región que abarcaba desde Grecia hasta el valle del Indo y Persia iniciando un gran intercambio social y cultural que lo han llevado a ser un mito casi una divinidad. Su figura y legado han estado presentes en la historia y la cultura, tanto de Occidente como Oriente inspirando a los grandes conquistadores de todos los tiempos.

Alejandro tuvo dos grandes generales que lo apoyaron incondicionalmente haciendo posible sus victorias militares: Hefestión y Clito el Negro. Clito nació en Macedonia en el año 367 a. C. su padre fue un fiel servidor de Filipo II, padre de Alejandro. Se educó en la carrera militar y aprendió literatura, geografía, matemáticas, etc. Se encargó de cuidar de la seguridad de Alejandro y otros hijos de nobles macedonios que también estudiaban en la escuela de Aristóteles.

A la muerte de Filipo II cuando Alejandro fue proclamado rey, Clito le juró lealtad acompañándole en todas sus grandes conquistas, y se convirtió en su brazo derecho llegándole a salvar la vida en la batalla del río Gránico

Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos. Alejandro Magno

Corría el año 328 a. de C. cuando Alejandro organizó un banquete para celebrar sus victorias. Como era habitual en éstos, el vino era el gran protagonista y en este caso, obviando la costumbre griega de mezclarlo con agua, lo tomaban puro, bebiendo prácticamente sin conciencia. Se inició una discusión entre los presentes: algunos menospreciaban las victorias de Filipo, (padre de Alejandro), mientras que otros se posicionaban a favor del antiguo rey. El vino provocó que Clito no pudiese contener su rabia ante lo que él consideró insultos para con las divinidades y los héroes y empezó a criticar a Alejandro diciendo que no estaba al nivel de su padre ya que ni sus hazañas tenían tanto renombre ni las había realizado solo. Alejandro, ebrio, se irritó profundamente. El tono se fue elevando. Clito empezó a elogiar a Filipo denostando a Alejandro. Alejandro no aguantó más la insolencia y en un ataque de ira, le arrebató la espada a un miembro de su guardia y lanzándose sobre Clito le atravesó causándole la muerte.

Cuando tomó conciencia de lo que había hecho: asesinar a su mejor amigo bajo los efectos del vino, Alejandro trató de quitarse la vida. Pasó varios días sin comer ni beber y algunos historiadores consideran que desde entonces no fue el mismo.

El alcohol está presente en la historia de la humanidad desde tiempo inmemorial y aunque es muy difícil desligar el estudio de su impacto en nosotros del hecho cultural que rodea a su consumo, los expertos coinciden en que el efecto en nuestro organismo no es baladí. El consumo excesivo genera en nosotros tanto daños físicos como en el ámbito sicológico y sus consecuencias pueden ser diferentes en el corto y el largo plazo. A corto plazo puede provocar en nosotros: lapsos de memoria, cambios emocionales, impulsividad, etc. Mientras que un consumo excesivo continuado puede dar lugar a: destrucción neuronal, trastornos emocionales, inmadurez emocional, distorsión de la realidad o psicosis.

Aunque ya dediqué otro artículo a las consecuencias de esta sustancia en el ámbito social creo que es relevante que nos detengamos en las devastadoras consecuencias que puede tener en nuestro organismo y cómo podemos llegar a comportarnos con las personas más cercanas: el alcohol puede llevarnos a generar ideas falsas, autoengañarnos y desconfiar de los demás, como Alejandro podemos llegar a percibir a alguien muy querido por nosotros como un auténtico enemigo al que hay que abatir. Y es que no sólo hay que pensar en las grandes cifras que nos pueden parecer lejanas: la enorme responsabilidad del alcohol y otras drogas en los accidentes de tráfico, el creciente consumo en los jóvenes, la cada vez mayor disminución de la edad para tener la primera borrachera, etc. Sino también la gran cantidad de situaciones cotidianas, reuniones familiares o entre amigos donde el alcohol nos ha llevado a conversaciones acaloradas donde hemos podido emplear sentencias o utilizar tonos que se han clavado como dagas certeras en el corazón de personas muy queridas por nosotros y de las que no podemos llegar a calibrar las consecuencias.

La gente olvidará lo que dijiste, lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo les hiciste sentir. Maya Angelou

Creo que una copa de buen vino acompañando una gran comida o una cerveza bien fresquita con su correspondiente tapa en una terraza charlando con un amigo pueden ser placeres difíciles de igualar, pero llevado al exceso puede despertar en nosotros un monstruo capaz de provocar daños devastadores en quienes nos rodean. Seamos felices; con conocimiento.

 

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Virtudes Montoro López

Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso

Correo E:
aceptayrespira@gmail.com

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