Ramón Burgos: «Finados»

Me estoy cansando de “despedidas inoportunas e interesadas” de aquellos que nunca tuvieron la valentía de decir cara a cara lo que realmente pensaban del “finado” –esté vivo o haya fallecido–. La cobardía y la maledicencia se han apoderado de muchos de nosotros, sobre todo cuando se trata de un “árbol caído” en mayor o menor medida.

Y yo, al respecto, no puedo dejar de vocear, en contra de lo escrito y clamado por algunos “autores”de estos desaguisados, que no hay diferencias entre cualquiera forma de atropello despótico. Todas marcan, de manera indeleble, al individuo, y a su futuro vital.; pero, además, definen perfectamente la calaña de los “progenitores”… Me pregunto si estos últimos se consideran fieles seguidores de “La ramera de Babilonia, personaje que aparece en el libro del Apocalipsis y que se asocia al Anticristo y a la Bestia por su conexión con el reino de las siete cabezas y diez cuernos” (vid. es.wikipedia.org)

A mi modo de ver, son ya demasiados ejemplos de este trato inhumano los que se están produciendo en las esferas políticas, religiosas o de ciudadanos de a pie (en nuestra sociedad).

Si es cierto, y lo es, que todos cometemos errores, también es verdad que tenemos derecho a la rectificación, pero no culpando a los demás de lo que tan sólo es achacable a nosotros mismos y a nuestros actos fraudulentos y dolosos – lo que es inadmisible desde cualquier punto de vista, por mucho que se enjuague con bonitos deseos de progreso o de lealtad”.

Quizá –y sin quizá–, como os decía tiempo atrás, esta sea una de las razones por las que mantengo un determinado tono en mis escritos, pues no quiero que me pase como al maestro Antonio Machado, “En el corazón tenía / la espina de una pasión; / logré arrancármela un día; / ‘ya no siento el corazón’”… ¡Quiero que el mío siga latiendo, junto al de todos vosotros!

 

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Ramón Burgos
Periodista

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