Antonio Luis Gallardo Medina: «¿Y tú de qué ley eres?»

LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE, LOMCE y LOMLOE, seguro que se me olvida alguna. No son siglas de marca de coche, ni artículos deportivos, son leyes de educación que este país llamado España ha sufrido en los últimos cuarenta años.

Cuarenta años sin una ley de educación estable: una sopa de siglas que repercute en la calidad de la enseñanza. España ha aprobado ocho leyes educativas en 40 años de democracia. Cada gobierno, la suya, incluso a veces antes de que la anterior norma -de distinto signo político- se hubiera implementado del todo.

Una sopa de siglas -desde la LOECE de 1980 hasta la LOMLOE o ‘ley Celaá’ con la que ha arrancado este curso 2021-2022 que repercute en la calidad de la enseñanza, según advierten los expertos en educación.

Detrás de esta incapacidad para llegar a un Pacto por la Educación que dé estabilidad al marco normativo está, según la opinión de los especialistas consultados, el uso que los partidos mayoritarios -PP y PSOE- hacen de la educación para diferenciarse del contrario e intentar atraer cada uno a su electorado; y una forma de hacer política que prima la confrontación por encima del diálogo y el consenso. El coste no solo es social, añaden, sino también económico y llaman a alcanzar un pacto aunque sea de mínimos.

Luego se ríen de mi cuando nombro a mi querida señorita Doña Nati, la siempre dispuesta y preparada maestra de pueblo, Salobreña, que me enseñó entre pucheros a sumar, restar, dividir, escribir dictados sin faltas de ortografía y algo muy importante, a respetar a mis mayores.

El galimatías que se le presenta cada año al docente, con el nuevo cambio de ley, de postulados, de libros, es digno de admirar con qué valentía lo afrontan. Su labor no es solo enseñar es preparar al alumno para la vida, cosa que algunos se les olvida.

Yo que fui de los antiguos, de la enciclopedia Álvarez para todo un curso y un solo ejemplar para 32 alumnos. Que tuve que hacer un ingreso para entrar en seis años de bachillerato, con reválidas en cuarto y sexto. Con los libros de la editorial Santillana, que eran los mismos cada año y podían pasar de un hermano a otro.

Qué difícil es la educación y qué agradecidos tenemos que estar con nuestros maestros, sí esos que tuvieron el magisterio de enseñarnos a ser mejores. Yo sigo de cerca a mis cinco nietos y me preocupo por sus labores y su retahíla de deberes que mandan a casa, sin saber por qué lo hacen.

Sin embargo, mis nietos en América, siguen el método Waldorf, una pedagogía centrada en el niño y sus ritmos de aprendizaje, donde el trabajo manipulativo y artístico son la clave para el desarrollo del menor. Veo que los pequeños son más felices y les encanta ir al colegio.

Soy un defensor de la escuela pública, pero por favor mejoren sus leyes, sus métodos y su metodología.

 

 

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