Lilly Cuá: Una muerte que alumbró tres vidas

 

Tras ser operada por quinta vez, fue cuando definitivamente se apagó la luz y se marchó definitivamente en presencia del inconsolable dolor de su madre, María, quien la acompañaba siempre con la ternura desgarrada de sujetar el penoso padecimiento de Lilly, frente a la desventura de tantos tropiezos y males acumulados.

Sin embargo, de todo cuanto nos acontece, por inesperado que sea, siempre intentamos interrogarnos del porqué los reveses de la vida les suceden a algunas personas y no a otras, sin reparar en que de puertas a fuera parécenos que los otros tienen una existencia más plácida que la nuestra, pero de puertas a dentro siempre se lleva el llanto a escondidas, nos sentimos débiles ante la preocupación de que, al ser contingentes, nos proyectamos en el otro y nos inunda la angustia, a no ser que la ignorancia debilite en demasía a los sentidos y perturbe a la cordura.

Nuestras antiguas religiones, que emergen con múltiples formatos en nuestras sociedades actuales sostenían que las almas, al ser eternas, no cesaban de moverse y de cambiar de un cuerpo a otro, de tal suerte que, según hubiera sido su comportamiento en la tierra Dios les ordenaba habitar otros cuerpos más o menos penosos según hubiera sido su conducta. Si había sido valerosa se alojaba en el cuerpo de un león; si maliciosa en la de un zorro, hasta que purificada por este castigo, volvía a recuperar el cuerpo de algún hombre.

El caso es que el misterio, el enigma y la ciencia se han dado la mano para que con la lamentable desaparición, con el fallecimiento, de Lilly Cuá después de soportar un auténtico calvario de los despropósitos del abismo burocrático y del desatalentado imperio del dinero, hoy haya llevado la vida a tres personas sentenciadas irremisiblemente a la muerte, con la donación de sus dos riñones y el hígado.

Lilly y su madre, tras aterrizar en Granada. :: ALFREDO AGUILAR

Era incompresible para María, su madre, justificarle la imagen de un corazón que latía, del cuerpo que había engendrado, pero ya sin actividad cerebral, que su hija había muerto para siempre, pero que, paradójicamente, con su muerte se inundarían de alegría las almas de tres personas que volverían a sentir la luz para vencer la tristeza y la muerte.

 Lilly, ahora te quiero decir que estás más viva que nunca, que han desaparecido tus dolencias, que tu vida vibra en el corazón de mucha gente, que hemos conocido tu rostro en los periódicos y se nos ha adherido al alma de la tierra de Lorca y que el pueblo de Guatemala, tus familiares, tus vecinos, tus amigos y allegados se sienten más cerca de ti que nunca, porque tú también, aunque de otra manera, has vencido a la muerte.

Tú, que tantas veces la viste como te rondaba, has hecho brotar la vida hermanada en otros que ni siquiera conocías, volteando la conciencia (si es que la tienen) de todos aquellos que en nada os ayudaron a tu madre y a ti, que os perjudicaron, que os llevaron a paso lento a tu curación y que sólo fueron más diligentes cuando reuniste dinero.

“Muchas gracias a todos por cuidarme” –fueron tus primeras palabras tras una de las intervenciones a la que fuiste sometida-. Gratitud y generosidad han marcado tu corta existencia en el mundo, pero Lilly sería injusto de la misma manera no hacer mención por su humanidad, profesionalidad, entrega, sacrificio y vocación a la Doctora granadina Mercedes Alonso, coordinadora de la ONG “Senderos e Maíz”, porque edificó tres nuevas vidas en los momentos de lo imposible y llenó de palabras vivas y reales a tu familia y a ti, cuando nadie sabía que respuesta darte.

Para colaborar: SENDEROS DE MAÍZ

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