En el día del docente: Dos artículos de opinión y un reconocimiento público a un educador integral

«En el día del docente», por Ana Gámez Tapias, Delegada Territorial de Educación, Cultura y Deporte

Ana Gámez, Delegada Territorial de Educación, Cultura y Deporte (Granada)
Ana Gámez, Delegada Territorial de Educación, Cultura y Deporte (Granada)
Mucho se ha escrito y mucho se puede escribir y decir sobre la función social del docente. Reflexiones y análisis que nos llegan bien desde el ámbito teórico o bien, las más emotivas, desde el cuarto de atrás del recuerdo y de la gratitud a quienes un día creyeron en nosotros y tomaron como suya la aventura de nuestras vidas y de nuestro crecimiento personal e intelectual.

Se educa desde la empatía y, por eso, el docente, el maestro y la maestra, proyecta en sus alumnos un caudal de saberes, vivencias y valores ante la vida que hacen de la labor de enseñar un ejercicio de inmortalidad. No es una labor fácil, pero sí grandiosa. No es fácil porque se sufre más cuanto más se arriesga, cuanto más ofrecemos tema educativo. de nosotros mismos; pero es grandiosa porque educar supone un ejercicio de generosidad, de voluntad de mejorar el mundo a través de quienes crecen mientras nosotros envejecemos y en cuyo proyecto de vida el docente se compromete, desde la libertad y sin pedir nada a cambio. Por eso, los alumnos construyen la biografía de sus maestros y maestras.

No vivimos buenos tiempos para la Educación. Bien es verdad que las consecuenno más costoso… cias económicas de un capitalismo sin freno, del dinero fácil y de la cultura del «no esfuerzo» hicieron regresar a las aulas granadinas a un buen número de jóvenes, a quienes el sistema educativo andaluz acogió y apoyó con programas de segunda oportunidad. Parecía que la Educación estaba recuperando la valoración y el reconocimiento social que nunca debió perder.

Parafraseando a Sarmiento, podemos decir que Ciudadanía, Pueblo, Nación, Estado, todo: todo está en los bancos de la Escuela. Y así lo ha entendido siempre Andalucía, nuestra tierra despertó a la democracia un espacio de igualdad con hambre de Educación y en ella, en la Educación, ha depositado y sigue depositando todas las esperanzas de mejora, para que no se pierda ningún talento y para que, juntos en el aula, quienes más poseen y quienes más necesitan, todos encuentren por toda la sociedad. las mismas posibilidades de avanzar, de compensar sus necesidades y de desarrollar sus capacidades. 

Sin embargo, la Educación, prioritaria para la Junta de Andalucía, se ha visto ubicada en el centro de la balanza presupuestaria del nuevo Gobierno de España, convertida en moneda de cambio de los ajustes destinados a abrirnos, eso nos dicen, las puertas y la confianza de los mercados.

Un complejo juego donde la economía se viste de ideología neoliberal para ensañarse con una de las columnas básicas del estado social: la Educación, minando sus fortalezas y valores. Valores que están depositados en quienes hacen Escuela día a día: los docentes, alma mater de todo sistema. Llega un nuevo 5 de octubre y no tenemos ánimo de celebración, es verdad: profesorado interino que no ha podido ser contratado, sentimiento de pérdida a pesar de los esfuerzos que la Junta de Andalucía ha hecho para mantener oferta educativa, recursos de apoyo y servicios a las familias; sustituciones que tardan dos semanas en cubrirse cuando teníamos aquí en funcionamiento un modelo eficaz y Andalucía no lo va a poner fácil, Andalucía no está dispuesta a dar marcha atrás en los avances alcanzados en Educación. Por eso, celebrar hoy el Día del Docente supone no renunciar al futuro y reforzarnos en nuestras convicciones: para superar los obstáculos del camino; para sentir el orgullo de haber elegido la mejor de las profesiones, la más noble de las tareas; para defender la escuela pública; para hacer patente que la Educación es algo más que economía; para seguir haciendo de cada centro educativo El Día del Docente es, en definitiva, una oportunidad en el calendario para recordar todo el resto del año que los docentes se merecen ser los servidores públicos más valorados, por las familias y por toda la sociedad.

«Docente», por Juan de Dios Villanueva Roa

Juan de Dios Villanueva, profesor de Universidad y colaborador de IDEAL
Juan de Dios Villanueva, profesor de Universidad y colaborador de IDEAL
Es hora del magisterio. El futuro de este país regresó a las aulas hace unas semanas, y los docentes comenzaron su labor: mostrar las sendas de la vida, de lo nuevo, de la búsqueda de lo desconocido y también de lo que aún no existe, de lo que habrá que crear para que la humanidad siga su curso. En estos tiempos de una absurda e insaciable crisis, las puertas de las escuelas se abren para aquellos que no habrían de sufrirla, para quienes muy pronto gestionarán su presente, y sobre los docentes recae la enorme responsabilidad de señalar el camino. Esta sociedad no aprecia, no valora esta labor. Es algo evidente, se respira en la calle, en los despachos, en las casas. Es desde estos otros ámbitos donde hay que apoyar ese trabajo, donde hay que ensalzarlo, valorarlo y respetarlo. Pero esto no es así, casi nunca. El docente siente la soledad clavada en su espalda cada jornada. Si no fuera por la sonrisa de sus alumnos, cuando sonríen; si no fuera porque sabe que su trabajo es algo más, si no fuera porque tiene la más alta conciencia de responsabilidad habría tirado hace tiempo la tiza. Pero ser maestro es mucho más que un trabajo, y eso solo lo saben quienes lo ejercen. No es preciso estar en una escuela para serlo, pero estar en una escuela ya supone vivir para los demás, siempre.

Este curso miles de docentes han sido despedidos porque no hay dinero, dicen los políticos. En Andalucía, afortunadamente, han sido muchos menos que en la mayoría de comunidades, pero eso no es óbice para levantar el dedo y pedir la palabra, para decir que la educación no se toca, que es la pieza fundamental que evita la futura discriminación, desigualdad, desconocimiento, separación de la sociedad en dos clases, la de aquellos que siempre llevan sombrero y la de quienes han de quitárselo cuando pasan los primeros, porque su vida depende de ellos. Y eso se consigue con una igualdad real desde la escuela, con maestras y maestros, con herramientas precisas para trabajar, con la calidad que la dan, entre otras, la formación continua de los docentes.

Por eso es hiriente que se tome a la educación como arma arrojadiza entre los políticos, porque no está al servicio de la política, la educación está al servicio de la sociedad, de su futuro, y usarla para atacar al otro solo demuestra mezquindad y la consagración de estirpes privilegiadas dentro del ser humano. Ser docente es uno de los trabajos más hermosos que existen, también es ingrato, pero al final de la vida de cada cual siempre habrá una maestra, un maestro que marcó, o al menos lo intentó, el camino del trabajo, de la responsabilidad, de la lucha por los valores, de la libertad. En muchas ocasiones solo fue el maestro quien lo hizo, después solo se encontró la nada. El dinero se puede heredar, el conocimiento se conquista, siempre con esfuerzo.

«Reconocimiento a un educador», por Juan Rodríguez Titos

Juan Rodríguez Titos, profesor y escritor
Juan Rodríguez Titos, profesor y escritor

 No es fácil hablar sobre las personas que hemos conocido -y que hemos apreciado-, una vez que han muerto. En ese trance me encuentro, de manera individual y como portavoz de cuantos fuimos alumnos del P. Ángel Plaza Martín. Pero es justo que, con independencia del recuerdo personal, íntimo, que cada uno de nosotros le dedique, hagamos aquí, al menos, una mención pública, de reconocimiento y gratitud, para un sacerdote redentorista que puso buena parte de los cimientos de lo que somos.

Tengo su imagen en la mente, presente, clara. Lo recuerdo joven, sereno, serio, pulcro. Siempre vistiendo el hábito de la congregación redentorista, en el que destacaban el cuello blanco y el rosario, ostensible, colgado al fajín negro. Y sus gafas, semiovaladas, sencillas pero especiales.

Un educador polifacético, pero sin estridencias, sin alardes. Una persona sensible, no sólo en el terreno artístico, que acompañaba a sus alumnos en el difícil proceso de la formación. Era profesor. Yo creo que sobre todas las cosas, el P. Plaza era un docente. Es más: yo lo pongo siempre como ejemplo de profesor, pues buscaba la manera de que las enseñanzas calaran en el alumno y permanecieran; quién de nosotros, los que fuimos sus discípulos en Santafé, no recuerda hoy, trascurridos más de 45 años, aquello de que «la gata estrella guarda una rama en la sierra de Gredos…», con lo cual aprendíamos las sierras del Sistema Central. Y lo veíamos muy claro en aquellos mapas de cristal, pintados por detrás, que eran obra, también, del P. Plaza. Porque lo de la pintura, especialmente con una finalidad didáctica, era otra de sus facetas; todos los mapas, incluidos los de música, y todos los cuadros, de cristal o de escayola, que colgaban de las paredes en las aulas y en los pasillos se gestaban en la sala de pintura, allá en el torreón, bajo la batuta del P. Plaza.

Y bien traído está lo de la batuta, porque otra de sus facetas era la música, también con un fin pedagógico, concretamente a través de la rondalla, que él preparaba en aquella modesta habitación, entre la enfermería y el dormitorio de los pequeños. Y por supuesto, su faceta deportiva. He dejado intencionadamente la dimensión de formador deportivo del P. Plaza, quizá la más visible, sólo porque para mí era algo extraño. Que un cura, exquisito profesor de geografía, con sensibilidad artística -pictórica y musical-, dedicara gran parte de su tiempo, con total convicción, a la briega de preparar a los niños en las prácticas deportivas, siempre fue algo que me llamó especialmente la atención. Hoy, visto con la perspectiva del tiempo, lo tengo claro: el P. Plaza era un formador integral, un maestro con muchas ganas y con excelentes recursos. Hoy, mi voz toma tintes musicales y pictóricos, encontrados por los rincones de la casa-colegio en la que nos formamos, para elevar al cielo las palabras de un recuerdo muy vivo y muy sentido.

Información relacionada:

Carta a mi profesor el P. Ángel Plaza, in memorian

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