La autora recurre a “a la puñetera crisis” actual para justificar las obligadas vacaciones de Marta en el pueblo de la abuela. Esta preadolescente nacida en tierras catalanas se reencontrará durante dos meses con sus raíces goreñas y la redacción de un trabajo escolar será la excusa para conocer el pasado y el presente del pueblo de sus abuelos. Para ello, García Jiménez ha recogido jirones de su vida personal y profesional y se ha metido en la piel de Marta, la protagonista, y de Vicenta, la abuela que tiene un poco de todas las abuelas de Gor para relatar cómo se celebraban las fiestas de San Cayetano, las faenas típicas del verano como la trilla, la matanza anual del cerdo para llenar la despensa o la preparación del ajuar por parte de las jóvenes casaderas. También aprovecha los paseos para describir someramente los lugares de interés histórico o paisajístico.
“He observado que hay muchos adolescentes que pasan el verano en casa de sus abuelos, pues los padres trabajan, no tienen todo el verano de vacaciones y entonces los niños conviven con sus abuelos. Siempre me he preguntado, además del cariño y cuidados, qué se llevan de sus abuelos, qué incorporan a sus vidas”, de esta forma responde al génesis de la obra dedicada a su padres y a todas las abuelas, muy especialmente a su madre Carlota, a quien “le gustaba muchísimo contar historias para que sus nietos supieran cómo había sido su infancia y juventud”.
Aunque reconoce que igual sobrevalora “un poco” su infancia en Gor y las tradiciones de esta localidad “hay niños y adolescentes que se creen que las cosas siempre han sido como ahora y hay cantidad de valores escondidos en cosas que las deben de conocer” señala antes de añadir “para mí que se pierden mucho. Muchos se sorprenden cuando les cuentas que su abuela no tenía lavadora, que iba andando cuatro kilometros para coger un tren para poder llegar a Guadix donde estaba su hijo enfermo, que no teníamos coche, que jugábamos a otras cosas que no eran la Play”.
Diseminado por este diario de una niña de 12 años aparece léxico prácticamente olvidado (lebrillo, aguaderas, trillo, candil,… ), y referencias, como no podía ser de otra forma, a la secular tradición de los toros que está documentada ya en 1.622, los efectos devastadores de la emigración a otros puntos de la geografía española o fuera de nuestro país, personificados en varios personajes que también coinciden en este tiempo y lugar.
El libro, coeditado por el Ayuntamiento y la ACAG y del que se han publicado 800 ejemplares, se presentó en un acto celebrado en el consistorio goreño que contó con la presencia de todos los alumnos del colegio público a los que se les regalo un ejemplar dedicado por la autora.
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