Ana Gámez Tapias: «Una llamada de atención en el día mundial de los docentes»

Decía Montaigne que un niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender. Y para encender esa chispa de la curiosidad que posibilita el conocimiento, para incendiar la creatividad y llevarnos de la mano en el camino de la vida, los docentes supieron ser pacientes y generosos, profesionales y emotivos. Supieron enseñarnos a mirar el mundo con la experiencia de la edad, pero con los ojos siempre jóvenes de los que viven rodeados de niños.

Cada 5 de octubre, la Unesco celebra el Día Mundial de los Docentes, que es una ocasión de rendir un homenaje a los maestros y maestras y al papel esencial que desempeñan para la educación de nuestros jóvenes. Pero, junto al reconocimiento a los docentes, esta fecha también debe incluir una llamada de atención sobre su situación, sobre sus condiciones laborales y sociales. El lema de este año invita a precisamente a dejar constancia de la necesidad de que los profesionales de la educación estén bien formados, valorados, apoyados y motivados.

Es interesante, pues, aprovechar la ocasión para hacer una llamada de atención a la sociedad, que a veces no aprecia la labor silenciosa y continua de los maestros y maestras, a veces inadvertida o incluso menospreciada. Es necesario que se reconozca la función decisiva que ejercen los docentes en la construcción del futuro.

Y es más necesario aún hacer una llamada de atención a los estados para que se responsabilicen de una educación de calidad para todos y todas. La Unesco denuncia la falta de profesionales cualificados en muchos países del mundo y llama a los gobiernos a fomentar la formación inicial y continua del profesorado, así como a incentivar el apoyo social y la motivación de los educadores.

El profesorado andaluz presenta una formación impecable y una innegable valía profesional pero es cada vez menos valorado por el Gobierno español, que lo infravalora y lo somete a una legislación que resta prestigio y recursos a la educación, que intenta desmantelar el sistema público imponiendo un modelo elitista y retrógrado que deja sin futuro a gran parte de los jóvenes del país.

El ministro Wert impulsa una política educativa clasista que se basa en recetas neoliberales y que deja de lado los valores democráticos para volver a la segregación, al autoritarismo y a la privatización de una enseñanza reaccionaria y discriminatoria, que, entregada a los designios del capitalismo sin freno, pretende hacer negocio de nuestro porvenir.

La celebración de un Día Mundial de los Docentes es, sin duda, insuficiente para otorgar a los maestros y maestras el reconocimiento que merecen si no viene acompañada del apoyo de toda la sociedad. Sirva, sin embargo, esta iniciativa de la Unesco para hacer un pequeño homenaje a su labor y llamar la atención sobre su situación.

Se trata, en definitiva, de una llamada a conservar la dignidad de los docentes, que resisten la embestida contra la educación pública y contra sus condiciones laborales; una llamada a conservar una enseñanza de calidad, equitativa, respetuosa y democrática, guiada por los magníficos profesionales de la educación que, a pesar de la política adversa del gobierno actual, continúan en las aulas labrando el futuro de nuestros niños y niñas con incansable rigor, con la misma entrega de aquellos maestros y maestras que nos ayudaron a crecer y que forman parte de lo que hoy somos.

(*) Ana Gámez Tapias es la Delegada Territorial en Granada de Educación, Cultura y Deporte.

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