Antonio Luis Gallardo: «Rebeldía»

 

“A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar (bis)
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie
que es nadie la muerte si va en tu montura
galopa caballo cuatralbo, jinete del pueblo
que la tierra es tuya”

Esta estrofa es de la canción de Paco Ibáñez “A galopar” y me ha venido a la mente toda la rebeldía de los 17 años desbordada por las canciones protesta de los cantautores de los años 70 que tanta influencia tuvieron en nuestras vidas y en nuestra sociedad.
La juventud siempre a anhelado un futuro mejor, ha protestado, ha pataleado, pero qué mejor ejemplo que la generación de finales de los 60 y principios de los 70, y vean ahora como hemos acabado, siendo parte del sistema contra el que luchábamos y protestando, solo gracias a unos cuantos comprometidos. El resto está amansado.

La familia enseña las buenas costumbres, la moral, ser un hombre de bien, la escuela y sobre todo la Universidad te enseñan una disciplina en la que quieras desarrollarte, pensar, y a rebelarte ante la injusticia, pero las experiencias de vida y los años te enseñan a vivir.

Existían libros destinados a remover las conciencias. Conciencias que muchas veces tenemos en cuarentena, porque creemos que a nuestro alrededor no están las cosas tan mal como muchos agoreros piensan y proclaman.

Existían libros destinados a remover las conciencias. Conciencias que muchas veces tenemos en cuarentena, porque creemos que a nuestro alrededor no están las cosas tan mal como muchos agoreros piensan y proclaman. En esa época juvenil leíamos todo lo que llegaba a nuestras manos, bien a través de un amigo o bien a través de contrabando, el caso era estar atento a todo aquello que removiera nuestras ideas y más viviendo a caballo entre Granada y Salobreña.

Tendemos a creer que los problemas de los demás no son nuestros problemas (hasta que alguna vez, por un destino caprichoso, nos atañen de lleno); que vivimos en una sociedad avanzada y tolerante (paradigma del denominado «mundo occidental» o «primer mundo»), donde la igualdad de todos los seres humanos es ya un hecho consumado. La situación a nuestro alrededor es mucho más caótica y desconcertante de lo que pudiésemos suponer.

Por eso, siempre me gustó la pancarta que decía “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Creo firmemente que no podemos parar de luchar, aunque solo sea para mover conciencias, con un par y en contra de los que «machacan» al pueblo y no paran de echar «mentiras masivas».

Alguien dijo, no sé bien quién…»la rebeldía es el único refugio digno de la inteligencia frente a la imbecilidad» y estoy totalmente de acuerdo.

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