Antonio Luis García Ruiz: «Regresar del futuro»

El pasado jueves parece que me levanté por los pies de la cama, pues no había pegado ojo en toda la noche. La cena buena del día anterior, con presencia de cerveza y vino en el camino, fueron causa suficiente. Pero, además, durante la misma, los amigos tuvimos un animado debate acerca de los intereses creados en torno a la figura de Lorca, motivados por la vergonzosa noticia de la desaparición de 3’8 millones de euros en el Centro García Lorca de Granada. Hace más de cuarenta años, el cinco de junio de 1976, se celebró en Fuente Vaqueros el primer y merecido homenaje a García Lorca, en su lugar y día de nacimiento.

Desde entonces ha seguido celebrándose anualmente; pero, junto a ello, se han multiplicado actos, celebraciones, homenajes, representaciones, lecturas, creación de asociaciones, fundaciones, instituciones, edificios, lugares, etc.; hoy, esa densa y dilatada actividad aún no ha cesado. Nadie podría imaginar que la “fiebre lorquiana” iba a crecer hasta la saciedad; que el panlorcanísmo lo iba a invadir todo y que casi se convertiría en un credo intocable, que monopoliza la vida cultural y política de Granada. Ahora la citada noticia confirma muchas hipótesis y sospechas.

Pero volviendo al jueves, desayuno, me repongo un poquito, veo mi agenda y compruebo que a las diez tengo una cita en el Centro de Instrumentación Científica, para probar y analizar los dispositivos de Realidad Virtual de última tecnología. Sus aplicaciones no están sólo en videojuegos, sino también en visualizaciones arquitectónicas y paisajísticas, simulaciones formativas, medicina, reconstrucciones, cine, drones, parques temáticos, recursos didácticos, turismo, etc. Por fin llego a mi cita, paso a una sala, me siento y con la ayuda del personal técnico y los consejos adecuados comienzo mi misión. La fase inicial fue cómoda y relajada observando elementos, hitos y secuencias del paisaje, pero con un campo de visión de 100 grados, que ni en la observación directa sobre el terreno, se podría conseguir.

Sin embargo, en unos instantes, pierdo toda mi tranquilidad y en vez de observar me siento observado, inmóvil y sin control. Voy introducido en un pequeño cohete espacial, que va dando vueltas alrededor de la Tierra y muy cerca de ella, pero en sentido inverso a su movimiento giratorio y a una enorme velocidad. Delante de mis ojos, un monitor va descontando meses, años y reducidos relámpago de luz equivalentes a días; en unos segundos indica el 2015 y cada 12 meses, desciende un año. Invadido por una mágica mezcla de tensión, emoción y miedo, sentía volar en el espacio sideral; me notaba semiinconsciente, pero sobrevolando el paralelo cuarenta, al ver las tres penínsulas mediterráneas, único espacio despejado. Tenía la esperanza de poder sobrevivir a esta fascinante aventura, pero, cuando ya me había acomodado a la situación, sentí un movimiento aterrador, seguido de un ruido estremecedor, unas potentes luces que se encienden y se apagan bruscamente; sólo pude comprobar que el monitor quedó parado en 1935. Ya sí que mi miedo fue total, ya sí creí que
todo iba a explotar, ya sí que pensé que sólo Dios me podría salvar. Mi conocimiento quedó completamente perdido.

Posterior e inexplicablemente, recupero la conciencia y me siento tendido en el suelo y en plena calle; un grupo de personas muy extrañadas y vestidas de antiguo, me ayudaron a levantar, preguntándome cómo me había caído. Pero mayor fue mi sorpresa cuando vi sus caras, sus miradas, sus atuendos, sus sombreros, etc.; cuando miré alrededor, mi asombro fue aún mayor, al ver tranvías, coches antiguos, carros y animales de carga que pasaban por allí. Reconocí Puerta Real, me di cuenta que estaba en Granada, justo delante de la entrada a actual Correos, desde donde pude ver los edificios del Suizo, del Victoria e incluso el teatro Cervantes, porque la acera derecha de la calle Ganivet estaba derruida. Me vino a la mente la imagen última del monitor y pregunté en qué año y día estábamos; hoy es 5 de junio de 1935. Confirmado, coincidía con la fecha indicada en el monitor, algo increíble. Comienzo a andar por la Acera del Casino, cercado por unos jóvenes que me seguían. Al llegar a la plaza del Campillo, encuentro el Teatro Cervantes, y, mientras lo observo, giro la cabeza a la derecha y veo el café Alameda. Mi emoción lo vencía todo.

Cansado y sediento entro en el café y recibo la mayor sorpresa: veo a García Lorca sentado con unos amigos, charlando con ellos y tomando unos refrescos. Me quedé completamente cortado; pero su elegancia, su semblante y su transparencia, aumentaron poderosamente mi ánimo. Al verme, todos se fijaron en mí y yo sin dudarlo me dirigí a él. ¡Hola Federico¡ ¿cómo estás? Yo bien, pero ¿usted quién es? Soy un admirador suyo.

Cansado y sediento entro en el café y recibo la mayor sorpresa: veo a García Lorca sentado con unos amigos, charlando con ellos y tomando unos refrescos. Me quedé completamente cortado; pero su elegancia, su semblante y su transparencia, aumentaron poderosamente mi ánimo. Al verme, todos se fijaron en mí y yo sin dudarlo me dirigí a él. ¡Hola Federico¡ ¿cómo estás? Yo bien, pero ¿usted quién es? Soy un admirador suyo. ¿Usted es francés, inglés o de dónde viene? Yo soy de aquí, de Granada. Y ¿Cómo viste usted de esa manera? Vengo de otro lugar, quiero decir, de otro tiempo. He regresado del futuro, del año 2016. Todos comienzan a reír. ¡Este hombre está loco! dice uno de los amigos. ¡Un momento, dejémosle hablar! ¿Quiere usted tomar un refresco? dice Federico. Sí, muchas gracias, lo necesito. Aliviado con el refresco, Federico me dijo: si usted ha regresado del futuro, cuéntenos cómo será la historia de España hasta esa fecha. Bueno, no será, ha sido ya (risas).

Lo primero es que muy pronto habrá una Guerra: el 18 de Julio del próximo año. ¿Cómo? ¿Quién la inicia? Pues los generales Mola, Sanjurjo, Franco, Queipo de Llano y otros más que se levantan contra la República. Madrid y Barcelona siguieron fieles a ella, pero Sevilla y Granada se unieron desde el primer día. ¡Qué pena! -dice Federico. ¡No le hagáis caso a este forastero, es un charlatán! dice otro. ¡O un vidente! dice otro. Eso es más probable. ¿Quién ganó la guerra? -dice Federico. Franco. -¡Mentiroso, cállese y no hable más! -¡Esperad! ¿Qué va a ocurrir con nosotros? -pregunta Federico. -Usted morirá en un accidente, y ahora están buscando su cuerpo por todas partes. ¡Ahora¡ Perdón, quiero decir en el año 2016. ¿Pero quién de mi familia me busca? -No, su familia no quiere buscarlo, son otra gente que nada tienen que ver con ella. ¡Qué indignación, qué canallada, malditos fascistas! No tienen bastante con los maltratos y persecuciones que estoy sufriendo vivo, también querrán perseguirme después de muerto. No, nada de eso, el fascismo ha desaparecido y tenemos democracia plena, pero los que le buscan son sus seguidores. Amigos como esos, al infierno; cuando muera, quiero descansar en la tierra y en paz.

-Profesor, ¿qué hace aquí todavía? ¡Son ya las dos, llegó usted a las diez de la mañana! ¿Se encuentra bien? Discúlpeme, me he quedado dormido. Discúlpenos usted, pensábamos que ya  se había marchado. He tenido una pésima pesadilla y un sensacional sueño, ya me encuentro bien, gracias, hasta luego.

Antonio Luis García Ruiz
Catedrático de EU de la Universidad de Granada

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