Antonio Luis Gallardo Medina: «Jubilados… esos olvidados»

Decía el escritor francés André Gide…»Cuando deje de indignarme, habrá comenzado mi vejez» y yo aunque jubilosamente jubilado, coincido totalmente con el gabacho, pues me siento totalmente indignado y, sin embargo, no viejo, con tanta injusticia y demérito para con los jubilados.
Ya, con el anterior gobierno socialista, el que fuera ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez defendió que los jubilados también deben hacer «sacrificios» al aceptar la congelación de sus pensiones para que la crisis sea lo más corta posible.

Este nuevo gobierno ya no sabe cómo apretar más a los pobres jubilados, pago, repago, pérdida del poder adquisitivo con las pensiones y así cada día más apretar la cuerda que nos tienen atada.

Muchos abuelos quieren dar lo que pueden, y lo hacen. Pero, por desgracia, a veces lo que sucede es que la generación más joven saquea a la generación anterior. Les quitan todo lo que tienen. Algunos expertos creen que los jubilados, que comparten sus pensiones y gastan sus ahorros, están siendo los héroes silenciosos de la crisis económica, y que sin ellos España vería mucho más descontento social.

Como escarpias se me pone el vello al observar lo que he presenciado hoy en la oficina de farmacia cuando he ido al retirar mi medicación y oír cómo otro jubilado le decía al farmacéutico que no retiraba las pastillas de la tensión porque no podía pagarlas.

Cuando ha salido el buen señor, me comenta el farmacéutico que empieza a ser habitual que patologías silenciosas y que no son dolorosas como la hipertensión, diabetes, colesterol, etc. no sean tratadas por personas de cierta edad y que hasta ahora retiraban su medicación con normalidad. No hablemos ya de los anti diarreicos y los jarabes para la tos que ya no se dispensan en el seguro y por tanto no pueden comprar.

Mientras, estos abuelos y jubilados tratan de sacar adelante a sus hijos, a sus nietos con pensiones en algunos casos que dan grima de cómo lo pueden conseguir. La crisis ha unido «por necesidad» a muchas familias, lo que beneficia a los más jóvenes, que reciben sus cuidados y consejos, pero también a los mayores, que confiesan su deseo de mantener relaciones familiares intensas. Hay que dejar de ver a los mayores como un saco de problemas; hay que verlos como un grupo de ciudadanos que contribuyen a que el país no esté peor de lo que ya está.

Mientras observan a su alrededor cómo la corrupción, robo, engaño y sinvergüenzas campan a sus anchas sin mirar que a su lado hay gente que lo pasa realmente mal. Hubo un presidente del poder judicial que decía que no podía viajar en turista por la categoría de su cargo, diputados y políticos viajan en  business class por el mismo motivo; no me digan que no da pena, ojalá se les caiga el pene a todos por no poder viajar en turista.

Luego tenemos a una señora de Podemos, que dice que la culpa es de los viejos porque no saben lo que votan y si no tenemos bastante con esta imbécil, viene la presidenta de la Junta a decirnos que ha ganado el recurso en la subasta de medicamentos y seguiremos con las pastillas indias y coreanas, que nos dan una diarrea que nos cagamos patas abajo.

Vendrá el tiempo electoral y entonces sí, vendrán a pedirnos el voto y decirnos cien mentiras sobre pensiones y beneficios que nunca veremos, como decía Serrat en su canción…»que a los viejos se les aparta después de habernos servido bien«. No obstante sigo estando indignado pero al mismo tiempo reivindico mi situación personal… Jubilosamente jubilado.

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