Sebastián Gertrúdix y Sergi Benal presentan en Granada ‘El mar será…’

«Un día vino un retratista a la escuela. El maestro le preguntó ¿Quién es usted? Soy de Briviesca y venía a ver si quería sacar una fotografía de los niños de la escuela. El maestro nos dijo que fuésemos a lavarnos y a arreglarnos. Cuando vinimos, bajamos los dos bancos a la calle y el retratista nos puso bien y nos retrató», de esta forma relataba uno de los alumnos de Antoni Benaiges, el momento en el que se inmortalizaba a este maestro catalán con su grupo de 17 escolares que sería asesinado al inicio de la guerra civil. Para cumplir su promesa de llevarles a ver el mar regresó al pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba, a pesar de estar ya de vacaciones, lo que hizo posible su detención el 19 de julio de 1936 y posterior asesinato seis días después. En el expediente de depuración las autoridades locales califican su conducta como «antisocial y antipatriótica». Su historia ha sido objeto de un documental realizado por Alberto Bougleux y Sergi Bernal que lleva por título ‘El retratista’ y varios libros. El último titulado ‘El mar será…’ (Ed. Gregal) escrito por el maestro de Primaria, Sebastián Gertrúdix Romero de Ávila (La Solana, Ciudad Real, 1951) y por el geógrafo y documentalista, Sergi Bernal (Barcelona, 1973) lo presentan este viernes, 23 de noviembre, en Librería Bakakai (Calle Tendillas de Santa Paula, 11) donde estarán acompañados por la maestra granadina especialista en la pedagogía Freinet, Teresa Flores, (20:00 h).

Antoni Benaiges, con su grupo de alumnos de Bañuelos de Bureba (Burgos)

La historia de este maestro catalán es breve pero intensa. Apenas ejerció dos años la docencia, cursos 34/35 y 35/36, pero dejó su impronta en los que fueron sus alumnos pues había bebido de las fuentes de la libre enseñanza y de la escuela renovadora. Quienes lo conocieron le calificaban como un avanzado a su tiempo que quería hacer de sus pupilos personas críticas. Para ello introdujo en su labor docente las técnicas Freinet, donde el texto libre, la imprenta y la correspondencia escolar tienen un protagonismo especial. Gracias a que la familia de Benaiges ha conservado un ejemplar de los cuadernillos realizados con una pequeña imprenta se sabe qué hacían y pensaban aquellos niños de un pequeño pueblo de apenas 200 habitantes -35 en 2017- en el que por entonces no había ni luz, ni agua corriente, ni carretera. Sebastián Gertrúdix y Sergi Bernal han recuperado su historia y testimonios de quienes le conocieron que le califican como una «persona muy abierta que sacaba de excursión a sus alumnos. Muchos padres estaban contentos porque les dejaba libres y no les pegaba, otros a lo mejor no tanto pues en lugar de llevar a sus alumnos a misa los llevaba al monte y podía ser un mal ejemplo para los jóvenes. También porque tenía un gramófono para que los niños bailaran».

La familia Benaiges ha conservado además de los cuadernos, algunas fotos y cartas manuscritas por las que se ha podido saber que el maestro pudo cambiar de colegio pero el decidió quedarse porque «veía luz en lo que estaba haciendo». También que no pudo cumplir su promesa de llevarles a la casa familiar de Mont-roig del Camp, para que sus alumnos vieran el mar. Con anterioridad habían contado en el cuadernillo titulado ‘El mar, visión de unos niños que no lo han visto nunca’. Para Lucía Carranza era «muy ancho, muy hondo y muy largo. La gente va allí a bañarse. Yo no sé nadar. El maestro dice que iremos a bañarnos y yo tengo miedo que me voy a ahogar». Su amigo y también maestro Patricio Redondo que compartía las técnicas Freinet, tuvo más suerte pues pasó por los campos de concentración franceses y se exilió a Veracruz (México) donde fundó en el año 1940 una escuela. «Gracias a él, Antoni Benaiges es más conocido en México que aquí pues allí sigue vivo», explica Bernal que comenzó a interesarse por su historia en 2010 cuando asistía a la exhumación de esqueletos en La Pedraja, unos montes que atraviesa la carretera nacional entre Logroño y Burgos donde el forense Paco Echevarría inició un trabajo en una fosa común. «El último día de exhumación una persona del pueblo pasó por la fosa comentando que una de las víctimas de entre los 105 esqueletos había sido el maestro de su pueblo lo que me llevó de un campo de muerte a otro de vida al conocer su trabajo en la escuela».

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