Verano que termina, con muchos niños pidiendo un alargue ante la proximidad de la tan temida vuelta. Mochilas, lapiceros, libros, rotuladores, cuadernos y otros utensilios desaparecen de los estantes de librerías y centros comerciales. En un abrir y cerrar de ojos, lo que se llena en horas desaparece en segundos.
Nos inundan de publicidad ante el temor bien fundado de los progenitores que ven sus carteras bastante menguadas por el excesivo gasto que deben afrontar. Pero, no todo es malo con la vuelta a la rutina. Cierto es que debemos cambiar los hábitos y dejar atrás el plácido descanso que otorga el ansiado verano. Con los libros de texto en la mochila, forrados, así como todo lo necesario para comenzar con buen pie, el alumno debe estar contento por numerosos motivos. En primer lugar, se nos presenta un nuevo reto: un proyecto distinto con la posibilidad de hacer nuevos amigos.
El afán de superación debiera ser otro poderoso motivo que nos haga ver los cambios con optimismo. No es tampoco desdeñable aludir a las nuevas ideas o conocimientos que vamos a adquirir. De la misma forma, emprenderemos actividades ilusionantes con los compañeros de pupitre, así como contaremos con nuevas metodologías o enseñanzas por parte de nuevos docentes.
Ahora, queridos alumnos y alumnas, el tiempo libre es más corto, si bien vamos a estar más ocupados con cosas que resultan muy interesantes. Eso sí, prestad la atención suficiente a las necesidades básicas, pues es muy importante que nada falte.
¿Ya compraste el calzado que necesitas? ¿Estudiaste para los exámenes de recuperación en caso de suspender el curso anterior?
Cambia los malos hábitos, si el resultado no fue el que debiera haber sido. Levántate antes si es que se te echa el tiempo encima. Hemos de regularizar nuestro reloj biológico para que la adaptación sea lo mejor posible.
Por último, dejemos atrás las prisas y hagamos una buena planificación. En este sentido, siempre es bueno llevar los cambios con naturalidad, y, de un modo progresivo.
Queridos lectores, esperando que mis palabras no caigan en saco roto, haré una última petición: mostrad la mejor de vuestras sonrisas.
Que no me despierten, hasta que la ficción se haga realidad.
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Profesor de ESO