Virtudes Montoro: «Qué hacer cuando no sabes qué hacer»

 

Te encuentras en una encrucijada, desorientado, perdido. Puede que estés ante una elección vital, en una situación de desempleo, ante una ruptura sentimental. Sea cual sea la situación; no sabes qué hacer, cualquier paso, decisión, está llena de dudas, la incertidumbre y el miedo se apoderan de la situación, y de ti. 

Lo que antes era seguro, ahora se tambalea y de repente, todo lo que se creía saber, se desconoce, todo lo que se creía seguro, no existe.
¿Qué hacemos? La única opción válida es, no hacer nada, hasta que al menos, sepamos qué no hacer.

Pararse, sentarse, pausarse. Ante un semáforo, nos paramos, evaluamos y cruzamos, sólo si está verde; de la misma manera, cuando no sabemos qué hacer, pararse es vital para no salir “atropellado” (en el mejor de los casos) de la situación.

Así, cuando no sabemos qué hacer, cuando nuestro mundo se ha transformado, cuando nuestro sufrimiento es insoportable, lo primero que deberíamos hacer es pararnos, ver de qué color está el semáforo: evaluar la situación, y en vez de actuar sin pensar, analizar qué no debemos hacer. Si nos focalizamos en lo que no queremos, en lo que no nos conviene, podemos ir descartando aquello que nos produce aún más incertidumbre.

Ante por ejemplo, un sentimiento de vacío existencial, en el que no sabemos qué es lo que queremos, qué lo que necesitamos, qué es lo que sentimos; podemos listar aquellas cosas que no queremos hacer; eliminar las trabas, en lo que no queremos focalizarnos. En esta pausa, ya sabremos que no queremos seguir en esa angustia, en esa nada que flota sin rumbo. Sabemos que de alguna manera, queremos encontrarle un sentido a la vida, aunque no sepamos cuál es. Cuando hemos descartado las distintas opciones, ahora, sí, podemos indagar en lo que sí queremos, en lo que nos hace sentir bien (persona, libro, un proyecto, un viaje, etc.): ese será nuestro sentido vital.

Todos, hemos sentido en un momento dado de nuestra vida, el vacío. La vida se nos ha atragantado y bloqueado, hasta el punto de no saber para qué estamos aquí. No hacer, esperar, silenciarse, respetar esa inmovilización que nos detiene, aceptar e indagar qué es lo que no queremos que esté en nuestra vida, y qué es, lo sí queremos que esté.

Muchas veces, no somos conscientes de las cosas que nos impiden vivir con plenitud, andamos soñolientos, sin prestar atención a lo que verdaderamente importa: nosotros y las demás personas. Este desconocimiento, nos crea una sensación de soledad y deterioro que, sin saber identificar, pervive con nosotros. Ante una decisión difícil y dolorosa, por ejemplo, la mejor elección será aquella que beneficie a más personas.

No hacer nada, de eso se trata, cuando toda nuestra vida pierde significado, pausarse es nuestra mejor opción, y ver, que no observar. Buscar aquello que realmente nos importa, lo que da sentido a nuestra vida: las demás personas, saber que son los demás lo que realmente nos hará felices.

El amor teje muy fino; ubica cada cosa cerca de la otra, con cuidado nos abriga de la nada y nos rescata, siempre y cuando sepamos descubrirlo en otros ojos, quizá en esos que nos pudieron dañar tanto. El amor nos completa, nos libera, da sentido a todo. Y el amor, precisamente, no hace nada. Silencioso aparece y se pausa, y nos enseña, todos los para qué de la vida.

 

Ver más artículos de

Virtudes Montoro López

Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso

 

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.