Ramón Burgos: «El telón»

En declaraciones a los medios de comunicación, días atrás, la actual ministra de Igualdad, Irene Montero mantenía una tesis no original, pero sí sustentada últimamente por unos y otros –independientemente del partido al que deban su sometimiento–: “La justicia ha tumbado la ‘estrategia de señalamiento’ al movimiento feminista”… Aunque, no obstante, en este mismo testimonio la “número dos de los morados” finalizaba lamentándose de la “criminalización” sufrida: “ahí queda”, dijo.

La exposición antedicha –a nuestro alcance y reflexión, ahora que disponemos y podemos brujulear con gran facilidad en hemerotecas, videotecas, archivos sonoros, etc.– fue espetada a algunos de los periodistas cuya profesionalidad se está poniendo en duda por los mismos que, a diario, buscan el encuentro con las grabadoras o envían comunicados en cantidad similar a los churros que deberíamos pedir para un desayuno multitudinario –y no entro a analizar su “calidad” por no tener comparación alguna con el magnífico producto servido en muchas de nuestras cafeterías–.

Al hilo de todo ello y, no lo oculto, en unión con aquellos a los que considero “testigos del diario vivir” –los que mantienen la calidad de “declarantes de la realidad”– puedo permitirme recordar a todos que la prudencia siempre ha sido buena consejera, aunque invariablemente inmersa en un marco de igualdad y respeto a las normas colectivo-universales. Los derechos propios tienen su límite en la no colisión con los ajenos. Ni siquiera las mayorías –sean, en un contexto más global, “facciones” o no– pueden aplastar a las “minorías”; y más aún si la equidad no es la norma primigenia.

De este modo, y si como creo, ahora deberíamos batallar en aras de un desarrollo más equilibrado de nuestra convivencia, por lo vivido y lo que nos queda por vivir, estimo que no es el momento –ni lo será nunca– de culpabilizar a otros de nuestras acciones no justas ni honestas, sino de mantener el telón arriba de una obra cuyo reparto multitudinario nunca ha sido igualado: nuestra convivencia en cultivo de un futuro cabal.

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Ramón Burgos
Periodista

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