Ramón Burgos: «Puñetas»

La verdad es que a uno le entran ganas de mandar a algunos a “hacer puñetas” –ese encaje o vuelillo de algunos puños que define el Diccionario–, y no tanto porque sean pejigueras, difíciles o afines a la molestia, sino porque se han empecinado en hacernos –y no hacerse– la pascua.

Me refiero a aquellos ciudadanos que no saben ni quieren convivir en paz y armonía, teniendo como único interés en su diario vivir encontrar cualquier pretexto para mortificar al primer ser humano o animal que se le cruce en su camino.

Dicen que algunos de estos “casos” tienen su base científica en el ya largo periodo de confinamiento que hemos –estamos– vivido, pero yo –al menos– mantengo que también debe de existir una razón genética o intelectualoide anterior, cercana al desarrollo del carácter de cada cual.

Y esto, como otras muchas cosas en la vida, tiene una vacuna absolutamente eficaz: la de entender y actuar como “seres de luz” (ya os he hablado de ellos en reflexiones anteriores).

Pero, ¿a qué viene todo esto?

Es sencillo, se me ocurrió, días atrás, salir a la calle para comprar las necesarias viandas para la supervivencia y evitar la depresión de un frigorífico vacío, y, como en el chiste –la realidad supera a la ficción–, a mi saludo de “buenos días” el que era mi interlocutor contestó con un “¡a ti te voy a entretener!”, siguiendo su camino y acelerando el paso, como si hubiese visto al mismísimo ángel caído.

No me cabe duda: ha llegado el momento de “re-escolarizarse” y “re-educarse”; es decir, volver al colegio para aprender ciencia, filosofía, ética, etc., y habitar en nuestras casas para cultivarnos en educación (aunque se trate de “vueltas virtuales”, a las que, por cierto, nos vamos acostumbrando poco a poco).

La verdad es que no sé si, en estos tiempos, la concepción de vivir en un “pueblo” –por el contrario de lo que, dicen, sucede en las “ciudades”– mantiene la inconmensurable ventaja de la cercanía y el conocimiento… Mañana, quizá, cuando vuelva a patear por el exterior de mi casa, os pueda contestar con mayor certeza.

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de

Ramón Burgos
Periodista

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