Rafael Reche: «El flamenco en el aula universitaria, con el compañero Luis Garzón»

Ahora, tras meses de escribir una treintena de artículos, no se despega de mí la inquietud permanente que me acompañaba cada semana, con el consabido pellizco en el estómago y las sombras de duda, ¿Sobre qué tema de interés abordar?

La misma rutina se repite, una y otra vez, sentarme, mirar el cursor del ratón parpadeante y quieto sobre la hoja inmaculada que me desafía desde la pantalla del ordenador, mientras en la cadena de radio suenan las canciones de siempre (una afición que adopte desde la juventud), me queda esperar paciente que lleguen las musas y me sorprendan trabajando. Se entabla la lucha con las únicas armas del escritor: las palabras y las ideas que orbitan sin control como satélites en la cabeza y en contra, la rebeldía solitaria de abandonar como legítima defensa.

El autor de esta entrevista junto a su cuadro dedicado al flamenco

En medio de esta batalla mental incruenta me encontraba cuando a mi lado tenía la respuesta a mi propia indecisión El cuadro inacabado al óleo ¿Cómo no ver la fuente de inspiración en él? Lo miro con otros ojos, la imagen lanza su carga y fluye el dialogo entre la obra y su autor. En el remanso de una noche se abre lo oscuro bajo la luz de las hogueras, desvelan pedazos de la Alhambra que reposan en su quietud de siglos: La plaza de los Aljibes, lienzos de muralla escoltados por torres, la Puerta del Vino y el Palacio de Carlos V. El espacio abre la mano, recobra la riqueza que salta los tiempos, para hablarnos del Flamenco, arte donde todo se trasfigura: las manos y las cuerdas se funden en un lamento de una guitarra, los brazos y las piernas de la bailaora empujan el dinamismo, el mantón en su movimiento ondulante reaviva la pureza del baile de la gitana en un hechizo radiante que la busca. Ingrávida danza en el centro del mundo, en el corazón de Granada se abraza al canto andaluz que lleva en su alma. Baile y cante hondo vencen a la noche, la muralla y torres fúlgida de la Alhambra pregonan su fuerza mientras las hogueras se extinguen.

Cuando deje aquel mar gaditano, una ola me trajo al Sacromonte y Albayzín, ahora estoy cumpliendo mi sueño de pintar una obra de Flamenco. Alcanzar a transmitir unos sentimientos convertidos en una expresión de un espíritu, de alegría y otras de zozobra.

Grupo de Flamenco en el Albaicín, Granada ::R. RECHE

¿Qué es el flamenco? Para ello, quien mejor que nuestro compañero de la Universidad de Granada y del Aula universitaria de mayores (APFA) Luis Garzón Isac que nos relate con sus palabras su propia experiencia en el Flamenco.

Pero antes, respetados lectores permitirme una escueta pincelada. El Flamenco es un arte, fruto de la influencia y el mestizaje de varias culturas como la gitana, árabe, cristiana y judía. Integra música, cante y baile y, en la actualidad, esta expresión artística se aprecia y practica en todo el mundo.

Por su gran intensidad emocional, el derroche de sentimientos que los artistas imprimen en las interpretaciones, el Flamenco fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010.

No me dejo de sorprender de los compañeros universitarios mayores, con sus multiplicidades de capacidades y en este caso de un hombre que pasa casi desapercibido, callado, que a nadie incomoda, nos cruzábamos en los pasillos, compartíamos aulas y actividades en la asociación ALUMA. Descubrí a Luis Garzón, que entre sus aficiones es un cantaor de flamenco.

ENTREVISTA A LUIS GARZÓN

Luis Garzón, ingeniero jubilado, estudiante del Aula y cantaor de Flamenco

Luis Garzón Isac, nació en Torreblascopedro (Jaén), estudió en Madrid, Ingeniero Técnico de Obras Públicas, profesión que ha ejercido 40 años, los últimos 22 en Granada, como funcionario de la Junta de Andalucía, en el Servicio de Carreteras.

Rafael Reche ¿Cómo emergió tu afición por el Flamenco?

Luis Garzón. Viví desde los 11 años hasta los 17, en Linares, donde había mucha afición al flamenco. Se celebraba un concurso anual de tarantas mineras de gran repercusión en ese mundillo, evento que aún perdura. Recuerdo que en las tabernas se podía oír cantar a aficionados espontáneos, incluso con piques entre unos grupos y otros, piques que a veces terminaban en peleas serias, lo que también era un pequeño espectáculo para los demás parroquianos; a mediados de los años 60 esa costumbre ya empezaba a estar mal vista y en las tabernas y bares, aparecían carteles de «​Prohibido el cante y el baile». A los 17 años me fui a Madrid para estudiar y allí también tuve oportunidad de escuchar a muchos cantaores entonces famosos y también de oír cantar a muchos aficionados. En los sótanos de algunos bares de las Cavas, junto a la Plaza Mayor, se permitía cantar y allí nos reuníamos los amigos para oír o participar, según aptitudes y nivel de vergüenza, y no sólo flamenco, lo que fuera.

R.R Ahora Luis una vez retirado del trabajo activo ¿Cómo afrontas tu afición al Flamenco?

L.G. Mi situación actual es jubilado y estudiante del tercer curso en el APFA de la UGR.
Mis aficiones: la música, pero especialmente cantar Flamenco, la Literatura, el Campo, mis Amigos… Todas me dan muchísimas satisfacciones, pero con el cante las vivencias son distintas. Puedo comunicar, cantando, ideas, historias, sentimientos, emociones, y eso, para mí, es muy gratificante, además de darme ocasión de conocer y tratar a gente de muy diversa condición, orígenes, formación, edad, etc.; desde el humilde pintor de brocha gorda, el peón de albañil, la pescadera, la catedrática de Universidad, la limpiadora, el Fiscal jefe de Sala, el ingeniero jefe de División de gran empresa, el que se gana la vida cantando en la calle, la bailaora-empresaria… todos hermanados y coleguillas gracias a la común afición. Colegas sólo mientras durase la clase, el recital, o el espectáculo que fuese, claro.

R.R ¿Cómo te ven de cantaor de Flamenco, la familia y los amigos?

L.G. Un capítulo aparte merece mis dos hijos y su influencia en mi persistente afición a cantar flamenco: mi hija es experta en técnica vocal, y esa es su profesión; se doctoró en Psicología con esa especialidad. Queda claro cuál es su influencia en mi afición y la mía en la de ella. Por otro lado, mi hijo tiene como una de sus aficiones favoritas la de tocar la guitarra, y en especial, la guitarra flamenca, cosa que hace muy bien, al menos para mí, su padre; me ha acompañado a veces en alguna de mis actuaciones, y siempre con más aplausos para él que para mí. Y yo tan feliz, claro. Siempre me ha gustado el flamenco; en mi casa oía cantar a mi padre, a mi hermano, a cantaores amigos que invitaban ellos a casa, pero a mí siempre me dio mucha vergüenza cantaren público, aunque fuese sólo ante los amigos. Canté por primera vez en público con más de 50 años. A partir de ahí empecé a estudiar flamenco más en serio y a hacerme amigo de cantaores y guitarristas profesionales, que me han enseñado lo poco que sé y lo muchísimo que me queda por saber de este arte.

Antonio Gómez (el Colorao), excelente profesor y mejor amigo, su hijo Sergio, Alfredo Arrebola, Juan Pinilla, entre los más conocidos, que también me han dado su saber y su amistad; guitarristas como Luis Mariano Ranedo, Vicente Márquez, José María Ortíz, Ángel Alonso

Flamenco en el Aula

R.R. Luis, ¿Cómo ha influido la pandemia en tu afición?

L.G. Hasta que nos vino el dichoso virus me juntaba con algunos amigos flamencos un par de días a la semana para practicar y aprender. El maestro nos ponía deberes que teníamos que trabajarnos para la siguiente semana; una frase de un cante concreto nos podía durar, según su dificultad, un par o tres de semanas, y el cante completo, un par de meses. O más, para un estilo determinado de seguiriya, por ejemplo. Era divertido y siempre esperábamos ese día de clase con ilusión. Ahora esperamos también con ilusión que se acabe esta epidemia y podamos hacer lo de antes, aunque sea con mascarilla.
Aquí también es obligado citar a mi mujer que, aunque no entendía mucho de flamenco (podía confundir un garrotín con un bastón pequeño), sí ha aguantado durante muchos años mis reuniones en casa con mis colegas de cante, donde celebrábamos el rito semanal de las clases, dirigidos por el maestro guitarrista Luis Mariano. De tanto oírnos, aunque a distancia, ha terminado por hacerse una experta sin pretenderlo.

R.R. Para finalizar ¿Dónde has cantado y qué consejos darías a los compañeros sobre el Flamenco?

L.G. He cantado en varios festivales benéficos, en peñas flamencas, en bares con música (La Tertulia, El Liberia, La Barbería, El Puntarrón,…), he participado en la presentación de algunos libros de poemas, poniendo música flamenca a algunos y grabándolos después en disco (Déjame Volar, de José Ganivet, Cartografía de una Tangente, de Yago Mellado, un Ramo de Poesías, de Manuel Gámiz,…)

Animo desde aquí a todas mis compañeras (femenino genérico, con perdón) a los que les guste la música a que se animen y se tiren al ruedo, que es muy gratificante. Decía alguien del que no recuerdo su nombre que «si en el bosque sólo cantasen los pájaros que lo hacen muy bien, el bosque sería muy triste y aburrido»; y otro, que “con el canto nos tapamos para soportar los inviernos”. Y quien dice los inviernos dice las pandemias, las penas, los sinsabores…

Gracias, amigo Luis Garzón por deleitarnos con tus palabras y cante. Te esperamos en los actos de XXV aniversario de la Asociación ALUMA de este próximo curso. Y cierro con una frase “Hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros”.

 

Leer más artículos de
Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

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4 comentarios en «Rafael Reche: «El flamenco en el aula universitaria, con el compañero Luis Garzón»»

  • el 3 junio, 2021 a las 8:59 am
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    Enhorabuena Rafael. El tema que has elegido esta vez, el flamenco, forma parte de nuestra identidad española, pese a que haya personas que renieguen de su pasado. Forma parte de nuestra cultura, y heredera de otras que mencionas que demostraron su grandeza en el pasado. Como de costumbre has elegido al entrevistado adecuado y conocedor del tema. Ánimos, sigue, no desfallezcas.

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    • el 5 junio, 2021 a las 7:29 am
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      Amigo Diego sigue siendo un placer leer tus comentarios de un hombre que ama y estudia nuestra raíces de historia. El flamenco es una señal más de identidad.

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  • el 3 junio, 2021 a las 12:41 pm
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    Muy bien escrito Rafa él flamenco son nuestras raíces que no se deben de olvidar a mi me gusta siempre estado apuntado a peñas cuando estuve en Barcelona cuando me vine aquí siempre que he podido he ido a ver festivales y nosotros en la asociación siempre hemos hecho todos han venido sin cobrar y la guitarra flamenca me gusta mucho y ahí tienes al gran Paco de Lucía que la guitarra habla un abrazo

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    • el 5 junio, 2021 a las 7:32 am
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      Amigo Antonio, desde luego tu que viviste la etapa dura de la emigración en centro Europa, el flamenco sonaba en aquellas tierras lejanas y saltaba las lágrimas del recuerdo de la España lejana

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