José Luis Abraham López: «No hay más mundo vivaz que el de la infancia»

Sin victimismo ni melodrama, una joven reniega de su nombre pero jamás de conocer las infinitas aventuras que le ofrece el mundo real en un imparable aprendizaje.

Desde una voz narrativa en primera persona, la joven Antonia Flores Pérez lo tiene claro: a sus doce años ha tomado la decisión de cambiar de nombre. Este es solo el comienzo de Tonia Flowers. Me cambio de vida, de la escritora Montserrat García Comino, publicada por Espiral Ediciones.

Aunque está cansada de soportar las fechorías de su compañera Carlota, Tonia no es la única víctima: también lo es Carlitos Payeras. Aquí comienza a definirse los conflictos de la protagonista más con su entorno que consigo misma, pues es decidida e independiente y con claro sentido de lo justo.

A lo largo de sus ciento ochenta y seis páginas, la protagonista nos acompaña de la mano por su infancia, con sus excitantes descubrimientos, agudas observaciones y su natural sentido de lo que es sentirse incomprendida.

Entre los fotogramas que nos ofrece Montserrat García Comino no falta la presencia inesperada de un nuevo profesor de Educación Física, Eduardo, que despierta la animosidad de las alumnas; tampoco juegos infantiles de moda entonces como las gomas, el yoyó, las pegatinas o las canicas además de su afición desbocada hacia el manga.

A través de Tonia, la autora demuestra una gran solvencia en la representación de personajes variopintos: el bruto Gonzalo y su rencoroso y vengativo hermano Marcus, el solidario y charlatán Jonás, la maquiavélica Carlota. Otros vienen caracterizados por gestos repetidos como la costumbre de Carlos de expandir sus ventosidades en clase o la risa escandalosa de Luisín; todos ellos retratan una época en la que todos nos sentimos reconocidos.

Portada de Tonia Flowers. Me cambio de vida, publicada en Espiral Ediciones

Aunque la vida de Tonia no es lo que podríamos llamar aburrida, en muchas ocasiones la escuela le resulta un espacio tedioso y es en el mundo académico donde se desarrollan casi todas las andanzas y afectos: profesores y compañeros de pupitre (testigos unos y cómplices otros) conforman una viva galería de caracteres que animan el incesante deseo de acción. Con determinación en sus acciones y perspicacia en la manera de ver la realidad, no parece Tonia Flowers precisamente ejemplo de ignorancia y confusiones propias de esta edad dorada.

La autora perfila el mundo imaginativo de la protagonista que nace hacia la curiosidad y hacia numerosos interrogantes, cubriendo lo que no entiende con ingeniosos arranques de dócil inventiva. Así, asiste sorprendida a la bullidora vida que el pequeño pueblo donde vive adquiere durante las fiestas.

Montserrat García ha sabido combinar la acción atractiva para el lector adolescente con dosis de puro didactismo, como cuando explica el término “Cerbero”, crápula, etc., además de algunas enseñanzas sobre la vida saludable, teniendo muy presente quiénes son sus destinatarios potenciales.

Con un estilo ágil y un lenguaje vivo que hacen su lectura entretenida, Tonia Flowers. Me cambio de vida, además de asegurarnos horas de entretenimiento hace reflexionar sobre la importancia de la aceptación en un grupo, los caprichos en el amor, las pasajeras modas de ropa, en una época como la infancia que desde luego puede ser cualquier cosa menos aburrida y siempre sorprendentemente cautivadora.

La trama de la novela está acotada desde los doce años de la protagonista y el viaje fin de curso. Ocurrencias, travesuras, trastadas, inquietudes primerizas, etc. pueblan los veinte capítulos de esta novela ilustrada cuyo foco principal recae precisamente sobre quien cuenta la historia: una joven que reniega de su nombre pero jamás de conocer las infinitas aventuras que le ofrece el mundo real en un imparable aprendizaje hacia la conquista del ser.

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