En ‘Los crímenes del callejón de las Monjas’ Gastón Morata traslada a sus lectores a la Granada de principios del XVIII

Desde su arranque como escritor con el ‘El perfume de bergamota’ (2007) el médico granadino José Luis Gastón Morata (1955)  es un habitual de la Feria del Libro de Granada donde ha estado presente cada dos años siendo uno de los autores más vendidos. Tras el obligado paréntesis de la pandemia regresa ahora con una novela ambientada en Granada, como no puede ser de otra manera, pero en una época menos habitual pues la mayoría de sus obras se desarrollan en el Reino de Granada y en esta ocasión nos traslada a principios del siglo XVIII. Esto es lo que no cuenta de ‘Los crímenes del callejón de las Monjas’ (Ed. Miguel Sánchez), obra con la que estará  el miércoles 18, a las 19:30 h en el, pabellón central junto a la Fuente de las Batallas, y lo hará con el periodista y escritor, Gabriel Pozo Felguera. y a continuación estará en la caseta de firmas.

 

«Comencé a escribir la novela en abril de 2020, en plena pandemia y he tardado año y medio. Es curioso, pero salvo que el año 1705 no fue bisiesto como 2020, a partir del 1 de marzo, las fechas de ambos años son coincidentes, en todos los aspectos, lo que me facilitó estructurar los capítulos en días concretos. El relato se inicia el 8 de marzo, domingo, y finaliza el 19 de junio. Son coincidentes la Semana Santa, la Ascensión, el Corpus,.. Aunque disponía de una versión electrónica del manuscrito de Afán de Ribera desde hacía 12 años, parece que esta novela tenía que escribirse entre el 2020 y el 2021», nos cuenta sobre el momento de la creación de esta obra de la que igualmente comparte otros muchos detalles en cuanto a los hechos históricos que la originaron y espacio en el que se desarrolla.

«Durante la guerra de Sucesión por el trono de España tras la muerte de Carlos II sin descendencia, en Granada se tramó una conjura para derrocar a Felipe V de Borbón y entronar al archiduque Carlos como Carlos III de España. Aunque la ciudad había jurado lealtad a Felipe de Borbón en diciembre de 1700, la adhesión de los granadinos no era total, al igual que ocurría en la mayoría de los territorios españoles, donde los dos aspirantes al trono, Felipe de Anjou y Carlos de Habsburgo, contaban con partidarios y detractores —felipistas y austracistas—.

La insurrección granadina se había formado en torno a un fraile de la Orden de los Mínimos, Francisco Sánchez, y un médico italiano, Antonio María Corambona, llegado a Granada en 1704. El religioso vivía exclaustrado en la calle San Juan de los Reyes en el domicilio de un escribano de la Chancillería, junto a varios valencianos más. Los conjurados pretendían organizar un motín popular para proclamar al archiduque Carlos como rey, que coincidiría con la llegada de tropas austracistas a la costa granadina para ayudar en el levantamiento.

Si la historia de Granada es rica y variada también los son sus leyendas. De la guerra de Sucesión quedó una antigua tradición granadina que aparece recogida por primera vez en Paseos por Granada y sus contornos de Juan Velázquez de Echeverría que aseguraba que en el Arco de las Monjas, el acueducto que nutría de agua al convento de Santa Isabel la Real, fueron ahorcados y padecieron el digno castigo de su rebeldía algunos de los que se mostraron desafectos al monarca Felipe de Borbón, y que desde entonces muchas personas, habían tenido visiones espantosas, y se seguían forjando fábulas horrorosas sobre ese lugar sombrío, solitario, y nada apacible durante la noche.

El autor en el callejón de las monjas, escenario de su novela y el arco de las monjas en una imagen antigua

Años después, en 1885, Antonio Joaquín Afán de Ribera publicó ‘El Arco de las Monjas’, en el que aseguraba que siete austracistas, tras reunirse en conciliábulo en una casa en la calle de los Toribios, cercana a la iglesia de San Miguel Bajo para derrocar a Felipe de Borbón, aparecieron colgados de escarpias en el Arco de las Monjas, interpretando la tradición como un “ajusticiamiento”, llevado a cabo por la propia Chancillería granadina para abortar la conjura intentada en Granada durante la primavera de 1705. Convertía la tradición recogida por Velázquez de Echeverría en una macabra leyenda, al mezclar fantasía con la realidad».

Así mismo, refiere que en Los crímenes del callejón de las Monjas ha intentado seguir fielmente lo ocurrido en la primavera granadina de 1705 permitiéndose, eso sí,  «mezclar la narración de Afán de Ribera con la historia de la conjura contra Felipe V de Borbón, para crear una novela de suspense con la única pretensión de entretener. La novela se inicia al aparecer los siete colgados en el Arco de las Monjas y los alguaciles de la alcaldía del crimen de la Chancillería de Granada deberán identificar a los asesinados y la autoría de los crímenes, ya que en Granada se ignora en ese momento que exista una conspiración».

Por tanto, muchos personajes que aparecen en el relato son reales, desde las autoridades civiles y religiosas que entonces regían la ciudad, (jueces de la Chancillería, eclesiásticos, munícipes, militares, estamento nobiliario) así como los principales conjurados que pretendían levantar el reino granadino.

Sus lectores afirman que sus narraciones están muy documentadas lo que explica porque  «relatos se encuadran en el genero de novela histórica porque son ficciones verosímiles y relacionadas con el momento histórico en el que transcurre. Precisa, además de los ficticios, personajes reales, protagonistas o secundarios que intervengan en la trama de la narración. Requiere una documentación exhaustiva para evitar gazapos referentes a vestimentas, unidades de medidas, alimentos, edificios, costumbres, …. que suelen ser captados por el lector»

A ello añade que, además del protagonismo de los personajes del relato, siempre hay un segundo “personaje” fundamental que es Granada. «De nuevo, en esta novela, aparecen sus calles, plazas, barrios, mesones, posadas, mercados, …. y costumbres granadinas que acompañan a la trama y ayudan a conocer cómo era la ciudad en la época en la que transcurre el relato. Este protagonismo obliga a conocer Granada desde los puntos de vista, histórico, geográfico, urbano, el paisaje y el paisanaje … Granada tiene un atractivo literario que supera al de otras ciudades, por pasado, paisajes y paisanaje. Granada tiene su encanto y el de todas las demás ciudades, decía Antonio Machado». Y es que desde su juventud, Granada ha sido el tema principal de sus lecturas. ya que dispone «de una buena biblioteca de temas granadinos en los que busco y rebusco constantemente, y que cada día se amplía». Para terminar, manifiesta su agradecimiento  a Gabriel Pozo Felguera que se prestó gustoso a facilitarle la bibliografía que me faltaba sobre la conjura.

 

 

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