Daniel Morales Escobar: «Teatro en Salobreña, teatro en todos sitios»

El pasado 27 de agosto asistimos a una representación de teatro en Salobreña. La obra era «Aquí no paga nadie» (“Non si paga, non si paga!”), del dramaturgo italiano y Premio Nobel de Literatura Darío Fo. Escrita en 1974, en plena crisis económica del petróleo y con los precios de todo por las nubes, la propuesta de Fo adquiere ahora una gran actualidad. Es por lo que la compañía que llevó a cabo la representación se decidió por ella. Aunque este artículo no va del escritor, ni de la obra ni de la crisis, sino de esa compañía que se subió al escenario del auditorio José Martín Recuerda, ya que no es de famosos actores profesionales, de los que solo su nombre sirve de reclamo, sino de aficionados desconocidos que forman parte del Taller municipal de teatro de Salobreña. Pero lo hicieron como lo habrían hecho los mejores profesionales. Cinco salobreñeros, de nacimiento o de residencia, que hace tiempo decidieron hacer del drama y la comedia su gran afición, a la que dedican muchas horas y energía, pero con gusto. Se trata de Maribel Varona, Ramón Verdú, Mari Carmen García, Tina Martínez y Juan Carlos Vinuesa, todos bajo la buena dirección de Gustavo Funes.

Cartel de la obra

Ramón, que asume uno de los papeles principales y al que conozco personalmente, se toma su hobby muy en serio. No solo dedica muchas horas a ensayar, igual que todos ellos, sino que los días previos a la representación cuida especialmente su voz, evitando salidas y riesgos, al objeto de que no pueda fallarle en el escenario. Y su voz es magnífica: potente y clara, con impecable dicción, para que todo el público lo escuche a la perfección. Es un aficionado muy profesional que me cuenta al terminar y ¡ya sí! con unas cervezas delante, que un actor no solo debe conocer y memorizar bien el papel para poder interpretarlo, sino que es necesario que lo comprenda y lo sienta porque, si no, no sabrá darle a cada momento la emoción que requiere.

 

Tina Martínez y Ramón Verdú en un momento de la representación. Foto: E.C.M. En la imagen de portada: Juan Carlos Vinuesa, Ramón Verdú, Maribel Varona y Mari Carmen García.

El caso es que pasamos un buen rato, por lo que me dio por pensar que debería haber más grupos así por nuestra geografía. Y como la vena de enseñante la llevo siempre, me pregunté por qué no se fomentará más el teatro en los colegios e institutos. Sería una manera entretenida y humana de aprender muchas cosas: Literatura especialmente, e Inglés, Francés, Alemán, …, Latín o Griego, porque en todos estos idiomas —y no solo en el nuestro— hay grandes obras que representar; pero también a memorizar, a actuar y a hablar en público con desenvoltura; en definitiva, a hacernos menos tímidos y más extrovertidos en una sociedad competitiva e injusta que margina a los primeros y encumbra a los segundos. Ignoro la respuesta certera a esa pregunta. Podría arriesgarme con un par de teorías personales poco correctas políticamente, pero no quiero ser crítico, sino solo dejar aquí la idea. El teatro —al igual que la música, la escritura, la pintura o la danza— debería estar más presente en nuestros aburridos currículos de Secundaria y Bachillerato. Fomentar una enseñanza creativa no solo daría a nuestros alumnos herramientas para ser más felices en el futuro, sino que los habilitaría mucho mejor para enfrentarse a los conocimientos «clásicos» del sistema educativo, los de las ciencias y las letras.

Volviendo al principio, mi enhorabuena a Gustavo, Maribel, Ramón, Mari Carmen, Tina y Juan Carlos. Han logrado entretenernos, hacernos reír —y pensar— e incluso conmovernos. No se puede pedir más a quien interpreta solo por vocación y placer, aunque seguro que ese placer fue para ellos el mejor pago.

 

Ver artículos anteriores de

Daniel Morales Escobar,

Profesor de Historia en el IES Padre Manjón

y autor del libro  ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)

 

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