Juan Gallego Benot: «Mi manera de escribir y pensar la poesía es espacial»
El joven poeta sevillano, Juan Gallego Benot (1997), estará el viernes, 3 de marzo, en Granada para presentar su segundo poemario ‘Las cañadas oscuras‘ (Letraversal). Será en Tremenda Librería (19 h) de la Calle Molinos, donde estará acompañado por Aderián Viéitez. Con el anterior, ‘Oración en el huerto‘, publicada por Hiperión en 2020, gracias al Premio Tino Barriuso, le supuso una de las mayores alegrías de su vida. En la actualidad escribe su en Madrid su tesis doctoral sobre la literatura religiosa de los siglos XVI y XVII, con la que pretende demostrar que «la Reforma Protestante influyó mucho más en los países católicos de lo que se cree desde la Contrarreforma. Así lo demuestran autores como Juan de la Cruz o John Donne. Está siendo una etapa muy intensa en la que estoy aprendiendo mucho».
– ¿Cuándo se despierta en usted el interés por la poesía?
– En casa había algunos libros de poesía: las obras completas de Lorca y una colección de antologías llamada “Las poesías del verano”, que daban con un periódico. Así fue como me acerqué por primera vez a Alberti o a Neruda, pero en realidad a mí la poesía que me fascinaba era la que escuchaba en las coplas y en los boleros (también teníamos colecciones de casettes y CDs de los periódicos). Yo escuchaba a Marifé o a Concha Piquer cantar por Quintero, León y Quiroga y me sentía representadísimo, mire usted, a mis once o doce años.
– ¿Cuáles considera que son los libros de poesía que más le han influido?
– Vuelvo con muchísima frecuencia a Hojas de hierba, de Whitman, a los Sonetos de Shakespeare y a Memorial, de Alice Oswald, aunque no son libros que relea, sino que acudo a ellos para encontrar la paz de lo reconocible y la claridad de lo que me reafirma. Supongo que sucede algo similar con la Biblia. Por otro lado, siento que me influye casi todo lo que leo e intento no cerrarme a nada. Todo material es bienvenido y lo incluyo y escribo como puedo.
– ¿Qué le ha supuesto la consecución del II Premio Tino Barriuso de Poesía Joven 2020 con su poemario ‘Oración en el huerto’, (Hiperión, 2020)?
– Ha sido una de las mayores alegrías de mi vida. He podido viajar para leer mis poemas, he conocido a mucha gente a la que ahora quiero mucho, he compartido mis poemas con lectores y con lectoras generosas y he tenido oportunidades artísticas que me siguen abrumando. Los organizadores del premio han sabido recoger el legado de Tino Barriuso y transmiten con emoción todo el cariño que le tenían a todas las personas que han ganado el Premio.

Sobre la obra
– Para los que no somos de Sevilla, me gustaría saber ¿Qué son las cañadas oscuras, en su realidad física?
– Es una metáfora que he utilizado y que es voluntariamente antilocal, a partir del Salmo 23 («El Señor es mi pastor, nada me falta»). Es decir, las cañadas oscuras no se corresponden con ningún lugar topográfico de Sevilla, aunque creo que es posible identificarlas en muchas partes. Quizá lo más interesante del libro sea eso: una extraña correspondencia de los poemas con el paisaje. Triana es el referente documental, pero creo que hablo de cuestiones más universales que regionales. Las cañadas oscuras son los vados de un río que ofrece su belleza al paseante, pero también su peligro y su desborde; son esos puntos ciegos de los planes generales de urbanismo, que esconden intereses espurios o que omiten realidades dañadas. Enuncian también la posibilidad del amor nocturno y peligroso, ese amor oscuro lorquiano que aquí quizá tiene un sentido más material, menos evocativo.
– ¿Cómo definiría su libro? ¿Por qué eligió esta temática?
– Un amigo lo ha definido como «poesía de arrabal» y me convence mucho. Es un poemario-río, muy del gusto inglés, que tiene un sustrato en el documento (la creación de la ciudad contemporánea a partir de la expulsión y la segregación racial) pero que busca pensarse como laberinto emocional por unas circunstancias de creación contemporáneas. Necesitaba demostrarme que la poesía, en su inutilidad política, sí podía al menos intentar recoger la ciudad en su forma y en su ritmo, que podía entender la ciudad desde su contradicción y que podía trabajar en ella con honestidad. Necesitaba, por otro lado, ser capaz de nombrar el amor ahí, y no fuera; no en un “lugar ameno” sino entre la especulación y el racismo.
– ¿Cómo le ha ido dando forma?
– Ha sido un proceso largo, de unos tres años. Mi método, influido por los métodos de los artistas visuales contemporáneos, ha sido constituir un archivo de decretos franquistas, cantes flamencos y estudios académicos y dejarme llevar por ellos. Me he dejado empapar por todos los materiales, sin buscar un juicio académico ni una historia unitaria, y me he dejado desviar. De ahí han salido fragmentos de poemas y relatos que he ido desechando y depurando hasta tener algo que me convencía.
– La nota inicial y la extensa relación bibliográfica, pueden hacer pensar que estamos ante un ensayo o una investigación, ¿Qué ha pretendido con este texto?
– La nota inicial, que he intentado que sea lo más breve y neutra posible, intenta situar a los lectores en un entorno reconocible, para que no haya una presión por desenmascarar una historia ni por hallar un hilo narrativo. He intentado decir: «bueno, el fondo histórico es este y está mejor contado por otras personas; lo que presento aquí son poemas que parten de ese lugar, pero intentan no atar la lectura a él». La bibliografía discurre en la misma dirección. La mayoría de las fuentes que cito cuentan con mejores herramientas y perspectivas la historia del antigitanismo y la evolución urbana de la ciudad contemporánea, así que no tiene sentido volverla a contar. Yo he querido establecer una relación poética entre todos esos términos y conceptos, pero en ningún momento planteo una tesis académica o historiográfica. Lo que yo tenga que aportar en ese sentido habrá de buscarse en la categoría de los poemas.

– Su libro, ¿es un buen ejemplo de la combinación de la poesía y la arquitectura?
– No sé si es un ejemplo, pero desde luego son mis dos grandes pasiones de toda la vida y aquí hay un protagonismo de ambas. Mi manera de escribir y pensar la poesía es espacial. El ritmo, las metáforas o la distribución de los versos funcionan para mí como itinerarios y su labor la concreto mejor al plantear un modo urbanístico de la escritura.-
– La nevada de 1954, epidemias o las inundaciones del Tamarguillo, le sirven para entablar un diálogo poético entre Sevilla y el Guadalquivir, ¿qué busca transmitir al lector?
– Tal vez suene paradójico, pero mi intención es fundir esos materiales en los poemas, que de su peso histórico solo quede el marco y que sean los poemas los que les den forma. Mi intención es un contagio mutuo de lo histórico y de lo poético. Siguiendo con la metáfora de la inundación, al lector quiero transmitir una idea de lo encharcado, en torno a una idea que considero fundamental: la ciudad del presente, rehabilitada y limpia, está encharcada por la opresión racial y la expulsión. La belleza turística de la urbe está fundamentada en la expulsión, en la segregación y en la colonización y los poemas quieren mostrar eso, en un sentido material, rítmico, superficial.
– ¿Qué piensa cuando le definen como «un flâneur por Triana, emulando a Baudelaire y al mismo tiempo a Walter Benjamin»?
– Me hace mucha ilusión, claro, porque son referentes fundamentales. El texto de Benjamin, «Sobre algunos temas en Baudelaire», es fundamental para mí y ha sido clave para evitar un deje nostálgico o esencialista.
– ¿Y cuándo se afirma que ‘Las cañadas oscuras’ tiene un profundo sentido flamenco?
– En el libro aparecen multitud de cantes, algunos recogidos, otros inventados y otros reescritos. En un sentido más simbólico, hay una reflexión sobre los modos flamencos de la vida, las posibilidades de una serie de categorías estéticas para plantear un modo de vivir la ciudad y de experimentar el erotismo. Aunque no hay ninguna idea cerrada sobre esto y yo mismo no tengo muy claro cómo acercarme a todo ello.

Presentación en Tremenda Librería Granada
– ¿Por qué lo presenta en Tremenda Librería, de la calle Molinos?
Conocí la librería el año pasado, en la presentación de El fracaso de lo bello, de Pablo Caldera. Los libreros me parecieron encantadores, me encantó el fondo de la librería y el espacio es muy acogedor, así que es una alegría enorme que me dejen presentar allí.
– ¿Cómo conoce a Adrián Viéitez, su presentador?
Conocí a Adrián cuando él vivía en Madrid y somos amigos desde entonces. Admiro su sensibilidad, su escritura y su generosidad, así que estoy encantado de que me presente. Creo que el libro tiene algunos momentos delicados y considero que Adrián ha sabido captar y dar forma a todo ello, por lo que estoy muy agradecido.
– ¿Tiene nuevos proyectos literarios?
Sí, estoy terminando de escribir un breve ensayo sobre urbanismo, poesía e imaginación. Saldrá publicado tras el verano.
– Muchas gracias por sus respuestas.
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