Ramón Burgos: «Estrategia»

Hablando con unos responsables municipales sobre estrategias beneficiosas para la ciudadanía, recordé –les recordé– la frase sintética –para mí, ‘natural’– del ex alcalde de Vitoria-Gasteiz, José Ángel Cuerda: «Donde acaban mis competencias empiezan mis incumbencias».

Sí, ya sé que la economía del diario vivir en nuestras entidades locales no es de lo más boyante, a veces por causas propias, a veces por causas sobrevenidas, pero, en todo caso, con la posibilidad certera de hacer frente a cualquier situación, siempre y cuando, eso sí, que el empecinamiento en repetir errores no nos lleve a la banca rota.

Por encima de los ‘planes faraónicos’ –siempre perjudiciales–, y el constante recurso al lloro europeo, no lo dudéis, está –como en muchas otras instituciones, sociedades o asociaciones– la adecuación presupuestaria a la realidad.

No se trata de montar todo un ‘teatrillo de papel’ que nos permita, cuatro años después, seguir en una poltrona irreal que sólo beneficia a unos cuantos amiguetes.

Y no os digo nada si las ficticias excusas que se lanzan al respecto están basadas en la vasta y farragosa jurisprudencia que los asesores esgrimen para mantener situaciones fuera de la realidad –en la que, gracias a los esfuerzos de cada cual, vivimos nuestra cotidianidad.

Es obvio que no se puede paralizar el desarrollo comunitario, pero siempre que no se atente contra los consolidados derechos ciudadanos y se respete la objetividad entre ‘gobernantes’ y ‘gobernados’. ¿O es que unos y otros no pertenecen al mismo cuerpo y a la misma sangre local?

No quiero levantar polémica entre tirios y troyanos. Ya nos asolan bastantes conflictos como para dar un cuarto más al pregonero: «(…) el empleado público que se encargaba de vocear en diversos lugares de la localidad los acuerdos y disposiciones municipales, también daba noticias y avisos de interés público, a veces, contratados por los vecinos» («Dar tres cuartos al pregonero», Balbino Lozano)

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