La vuelta al trabajo y a las rutinas después de las vacaciones combinado con el cuidado de menores, es cada vez un reto más difícil de superar, y el papel de los abuelos se vuelve imprescindible.
Septiembre es un mes marcado en el calendario como sinónimo de cambios y desafíos, de hecho en el ámbito educativo es como empezar el año nuevo. Tras el verano, las familias se enfrentan a la temida «vuelta al cole», un periodo en el que hay que adaptarse a la rutina de manera brusca y exige una planificación meticulosa.
Sin embargo, más allá de la compra de material escolar y el ajuste de horarios, que ya de base es toda una hazaña conseguir dormir casi dos horas antes, uno de los principales retos que afrontan las familias es la conciliación familiar. ¿Cómo compaginar las obligaciones laborales con la atención y el cuidado de los hijos e hijas durante este mes? La respuesta, en muchos casos, se encuentra en el apoyo incondicional de los abuelos, otros familiares y amigos.
La conciliación entre la vida laboral y familiar es una cuestión que preocupa desde hace años a miles de familias. Con la vuelta al trabajo tras las vacaciones y el inicio del curso escolar, los padres y madres se ven envueltos en una vorágine de responsabilidades que incluye, lograr despertar a los niños y niñas a tiempo, prepararlos para la escuela, llevarlos y recogerlos, asegurarse de que hagan sus tareas, además de mantener su propio rendimiento en el trabajo. A esto se le suma, que la primera semana de septiembre, las clases aún no han comenzado, por lo que las familias tienen que realizar verdaderas peripecias para poder organizarse.
En este contexto, muchas veces, los horarios escolares no coinciden con los horarios laborales. Las jornadas laborales suelen alargarse más allá de las clases de los infantes, lo que genera un espacio de tiempo complicado de cubrir para muchas familias. A esta situación, por si fuera poco, añadimos las actividades extraescolares, las tutorías y reuniones con profesorado, o los días en que los niños enferman, lo que incrementa la problemática.
Además, con un panorama laboral cada vez más competitivo y exigente, los requerimientos en el entorno profesional han crecido. Ya no se trata solo de cumplir con el horario de trabajo, en muchas ocasiones, requiere estar disponible más allá de las horas pactadas o la necesidad de llevar trabajo a casa, lo que añade una capa extra de dificultad para lograr una conciliación efectiva.
Ante este panorama, los abuelos y otros familiares o amigos cercanos desempeñan un papel fundamental en la vida de muchas familias. Los abuelos no solo proporcionan un lugar seguro y cómodo para los niños y niñas, sino que también son un pilar emocional y afectivo. En muchas ocasiones, su presencia alivia la carga emocional de los padres y madres, quienes saben que sus hijos e hijas están en manos de personas de confianza. Por lo que los abuelos se convierten en la gran solución que permite a los progenitores centrarse en sus responsabilidades laborales sin tener que preocuparse continuamente por el bienestar de sus hijos.
En paralelo, la red de apoyo de las familias no se limita a los abuelos. Cada vez más, amigos, otras familias o incluso vecinos, también se involucran en la crianza y cuidado de los hijos durante este periodo. Dicha red de apoyo resulta ser una estrategia eficaz para distribuir la carga de trabajo. Los padres y madres pueden organizarse para turnarse en la recogida de los niños, en llevarlos a actividades extraescolares o incluso en quedarse con ellos durante la tarde.
Aunque el apoyo de familiares y amigos es extremadamente valioso, tampoco es la única solución a los problemas de conciliación, además que en muchas familias, por diversas circunstancias, no siempre existe esa red de apoyo, no hay amigos o familiares cercanos a los que acudir, o estos tienen sus propias dificultades.
La carga de la conciliación no debería recaer únicamente en las redes familiares, sino que requiere de un respaldo institucional que permita a las familias tener un equilibrio adecuado entre sus responsabilidades laborales y familiares. En este sentido, es fundamental que las administraciones públicas sigan avanzando en políticas que favorezcan la conciliación familiar.
Algunas medidas que ya están sobre la mesa incluyen la flexibilización de los horarios laborales, la promoción del teletrabajo o el aumento de los permisos de maternidad y paternidad. Asimismo, es necesario ampliar la oferta de servicios públicos, como las actividades extraescolares, ludotecas, aula matinal o los servicios de comedor escolar, que permitan a los padres y madres trabajar con tranquilidad mientras los niños y niñas siguen estando atendidos. De hecho, en muchos países europeos, las medidas de conciliación están mucho más desarrolladas y las familias cuentan con mayores facilidades para combinar su vida profesional y personal.
En definitiva, septiembre es un mes crucial para las familias, en el que la vuelta al cole pone a prueba la capacidad de conciliación entre la vida laboral y familiar, y no sólo durante este mes, sino a lo largo del curso escolar. En este desafío, los abuelos, familiares, amigos y vecinos juegan un papel esencial, aliviando la carga que recae sobre los padres. Sin embargo, es necesario que la sociedad y las instituciones no se apoyen únicamente en este soporte y avancen en la creación de medidas y soluciones que realmente permitan a las familias conciliar de manera efectiva.
En definitiva, aunque contar con una red de apoyo es fundamental, es cada vez más necesario, ofrecer soluciones que faciliten la vida de las familias, poder tener tiempo de calidad para jugar con los hijos e hijas, vivir experiencias nuevas o simplemente acompañarlos en su desarrollo. Solo así se podrá garantizar que los niños y niñas crezcan en un entorno estable y saludable, sin que ello suponga un sacrificio desmedido para sus progenitores.
Imágenes: Raúl Cerezo García.
Texto: Ana I. Cabrera Casares
Tutora de tercer ciclo y especialista de música
CEIP Federico García Lorca (Olivares, Granada)