Gaudeamus igitur,
iuvenes dum sumus.
Post iucundam iuventutem,
post molestam senectutem,
nos habebit humus
Granada, lunes, cuatro de octubre de dos mil cuatro, ocho y media de la mañana, aula dieciocho de la Facultad de Filosofía y Letras (FF.LL.). Un cierto temor moraba en el interior de mi corazón ante la nueva etapa que comenzaba para éste que escribe. En realidad, es algo bastante común sentir un poco de miedo ante lo desconocido aderezado con un poco de asombro y de desconcierto; en fin, sentimientos humanos que cualquier persona pueda albergar en su interior con cierta expectación ante algo nuevo que acontece en su vida.
Han transcurrido veinte años de aquella primera clase de Historia Antigua de España y tengo la sensación de que se tratase de ayer mismo. Una vez transcurridos siete cursos académicos, concretamente desde el 2004 hasta el 2011, realizados de forma presencial en el interior de dichas aulas universitarias y por consiguiente residiendo en la ciudad de la Alhambra, obtuve la licenciatura en Historia y dos másteres oficiales: uno habilitante de cuyo nombre no quiero acordarme, y otro de especialidad en Historia Moderna de cuyo nombre sí quiero acordarme, “La Monarquía Católica: el Siglo de Oro Español y la Europa Barroca”. Desde luego, este máster oficial fue todo un regalo que la Universidad de Granada (UGR) nos hizo a quienes tomamos la más que acertada decisión de cursar aquellos inconmensurables estudios de posgrado, conformados por el susodicho máster, que logró congregar, en las aulas de FF.LL., a la “flor y nata” del modernismo nacional, europeo y americano. Sin lugar a dudas, toda esta excelencia universitaria y calidad educativa fue posible gracias a los buenos oficios de quien fuera maestro de maestros, el ya desaparecido catedrático de Historia Moderna, Dr. Don Juan Luis Castellano Castellano (R.I.P.), de tan grato recuerdo y feliz memoria, cuyo magisterio tan sólo era comparable a su calidad humana, quien logró reunir en la Universidad de Granada a los mejores modernistas del panorama actual.
Transcurrida una década de aquello y siempre asido de la mano de quien es mi amigo y maestro, el también catedrático de Historia Moderna, Dr. Don Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, que ejerciendo su magisterio como tan sólo un verdadero maestro sabe hacerlo, me animó a que retomase determinadas líneas de investigación histórica dentro del ámbito de la Historia Moderna que ya tenía casi olvidadas, arrojando como fruto de esto la elaboración de mi tesis doctoral. Consistente ésta en la elaboración de una memoria de investigación realizada para la obtención del grado de doctor, que fue defendida públicamente el pasado 17 de julio del corriente, bajo el título: Baza según la obra del Padre Fray Juan Barroso. Una historia escrita entre la razón y la devoción (1744-1745). Sin lugar a dudas, seguir los sabios consejos ofrecidos por mi maestro ha sido uno de los mayores aciertos que he tenido durante mi vida académica. ¡Muchas gracias! por todo, por tanto, por siempre…, mi apreciado amigo y siempre maestro.
No obstante, todo este periplo académico alcanzó su cénit dentro del contexto de la solemne apertura del presente curso universitario celebrada el pasado viernes día 13 de septiembre. En dicho tradicional evento, cuya solemnidad es realmente sorprendente -he de confesar que me ha gustado muchísimo- e impecable organización llevada a cabo por el servicio de protocolo de la UGR, que está compuesto el mismo por unos excelentes profesionales siendo unos valores en alza dentro del organigrama universitario granadino, tuvo lugar la toma de posesión de mi grado de Doctor en Historia (Moderna) y Artes junto a los compañeros y compañeras de todas las áreas de conocimiento que de igual forma lo han obtenido.
Atenta a la observancia de la costumbre y la conservación de la tradición, a las 10:00 horas comenzamos a darnos cita en el Colegio Mayor Universitario San Bartolomé y Santiago. Previamente se ofició Santa Misa en la iglesia de los Santos Justo y Pastor donde tiene su sede canónica la Pastoral Universitaria para toda persona que quisiera o pudiera asistir. En esta ocasión la cita fue en dicho Colegio Mayor, que es emblemático para la UGR y una de sus señas de identidad al igual que lo es mi dominico Colegio Mayor Universitario Santa Cruz la Real, porque los claustros de la Facultad de Derecho están en obras siendo desde ésta donde tradicionalmente da comienzo la procesión cívico-académica. Sin embargo, he de decir que también fue precioso iniciar dicha procesión desde el Colegio Mayor Universitario San Bartolomé y Santiago puesto que para mí la institución colegial tiene un enorme significado gracias a mi vinculación personal con Colegio Mayor Universitario Santa Cruz la Real.
Durante el discurrir de la procesión a través de las céntricas calles de San Jerónimo, San Juan de Dios y Cuesta del Hospicio, hasta llegar al Hospital Real (sede del Rectorado), mientras procesionábamos al compás de los sones interpretados por los Sacabuches, las Trompetas y Atabales, y la Banda Romántica de Il Gentil Lauro, compañía residente de la Universidad de Granada, tuve la oportunidad de saludar a antiguas profesoras y profesores e intercambiar impresiones con mis compañeros y compañeras de Filosofía y Letras. Fue una buena ocasión para comentar nuestras respectivas experiencias durante el transcurso de los varios cursos académicos de duración de nuestros respectivos programas de doctorado para las múltiples áreas de conocimiento, que abarca la rama de Humanidades, como son Historia del Arte, Historia y Ciencias de la Música, Historia, Geografía, Filología Hispánica… En definitiva, un crisol de disciplinas que componen la preciosa familia de los birretes y mucetas celestes que es el color de Filosofía y Letras. Todo un gran honor para éste que escribe lo constituye el hecho de pertenecer a esta gran familia de corazón azul celeste.
Una vez finalizada dicha procesión académica con su llegada al Hospital Real, nos dispusimos a ocupar los sitios que nos habían asignado a los nuevos doctores, que veníamos vestidos con nuestros respectivos trajes académicos y birrete en mano aguardando la llegada del momento crucial: nuestra investidura oficial como doctores tras el juramento del grado alcanzado y la imposición del birrete doctoral de manos del Sr. Rector Magnífico de la Universidad de Granada.
En primer lugar, se dio lectura a la memoria correspondiente al pasado curso académico (2023-2024), magistralmente sintetizada y expuesta por la Sra. Secretaria General de la UGR, la Dra. Doña María del Carmen García Garnica, sin duda alguna, todo un ejercicio de transparencia. En segundo lugar, se procedió a la impartición de la lección inaugural, que en esta ocasión estuvo a cargo de la Dra. Doña Dorothy Kelly, catedrática de la Facultad de Traducción e Interpretación, bajo el título: ‘Universidades sin fronteras: el poder transformador de una internacionalización transversal intencionada’ donde la Dra. Kelly compartió unas reflexiones más que interesantes con el auditorio presente dentro del crucero bajo de este magnífico edificio renacentista.
En tercer lugar, llegó el momento más esperado por los nuevos doctores, el de nuestra investidura oficial, consistente la misma en el juramento o promesa de nuestro grado de Doctor por la Universidad de Granada obtenido el mismo durante el curso pasado y la imposición del birrete doctoral sobre nuestra testa de las manos del Sr. Rector Magnífico de la Universidad de Granada, Dr. Don Pedro Mercado Pacheco.
Junto al Sr. Rector Magnífico, sentado a su siniestra e interactuando como testigo invitado de excepción, se encontraba el Sr. Rector Magnífico de la Universidad de Sevilla, Dr. Don Miguel Ángel Castro Arroyo, al lado de todos los Decanos y Decanas de las distintas Facultades, los Directores y Directoras de Escuelas Universitarias, los Vicerrectores y Vicerrectoras, el Sr. Gerente, que componen el Equipo de Gobierno de la UGR, más la Sra. Secretaria General que, además de pertenecer también a éste, actuó como fedataria pública; y en presencia del Sr. Consejero de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, don José Carlos Gómez Villamandos, que se hallaba sentado a la derecha del Sr. Rector en la mesa presidencial de autoridades.
Estoy en condiciones de afirmar que fue un momento muy emotivo tanto para mi familia -sobre todo para mi madre, modista ella, quien tuvo la generosidad de confeccionarme el traje académico; y para mi padre que quiso regalarme el birrete y la medalla doctoral-, que me acompañaba en este día tan especial, como para mí personalmente. Estas reflexiones también fueron previamente compartidas conmigo por mi amiga del alma, que también es Doctora, y, en base a su experiencia vivida, he de decirle públicamente que llevaba toda la razón del mundo, es una experiencia preciosa, muchísimas gracias mi querida y apreciada amiga por haberme animado a vivirla y a disfrutarla.
A continuación, se sucedieron los respectivos discursos institucionales pronunciados por el Sr. Consejero y por el Sr. Rector Magnífico respectivamente, cuyas valoraciones ya se han realizado en los distintos medios de comunicación y no seré yo quien abunde en las mismas puesto que, además de resultar reiterativo, no es el objeto de este artículo. La solemne apertura del curso académico universitario concluyó con las palabras protocolarias pronunciadas por el Sr. Rector Magnífico y el canto del Himno Universitario, Gaudeamus Igitur, interpretado magistralmente por el Coro de la Universidad de Granada.
A modo de conclusión, me gustaría compartir algunas reflexiones personales acerca de lo que ha supuesto para mí la década vivida realizando mi formación académica universitaria. Una etapa maravillosa de mi vida por la cual jamás podré encontrar las adecuadas palabras de agradecimiento hacia la Universidad de Granada, una de las decanas de España y uno de los mayores tesoros de Andalucía puesto que constituye su mayor templo de la inteligencia como diría el Rector Unamuno, siendo ésta la institución que me permitió vivirla intensamente. Me siento muy orgulloso de haber pasado a formar parte de Alumni UGR, como egresado que ya soy, pero sigo vinculado a la Universidad de Granada a través del grupo de investigación al que pertenezco, Andalucía Oriental y su relación con América en la Edad Moderna (HUM-149), como miembro del Claustro Extraordinario de Profesores, como Colegial Mayor de Honor del Colegio Mayor Universitario Santa Cruz la Real de Granada, y como amigo de la Tuna del Distrito Universitario de Granada (TUDIGRA) y de la Tuna Femenina de Medicina de Granada (TFMG).
Es para mí un verdadero honor y un auténtico privilegio que los veintiocho años invertidos en mi formación académica, sumando todas las etapas educativas que la conforman, hayan transcurrido en centros públicos: C.E.I.P. “Juan XXIII” e I.E.S.O. “El Fuerte” de Caniles, I.E.S. “José de Mora” y E.O.I. “Ibn al-Qaysî al Basti” de Baza, Centro Asociado a la UNED de Baza y, por supuesto, la Universidad de Granada.
Además, debido a mis humildes orígenes familiares para la realización de mis etapas estudiantiles medias y superiores he disfrutado de becas públicas por lo que, en gran medida, gracias a las mismas y al apoyo de mi familia he podido formarme hasta llegar a alcanzar la mayor titulación que el sistema universitario nacional emite. Por consiguiente, afirmo solemnemente que de no haber sido por el sistema educativo público y por el programa estatal de becas para ayuda al estudio del antiguo Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), en la actualidad, Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, jamás hubiese podido lograr alcanzar estos éxitos académicos por el simple hecho de carecer de los recursos económicos suficientes. Por estas razones, siempre defenderé lo público frente a lo privado, pero siempre manifestando mi respeto por lo concertado porque, en su momento, gracias a este concierto educativo se llegó hasta donde no podía llegar lo público debido a las carencias que éste presentaba. Pero esto es otro debate, muy interesante sin duda, que ahora no toca abordar porque alargaría demasiado la extensión de este artículo.
Por último, me gustaría finalizar con las mismas palabras con las que he titulado este artículo de agradecimiento: A LA UNIVERSIDAD DE GRANADA TAN SÓLO DECIRLE UNA PALABRA: ¡GRACIAS! ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!