Estamos en el corazón de la capital de un país que, una vez más, se convierte en independiente el 21 de septiembre de 1991 tras el colapso soviético: de un día para el otro la URSS se esfumó y millones de personas quedaron varadas en los confines del paraíso de los trabajadores y que conocería en las postrimerías del año 1981 tras viajar varias semanas por varias de las repúblicas gracias al concurso de Radio Moscú. Ahora tenemos un país antiquísimo que acababa de conseguir su independencia una vez más. La historia le da otra oportunidad y han escogido el sistema democrático con todas sus incongruencias que, al menos por ahora, no les ha reportado los grandes problemas que podemos considerar endémicos de este sistema político catalogado como el mejor posible [seguramente para los que viven de no dar palo al agua, porque el resto no dejamos de ver cómo nuestros derechos se van por las alcantarillas y, además, sufrimos lo indecible para llegar a final de mes].
Personalmente celebro que el presidente sea elegido por sufragio directo para un lustro: el pueblo escoge, en contra de lo que sucede por otros pagos donde la maquinaria de los partidos políticos impone un nombre para ese alto cargo lleno de prebendas y que nos representará en períodos más o menos largos [algunas naciones no admiten reelecciones con lo que se ahorran ciertas servidumbres] y, visto lo que nos toca, tampoco escogen lo mejor ni ética ni moralmente hablando. Allí lo mismo: el que gana pronto verá que el perdedor le organizará milongas de gran envergadura como nos tocó presenciar en la multitudinarias manifestaciones en la Plaza de la República; el día anterior fue mucho menor en una de las plazas de las iglesias capitalinas. O lo que es lo mismo, se vota, pero el perdedor no te deja tranquilo desde el primer día que le fueron adversos los resultados.

Una de las cosas que nunca entenderá es que siendo en contra del gobierno norteamericano, los oradores machaquen, hasta lo indecible al presidente de su propio país: igual hay algún detalle que se nos escapa o el traductor nos facilitó información no muy precisa.
Proseguimos nuestro paseo por una zona que ya anduvimos el día anterior cuando pateamos la Plaza de la República, Avenida Norte -una zona que arrasó todo el pasado soviético y en el subsuelo montaron unas famosas galerías comerciales que me recordaban a las de la Avenida de la Luz de Barcelona cuando llegué en 1976, éstas ya no existen, había que especular el terreno en ese céntrico rincón colindante con la Plaza Cataluña y ese pasado también se esfumó. Tras la Plaza Azatutyan, donde está la impresionante ópera en donde se celebraba el concurso de violín, algunas de las jovencísimas intérpretes llegaron en nuestro vuelo, como continuación la Gran Plaza de Francia, por algo el hexágono es un país de gran influencia en este pequeño estado. En esa zona se acabarían celebrando los días de la Gastronomía de Ereván -con la presencia de alguna afamada chef de Madrid- y el vino. Yo pensaba que la Fiesta del Vino de Alhama era lo más multitudinario en este tipo de eventos, todavía no había conocido la de Ereván. Curiosamente un par de días después ahí mismo tendríamos el restaurante CHINAR que nos sirvió un cordero al horno realmente delicioso.

En esa parte de la capital, al lado de nuestro hotel, se ubican diferentes servicios administrativos, Parlamento, Facultades, Academia de Ciencias, Residencia Presidencial, etc. Es un lugar que no tiene pérdida si nos colocamos en La Cascada, la parte plana y la miramos de frente, a la izquierda encontramos la calle Isahakyan que nos llevará a la subida de la Marshal Baqhramyan. Si tomamos a la derecha estaremos caminando hacia otro punto de gran interés para el viajero: EL MATENADARAN que será nuestra próxima cita, justo al lado del hotel o simplemente sólo hay que doblar la esquina para encontrarnos el impresionante edificio que se ubica en la subida, para el que quiera ascender al Parque Haghtanak y la Madre Armenia. Digamos que el viajero que va por libre, justo ante la escultura de Tamayan, en la explanada de La Cascada, es el lugar desde donde suelen partir excursiones de algunos operadores cuyas ofertas son visibles en muchos vehículos estacionados por esa céntrica zona. Generalmente estas empresas de turismo suelen hacer los viajes con guía en inglés, también tienen en otros idiomas y, básicamente, todas ofrecen las mismas escapadas con muy ligeras variaciones en el coste. El que quiere moverse lo tiene fácil con infinidad de operadoras y precios, el cambio estaba en esos días en torno a 2,5 euros por mil Dram. Mi consejo, como viajero, la mejor opción es la que contratas con el propio hotel: tienes más seguridad y puedes reclamar si lo necesitas, si vas por libre, en caso de dificultades tendrás que armarte de paciencia y no siempre saldrás bien librado.

Deja una respuesta