Tarde lluviosa, Día de la Mujer y por una curiosa asociación de ideas pienso en el próximo viaje que voy a hacer a Mallorca.
¿Qué he encontrado en común entre la lluvia, el Día de la Mujer y Mallorca?, muy sencillo, otros tres nombres: invierno, amor y la Cartuja de Valldemossa, lugar de la estancia del gran compositor y músico polaco Frederic Chopin y la escritora francesa George Sand durante el invierno del año 1838- 1839, invierno húmedo y lluvioso que agravó la ya quebrantada salud del músico, a pesar de lo cual compuso allí sus hermosos 24 Preludios , fundamentales en la educación pianística y George Sand entre otras obras escribió también allí “Un invierno en Mallorca”.
¿Por qué los he asociado con el Día de la Mujer? Porque George Sand, seudónimo de Amantine Aurore Lucile Dupin de Dudevant (1804- 1876) , novelista y periodista fue una mujer que durante toda su vida reivindicó la libertad y emancipación de la mujer, y que tuvo que escribir bajo seudónimo masculino como muchas otras escritoras para hacerse oír. En España, por poner algunos ejemplos, Fernán Caballero (1796-1877) era el seudónimo de Cecilia Böhl de Faber, o el caso extremo de María Lejárraja (1874- 1974) que escribió muchas de las obras que después firmaba su marido Gregorio Martínez Sierra, incluso se ha reconocido que también escribió una obra firmada por Eduardo Marquina y de otros autores. Esta situación la convirtió en una ferviente defensora de los derechos de la mujer, de la igualdad y de la justicia social. Tuvo una vida longeva y apasionante, de creación literaria y de activismo social y politico . Estableció una estrecha relación con Granada no solo por su amistad y colaboración con Manuel de Falla ya que hizo el libreto de “El amor brujo” sino también porque salió elegida diputada al Congreso por el PSOE en 1933 por la circunscripción de Granada .

Fuera de España nombres tan conocidos como el de las hermanas Brontë igualmente tuvieron que recurrir al seudónimo masculino para poder publicar, Charlotte Brontë ( 1816-1855) firmó la cautivadora ‘Jane Eyre‘ como Currer Bell, y su hermana Emily ( 1818-1848) firmó la inquietante y trágica ¨Cumbres Borrascosas” como Ellis Bell. La tercera hermana Anne ( 1820-1849) autora de ‘Agnes Grey‘ firmaba como Acton Bell.
Pero no hay que quedarse en el siglo XIX para encontrar escritoras con seudónimos masculinos si bien elegidos por otros motivos, por ejemplo la célebre creadora de Harry Potter, J.K. Rowling ha publicado sus últimos libros protagonizados por un detective con el nombre de Robert Galbraith en un intento de no sentir el peso de la fama de Harry Potter aunque hay que decir que cuando publicó este su editor la convenció para que firmara con las iniciales J.K. y no con su nombre argumentando que una novela de magia no tendría éxito si el autor era una mujer y esto en 1997, acabando el siglo XX.
Volviendo a George Sand hay que recordar que fue una mujer rebelde frente a la encorsetada sociedad francesa decimonónica, de clase alta y con un matrimonio desgraciado se separó a los ocho años de casada y se fue a Paris con sus dos hijos. Allí, después de publicar su primera novela “Indiana” que la hizo famosa, empezó a rebelarse contra algunas de las normas sociales de la época como la de que las mujeres tenían que pedir un permiso para poder usar ropa masculina, pantalones o levita, muchas mujeres empezaron a utilizar esas prendas sin pedir el permiso correspondiente entre ellas George Sand , ella consideraba que era ropa menos costosa y más cómoda que la que usaban las mujeres de la alta sociedad. Además podía frecuentar lugares en los que no se permitía la entrada a las mujeres.

Otro motivo de escándalo era que fumaba en público, ella lo justificaba aduciendo que lo hacía para componer sus obras. Asimismo su rebeldía la llevó al mundo de la política, escribió diversos textos en defensa de los pobres , de los obreros, de los derechos de la mujer… y participó activamente en política como miembro del gobierno provisional de 1848.
Con una intensa vida social y cultural conoció a la mayoría de los artistas e intelectuales de su tiempo y tuvo relaciones sentimentales con algunos de ellos como Prosper Mérimée o Alfred de Musset entre otros y quizás la más conocida y tormentosa de todas fue la que tuvo con el músico Fréderic Chopin con el que viajó a Mallorca. Era el invierno de 1838 y pensaron que la bonanza del clima de la isla sería más beneficiosa para la mala salud del compositor que los fríos de Paris. Los primeros días en la isla fueron soleados e invitaban a pasear por sus acantilados y costas disfrutando de la belleza del paisaje pero enseguida llegó el mal tiempo con lluvia y frío, el músico empeoró y fue allí donde le diagnosticaron la tuberculosis, la melancólica enfermedad de los artistas románticos.
Después de unos días en el consulado francés, alquilaron unas celdas en la Cartuja de Valldemosa, celdas inhóspitas y mal acondicionadas. Lo que iba a ser un viaje romántico y apasionado empezó a convertirse en un viaje tormentoso. La escritora se vio convertida en niñera y cuidadora de Chopin lo que no encajaba con su carácter, además no congeniaban con las gentes de la isla ni estas tampoco con ellos, George Sand escribió un diario de este viaje narrando todas sus vicisitudes sin omitir ningún detalle ‘Un invierno en Mallorca‘ , años más tarde reconoció que quizás había hecho un relato demasiado duro sobre su estancia en la isla. Volvieron a Paris y poco a poco la relación empezó a debilitarse hasta que se separaron definitivamente después de nueve años juntos. Chopin morirá en 1849 a los 39 años en Paris, George Sand le sobrevivió hasta 1876, tenía 72 años cuando murió en su villa de Nohant-Vic, Francia.

La escritora no volvió a la isla , o ¿sí?, puede que cuando vaya a Mallorca me encuentre a una anciana dama caminando lentamente apoyada en un bastón y que de tanto en tanto se vaya parando a contemplar desde miradores y alturas el verde mar, las gaviotas o algún que otro barco a lo lejos .
Y que cuando me dirija a visitar la Cartuja de Valldemosa, la vuelva a ver cerca del Monasterio y al pasar por su lado se acerque a mí y señalando mis pantalones me pregunte extrañada si ya no hay problema en utilizarlos porque ve a todas las mujeres de cualquier edad llevarlos y también me comentará que ha observado que muchas fuman en público sin problema. Yo le responderé que la mujer ha conseguido otros muchos logros de todo tipo, laborales, sociales, culturales, pero que todavía le queda un largo camino que recorrer sobre todo en lo que se refiere a la relación con el hombre, en la que siguen dándose situaciones de poder e incluso en casos todavía frecuentes de violencia psicológica y física que a veces acaba con la muerte de la mujer.
Quizás nos crucemos con un grupo de jóvenes turistas francesas y oigamos entre ellas que algunas se llaman Pauline y Lavinia, entonces la vieja dama sonría y me diga que ella era escritora y había titulado dos de sus novelas respectivamente con esos nombres. La miro y veo que su mirada se vuelve ensoñadora cuando oye un Preludio de los que Chopin compuso en Mallorca y que sale de la Cartuja La dejo sentada en un banco mirando el horizonte, no quiere entrar al Monasterio, hay demasiada gente. Cuando salgo de la visita ella ya no está pero en el aire siguen vibrando las notas de Chopin que las iba aventando el aire como suspiros que se pierden en el pasado de un amor soñado.
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