El hecho de que Cataluña esté de nuevo de actualidad lo pone de manifiesto nuestro presidente de Gobierno Pedro Sánchez en su intervención ante ‘La 40 Reunió Cercle d’Economia’ el pasado 5 de mayo en Barcelona.
Aquí habló de España y Cataluña como países diferentes: «España y Cataluña somos sociedades y países extraordinarios». «Los mercados internacionales apuestan por Cataluña y por España». «Les digo que ante la crisis –se refería al apagón– den la cara por su país». «Si algo han demostrado Cataluña y España es que los pesimistas se han equivocado siempre». «Algunos hablan con fatalismo del futuro de Cataluña y España». «No hay sitio mejor para nacer y desarrollar un proyecto de vida que Cataluña, España y Europa».
Cada vez que en los medios de comunicación aparece la cuestión catalana, salen a la luz asuntos relacionados sobre si esta zona geográfica de España es una nación, posibilidad de convocar un referéndum de independencia o si los hechos ocurridos el 11 de octubre de 2017 fueron o no un golpe de Estado, entre otros. El origen de todo viene del 11 de septiembre de 1714, cuando Barcelona capituló ante las tropas borbónicas. Pues bien, 311 años después aún seguimos en ello. Y así vemos como Pere Aragonès i García, expresidente de la Generalitat de Cataluña, declaró en este Parlament «proponer al Gobierno de la nación un Acuerdo de Claridad al Estado que identifique cuándo y cómo Cataluña podrá volver a ejercer el derecho a decidir como ha hecho Canadá con Quebec». Y en esta misma dirección, Miriam Nogueras, portavoz de Junts en el Congreso, ha dicho: «reclamaremos nuevamente un referéndum de independencia en Cataluña» (7 de mayo 2025). Cataluña es un nacionalidad como así reza en su Estatuto de Autonomía: «Cataluña, como nacionalidad, ejerce su autogobierno constituida en Comunidad Autónoma de acuerdo con la Constitución y con el presente Estatuto»: art. 1.
El nacionalismo se acrecentó sensiblemente en Cataluña a partir del 1 de octubre de 2017 tras la convocatoria por la Generalitat del referéndum ilegal de independencia. Desde mi particular perspectiva considero que el nacionalismo representa una lacra para cualquier país, también para el nuestro, conformado como un Estado social y democrático de Derecho –art. 1.1 de la Constitución–. El escritor judio-vienés Stefan Zweig dejó dicho: «Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes, el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea: ‘El mundo de ayer’ –2020, pág, 13–. Huyendo del nazismo se suicidó el 22 de febrero de 1942 junto con su esposa Charlotte Altmann en su casa de Petrópolis –Brasil– pues estaba convencido de que el nazismo dominaría el mundo. Dejó una carta de despedida explicando las razones de su suicido. Entre otras cosas decía: «Tras cumplir sesenta años hacen falta muchas fuerzas para comenzar totalmente de nuevo. Y las mías están agotadas por tantos años de errar sin patria. Por eso considero mejor cerrar a su debido tiempo y con actitud erguida una vida en la que el trabajo intelectual y la libertad personal me han dado las mayores alegrías».
Al grito desesperado de «España nos roba», emitido en el Parlament de Cataluña, respondieron Josep Borrell y Joan Llorach en su libro ‘Las cuentas y los cuentos de la independencia‘ (2015), donde demuestran con datos objetivos la falsedad de esta afirmación; Fernando Savater en ‘Contra el separatismo‘ (2017) cita siete razones por las que hay que evitarlo y combatirlo; y el diplomático José Cuenca, en ‘Cataluña y Quebec. Las mentiras del separatismo‘ (2019), desmonta una por una lo que él denomina las seis grandes mentiras del separatismo.
Pero por suerte, en este país el Estado de Derecho funciona. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, el Supremo y el Constitucional establecieron que el castellano debe ser lengua vehicular en esta Comunidad y fijaron un mínimo del 25% de las materias a impartir en esta lengua. Cataluña tiene el récord de haber dado el golpe de Estado más corto de la Historia para independizarse de España: 56 segundos. Sus responsables fueron condenados por el Tribunal Supremo a penas de entre 9 y 13 años de cárcel por sedición. Luego se les indultó, y como señal inequívoca de su arrepentimiento, sus primeras palabras al salir de prisión fueron: «Ho tornarem a fer».
Respecto a los hechos acaecidos aquel aciago 11 de octubre de 2017 las instancias jurídicas lo dejaron bastante claro. «El Tribunal Supremo sentenció sin ambages que el procés fue un golpe de Estado. Los golpistas trataron de imponer a los demócratas, en Cataluña y en el resto de España, sus propias ideas»: El Imparcial (24 de julio, 2024). También se han pronunciado las instancias europeas. La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa calificó el procés como «un golpe de Estado de los líderes del Gobierno regional catalán contra el orden constitucional español. En dicho golpe hubo una injerencia de Rusia»: Resolución 2593 de 8 de abril de 2025. Este documento constituye una de las declaraciones institucionales más contundentes emitidas por una organización internacional sobre el intento de ruptura unilateral del orden constitucional llevado a cabo por el Govern de la Generalitat que presidía el prófugo de la justicia Carles Puigdemont. No obstante, éste «Ha decidido exigirle un referéndum de independencia si no quiere que una moción de censura le descabalgue del poder» (La Razón, 9 de mayo, 2025). Repito: 311 años… y ¿hasta cuándo?
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