Varias décadas atrás, el plomo estaba bastante presente en nuestras vidas. Las gasolinas lo usaban como aditivo para una mejor combustión en los motores. Las tuberías de desagüe de muchas viviendas eran de este metal pesado. La pintura de minio (tetraóxido de triplomo), que llamaba la atención por su color naranja, se usaba para evitar la oxidación de superficies metálicas. En 2001 se prohibió su uso en los combustibles. José Emilio Padilla, responsable del Museo de Ciencias del Instituto Histórico Padre Suárez de Granada, nos presenta una nueva caja del Dr. Kagerah dedicada a este metal.

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