Imagen de la portada del libro 'El hotel del cisne' de Pio Baroja (Biblioteca nueva, Madrid, 1956)

Coral del Castillo Vivancos: «Ventas manchegas y hoteles parisinos. (2/2): De Cervantes a Baroja»

Seguí con los preparativos del viaje, entre ellos buscar alojamiento en París y de nuevo el runrún literario empezó a sonar en mis oídos.

Esta vez fue a través de Procopio Pagani, Gentil, Eugenio Barbier, Madama Philippe y muchos otros nombres, todos ellos huéspedes del Hotel del Cisne en París y personajes de una novela de Pío Baroja ( 1872-1956) titulada precisamente “El Hotel del Cisne” ( 1946).

En esta obra Baroja refleja las experiencias que vivió en París entre los años 1936 y 1940. Se trata de una novela en la que se respira una honda melancolía ,Baroja en aquel tiempo sentía los efectos de la soledad y el desamparo. Padeció de insomnios alternados con sueños y ensueños complejos que va narrando y describiendo en estas páginas, junto al retrato de los huéspedes del Hotel que convivieron con él durante el periodo anterior a la Segunda guerra mundial y al comienzo de esta de la que describe los primeros bombardeos sobre París y el uso de los refugios.

Los ocupantes del Hotel son viejos fracasados, jóvenes sin futuro, antiguas bailarinas, “algunas solteronas flacas, esqueléticas y agrias”, “mujeres de tipo fino,avispado, y algunas señoras de traza monacal”….y fiel a su estilo Baroja hace desfilar personas y personajes de todo tipo a los que describe de manera precisa y ágil.

Estos huéspedes se distribuyen en varios pisos del hotel aunque el autor se centra en los de la quinta planta que crean una fraternidad entre ellos pero que ante la proximidad de la guerra conspiran para expulsar del hotel a alguno de apellido alemán.

Cuando esté en París intentaré localizar el Hotel o al menos la calle, nada más comenzar la narración Baroja escribe que “es un hotel de una calle pobretona, llamada de los Solitarios” en el barrio parisino de Belleville, percibo un juego de realidad y ficción en los topónimos, Belleville es un nombre bonito de un barrio real de París , en cambio el nombre de la calle contradice al del barrio y responde más al carácter pesimista e individualista del autor, en esta calle también vivió en 1953 y 1954 el escritor Carlos Semprún, hermano de Jorge Semprún y la pintó Pierre Coquet (1926- 2021) en un óleo que tituló “París, calle de los Solitarios”.

El autor a través de su personaje principal Pagani, “ argentino desnacionalizado, mixto de español y de italiano. Casi rico, se había arruinado con una vida disipada, bebiendo y andando de mala manera” , describe el Hotel del Cisne : “ Vivo en el quinto piso de este hotel, que sería elegante en su tiempo para el barrio pobre de Belleville, pero que ahora tiene el aire de lo moderno-viejo, cosa bastante lamentable y hasta ridícula, como un edificio de Le Corbusier desconchado, ennegrecido por los años y con goteras. Es decir: como un edificio modernista, viejo. Como quien dice , la juventud decrépita.” en esta escueta pero eficaz descripción reconozco a Pío Baroja en estado puro.

Sigo leyendo a ver si encuentro algún detalle más que me ayude a buscar este hotel parisino, pero será el propio autor quien al final de la novela me diga que no lo encontraré porque ya no existe: “Terminada la guerra , el recopilador de estas historias y fantasías encargó a un amigo comerciante que iba y venía a París, que pasara por el Hotel del Cisne y preguntara por Procopio Pagani y sus amigos…..Todas las investigaciones fracasaron . El Hotel del Cisne de la calle de Los Solitarios ,no existía…..De Pagani no se conocía el paradero. Pensé que quizá marchara al campo en donde se decía que tenía un pariente. De las demás personas del hotel, no se sabía tampoco nada, solo de Gentil…..”.

Pero antes de saber qué fue de Gentil lo investigaré en ese microcosmos que fue el Hotel del Cisne , puede que me lo encuentre cuando visite algunas librerías de viejo de las que hay tantas en París porque Gentil se dedicaba a esa actividad, la compra -venta de libros usados.

En el capítulo tercero de la novela, Pagani da bastantes detalles sobre el oficio de Gentil huésped como él del quinto piso del hotel: “ Este Gentil es un librero ambulante, muy ducho en su oficio…..Andaba constantemente yendo y viniendo de París a las capitales de provincia y a los pueblos a comprar libros y estampas, y debía de ganar muy bien su vida” pero con la proximidad de la guerra eso no va a ser fácil y ha decidido no moverse de París.

Sigue describiendo Pagani : “Gentil ha sido, durante mucho tiempo, comisionista de casas editoriales importantes. Ha vendido a plazos libros voluminosos y caros….Ha andado también haciendo suscripciones para obras publicadas en fascículos. Sabe mucho de bibliografía . Al parecer ha ganado dinero en grande , pero se lo ha gastado alegremente”.

“ Gentil ,ahora, tiene su centro en una librería del Boulevard Haussmann, donde recoge los encargos y las proposiciones de compra y venta.”

Anoto: visitar en París además de la calle de Los Solitarios, el Boulevard Hausmann donde espero que las famosas Galeries Lafayette y los almacenes Le Printemps que actualmente se encuentran allí no hayan acabado con las librerías de viejo.

En este momento vuelvo a la entrañable venta de Juan Palomeque el Zurdo y a su maletilla con tres libros y la novela del Curioso impertinente, evoco sus reuniones en torno a un lector y sus comentarios sobre las lecturas, ingenuos los de Maritornes y la hija del ventero, exaltados los del ventero, irónicos los de la mujer del ventero …

Ahora el escenario ha cambiado por completo, se avecina una terrible guerra que nada tiene que ver con las que libraron los caballeros andantes en sus libros. Esta no es de libros sino de trincheras y muertos reales.

Tampoco los libros que tenía Gentil eran los cuatro de la maletilla de Juan Palomeque.

Sigue contando Pagani: “ Guarda ( Gentil) en su cuarto unos dos mil volúmenes escogidos , casi todos encuadernados ,piensa que le servirán de reserva para el tiempo de la guerra”.

Así mismo el diálogo sobre libros entre Pagani y Gentil es todo lo opuesto al que se entabla en la venta entre el cura, el ventero y su familia, lo entrañable frente a la frialdad, dos autores ,dos estilos.

No me resisto a copiar una parte de este diálogo entre Pagani y Gentil, también en el capítulo III de la novela:

-“ ¿Tiene usted libros raros?- le preguntó (Pagani)

– No, ¿ Para qué? Como decía Voltaire. Los libros raros no valen nada. Todo lo que vale algo se reimprime.

– ¿ Y algún incunable?

– Tampoco. Un incunable es como tener guardado un billete de banco de miles de libras esterlinas que se puede quemar o estropear. He comprado y vendido bastantes en la vida.

– ¿ Usted trata bien los libros? Me pregunta luego.

– Creo que sí. Soy de los que no los ensucian ni les doblan las hojas.

– Entonces le dejaré a usted el que quiera.

– Bueno, me llevaré este tomo de Stendhal.

– Hay un proverbio que dice : “ Libro prestado, libro perdido”, pero creo que con usted esto no será cierto.

– No; puede usted estar tranquilo.

– Hay quien pone un ex-libris en la primera página de un volumen con una frase que

dice: “ Fulano de tal et amicorum”. ¡ Gente cándida!”

Sigo anotando: buscar algún libro raro, algún incunable y alguno que tenga ese ex-libris tan curioso, y desear que mis euros sean suficientes para comprar por lo menos uno de ellos….

Aunque eso sí, tampoco encontraré a Gentil ni su librería de viejo como también me lo aclara Baroja al final de la novela: “ ….le advertí( a su amigo comerciante que iba a París) que ( si no estaban en el hotel) se dirigiera a una de las librerías importantes del boulevard Haussmann que no solo vendía obras modernas, sino también antiguas y hablase con el librero llamado Gentil. Todas las investigaciones fracasaron…”

Termina Baroja: “Respecto a Gentil, había hecho un viaje a Inglaterra y después se marchó a América y allí estaba. Al parecer no se dedicaba a los libros viejos y tenía otros asuntos comerciales que le producían más”.

No encontraré el Hotel del Cisne, ni la librería de Gentil, ni me cruzaré con Pagani ni ningún otro de aquellos huéspedes del Hotel pero sí encontraré el barrio de Belleville, la calle de Los Solitarios, el boulevard Haussmann y…..París.

No será el París que se prepara para una guerra como describe con ejemplar maestría Baroja en el capítulo IV : “ Han pasado varios meses , la ciudad actual da una impresión grave y silenciosa. Muchas calles y avenidas que con el tumulto y el bullicio no se abarcaban bien, se ve ahora lo grandes que son, lo monumentales y suntuosas. Se advierte que el Municipio de París ha pensado siempre la ciudad muy en obra de arte…..En las calles de comercio hay bastantes tiendas cerradas sobre todo librerías de viejo……Yo me paseo con frecuencia en los parques y noto en mí cómo la idea de la guerra expulsa la melancolía de las hojas secas cantadas por Verlaine….Ahora no se capta en los jardines más que la belleza pura de los colores y de las líneas……La noche de París es fantástica en estos momentos. Sobre todo, a orillas del Sena a la luz de la luna, es una decoración extraordinaria. Las torres de nuestra Señora, los puentes , el río… no se sabe si se está soñando o se está despierto…”

¿Quién dijo que Baroja descuida el estilo? Todo el capítulo IV es un alarde de buen estilo, claro, conciso, cuidado, lo que sí hace Baroja es huir de lo ampuloso, afectado, engorroso, sus palabras no tapan la Belleza sino que la descubren, desnuda la expresión para que se muestre lo bello.

“ Los parques están admirados con el otoño, un poco descuidados y olvidados…….Ahora quizá piensan en lo cara que cuesta la libertad”.

Por supuesto que encontraré este París, sus calles y avenidas seguirán siendo monumentales y suntuosas, las tiendas y librerías de viejo estarán abiertas, la noche de París seguirá siendo fantástica , sobre todo a orillas del Sena a la luz de la luna….., y mientras paseo, respiro, me asombro…, resonarán en mis oídos las palabras de Baroja “ qué cara cuesta la libertad”.

Coral del Castillo Vivancos

Mayo 2025

Coral del Castillo Vivancos

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