El pasado martes, 1 de julio, se celebraba la conferencia del historiador argentino Marcelo Gullo con el título “La mentira de la leyenda negra y el destino de España”, organizada por el Centro Artístico y Literario de Granada y por el Círculo Hispanista de Granada.
Fue presentada con atinadas palabras por los presidentes de dichas instituciones culturales Joaquin Alfredo Abras Santiago e Inmaculada Fernández, respectivamente. Con una asistencia masiva, podríamos decir que espectacular — se ocuparon las escaleras y el amplio patio exterior a la sala en la que se impartía, siguiéndola a través de una pantalla — el historiador argentino Marcelo Gullo expuso con fluidez, brillantez, amenidad pedagógica y sentido del humor su conferencia.

El profesor M. Gullo, es uno de los grandes especialistas “españoles americanos” (y curiosamente de ascendencia italiana) en la historia de la conquista de América y autor de numerosas obras sobre esta temática, objeto de la conferencia que impartió en el Palacio de los Condes de Gabia, entre las que destacan “Madre Patria” (1921) y “Nada por lo que pedir perdón” (en respuesta a las declaraciones del expresidente de México, López Obrador, exigiendo del Rey de España la petición de perdón por la Conquista de México por H. Cortés).

La idea central que vertebró toda su interesantísima exposición fue la de que no hubo realmente una “conquista” de América sino una “liberación” del nuevo Continente descubierto por Cristóbal Colón. La empresa americana propiciada e impulsada por nuestra mayor y más admirable reina, Isabel de Castilla, y en la que tanto tuvo que ver la ciudad de Granada, no fue de “colonización y dominación” sino “civilizadora y liberadora”. Los pueblos aborígenes fueron, efectivamente, liberados de la opresión de unos imperios, el azteca, sangriento, deshumanizado y cruel, que ofrecía todos los años más de veinte mil sacrificios humanos a sus dioses; así como del canibalismo antropofágico (se les arrancaba el corazón, una vez sacrificados) y de las guerras, explotación y esclavitud permanentes de docenas de pueblos colindantes; y del inca, caracterizado igualmente por auténticos regímenes de opresión y matanzas inhumanas sin parangón en la historia de la crueldad homicida humana. Los aborígenes indios no fueron, en consecuencia, colonizados, masacrados ni explotados sino integrados al estado imperial español y como ciudadanos y como súbditos de la Monarquía Hispánica con los mismos derechos y libertades que los propios habitantes de la península.
Insistió y destacó, en consecuencia, el extraordinario legado que España dejó a esos pueblos conquistados u ocupados, con apenas los 700 hombres que acompañaban a Hernán Cortés en su toma y conquista de México: desde el idioma castellano, que unificó lingüísticamente la Nueva España, (las múltiples nuevas Españas americanas, en las que existían unos 300 idiomas y dialectos), posibilitando su plena integración en la Madre Patria europea, hasta su consideración como seres humanos “cristianizables”, con los mismos atributos racionales y los misma dignidad humana que los españoles. En poco más de 30 años se crearon 33 Universidades, cientos de colegios, escuelas, hospitales, catedrales, caminos. Construyeron ciudades e Instituciones jurídicas, políticas y religiosas.

Se detuvo, a lo largo de su conferencia, en deshacer los infundios y mentiras vertidos y difundidos por el infausto Bartolomé de las Casas, en su injusto y falaz libelo Brevísima relación de la destrucción de las Indias, publicada en Sevilla el 1 de 1524, en la que acusa a los colonos y conquistadores españoles de genocidas y causantes de su violenta destrucción de las Indias; mostrando como, por el contrario, los españoles respetaron las propiedades comunales de los indígenas, sus títulos de propiedad, sus rangos, costumbres y honores; asimismo, las culturas, valores y costumbres autóctonas de los nativos. En las escuelas que jesuitas, franciscanos, dominicos y otros religiosos construyeron y fundaron las lecciones se impartían en castellano, latín y en las lenguas prehispánicas o aborigen, el quéchua, guaraní, náhuatl, aimara, etc. Elaboraron sus gramáticas y hubo gramáticas de esas lenguas en América antes que en las más importantes Universidades europeas.

Se les dotó de unos valores y creencias, ínsitas en una religión que les hacía hermanos de todos los hombres, hijos del mismo Dios. Sometidos a las mismas leyes — las Leyes de Indias, autentico orgullo de la cultura española, desconocidas en ninguna otra “colonización” acontecida en la Historia — que el resto de los españoles, desde el principio se consideraron tan “españoles” como los nacidos en Granada, Ávila o Toledo. Nuestra presencia en América no fue en absoluto una ocupación racista. A los indígenas se les consideró como seres humanos, con capacidad moral y racional; favoreciendo, en vez de la segregación, apartheid y exterminio de las poblaciones aborígenes autóctonas — tan características de los imperialismos colonizadores ingleses, franceses, o de los Países Bajos — el mestizaje, la fusión entre las razas, los matrimonios mixtos, algo absolutamente inédito en ninguna otra “colonización u ocupación” de un territorio ajeno. Mestizos sería el hijo de Hernán Cortés y el gran escritor el Inca Garcilaso de la Vega.

Los españoles, creadores del Derecho natural y del Derecho Internacional desde la Escuela de Salamanca, con Francisco Suárez, Francisco de Vitoria, Juan de Mariana trasladaron a los Virreinatos españoles la cultura jurídica romana y cristiana y su concepción sobre los orígenes del Poder Político y su finalidad última. Francisco Suárez, eximio filósofo granadino, fundamentó “democráticamente” la soberanía política. El poder tiene un origen divino: procede de Dios, quien lo deposita directamente en el pueblo que lo delega en el Rey, para que lo ejerza paternal y justamente, de lo contrario, será posible y legítima la rebelión, su deposición y en algún caso incluso el tiranicidio
El Imperio español fue civilizador no colonialista, como el anglosajón o el de Bélgica y Holanda. Su protagonismo en la historia universal durante más de doscientos siglos fue único y esplendoroso desde Palos de Moguer hasta Antofagasta o Filipinas la lengua era el castellano y sus leyes las de los Reyes Católicos. Sin España, que venció y frenó la penetración del Imperio turco, Europa hoy sería islámica. Si rechazáramos, afirma el historiados argentino en su magistral exposición, todo lo que procede de España: se quedaría sin nada. Incluso los sombreros charros mexicanos proceden de Salamanca.

Se detuvo, finalmente, en analizar los orígenes y las fases geopolíticas de la leyenda Negra, que se inició en Italia, luego prosiguió con la Alemania luterana, pero será en Inglaterra con una propaganda política, Países Bajos con la Casa de Orange y Francia con los que más llegará a difundirse. Mas tarde el negro-legendarismo se propició desde la izquierda, desde el interior de la propia América y de algunos españoles allí instalados. En España se inicia la Leyenda Negra, sobre todo, con el cambio de monarquía, los Borbones sustituyen a los Austrias y se comienza a instar a la fragmentación y división del territorio nacional español. Se estrenan obras de teatro en las que se insulta y ridiculiza a Isabel y a Fernando, a Felipe II y a los héroes y próceres de la conquista, Hernán Cortés y Francisco de Pizarro. Se radicaliza a partir de la pérdida de las colonias en la crisis del 98, a raíz de la guerra de EE UU contra Cuba: “los norteamericanos robaron Cuba y Filipinas a España”, recuerda el profesor Gullo.
En plena guerra civil el impulso negrolegendartio es estaliniano y trata de promover la balcanización de España, su fragmentación y división. El objetivo de todo ello es suscitar y propiciar el irredentismo y separatismo de sus regiones con idioma propio: gallego, catalán y vasco. Se empeñaron en dar una visión cainita y violenta de la Conquista. Se dice que los españoles fueron a matar, violar y robar. Sorprende que un pueblo, España, crea y asuma lesa historia que le han escrito o contado sus enemigos. Algo insólito… Ese proceso se recupera al en pleno inicio del siglo XXI. En efecto, el actual negrolegendarismo tiene su origen en Hispanoamérica con los regímenes l marxistas, comunistas de Cuba, Bolivia, Perú, Venezuela etc. que trata de sustituir el proletariado como sujeto de la historia, por un indigenismo fundamentalista que utiliza como sujeto revolucionario al indio ancestral, sometido y esclavizado por el capitalismo hodierno, individualista y opresor.
Para finalmente reivindicar una esperanzadora propuesta que inicialmente se gestó en Uruguay, cuando J. E. Rodó reivindicó el concepto de Madre patria en su famoso poema Ariel. Se trata de reconstruir con ello la unidad perdida; luego José Vasconcelos (político y escritor, La raza Cósmica, 1925) e Hipólito Irigoyen (argentino) con el “Decreto del 12 de octubre” como fiesta nacional argentina. El mayor monumento del mundo dedicado al Mio Cid está en el mismo centro de Buenos Aires. Allí se inspirará el escritor y pensador español Ramiro de Maeztu para redescubrir y reivindicar el concepto de Hispanidad, en su memorable ensayo “Defensa de la Hispanidad”. La idea de Hispanidad se propone, desde entonces, como objetivo y destino histórico para los pueblos españoles que fueron diseminados y segregados de la Madre España. Recuperar esa la unidad perdida de las Españas — título que por cierto aparece grabado en las leyendas de las monedas de la reina Isabel II, como “Reina de las Españas” (de América y de Europa), constituye el principal objetivo propuesto por esos escritores y hombres eminentes “españoles americanos” de distinto territorio geográfico.

La feliz metáfora con la que el conferenciante sostiene su tesis, y que utiliza brillantemente, la del Gran Transatlántico (que representa la España Imperial de los Reyes Católicos) que una vez hundido en el 98, se fragmentará en una variedad de botes o de naves de diferente extensión, minúsculas, intermedias o enormes o en débiles, dispersas y debilitadas naciones (Perú o Bolivia, Argentina o México), ilustra perfectamente el propósito y la propuesta de futuro que aloja el concepto e ideal resucitado de Hispanidad. Se trata de recuperar la anhelada unificación de todas esas naciones (meros accidentes) en su originaria SUSTANCIA: ESPAÑA, la Nación Española, que deberá integrar dentro de sí, en un futuro no muy lejano, las denominadas Españas americanas, en forma de confederación cultural, política y económica autónoma y con una personalidad civilizatoria que la Historia del Mundo, y de Europa, no puede sino corroborar.
Deja una respuesta