Cada día, más compañías de teatro granadinas ponen en escena a los clásicos. Durante este Corpus, la Compañía Mira de Amescua representó «El Gran Teatro del Mundo», de Calderón, y «El Castillo de Dios» de Benítez Carrasco; la Compañía Toucher, «Las preciosas ridículas» de Moliére; Karma Teatro, «Federico en carne viva»; y la Compañía Corral del Carbón, «Antígona».
A la semana siguiente, otra compañía granadina, Áristoi, escenificó, en el Isabel la Católica, «Las mariposas del alma», de Juan José Gallego Tribaldos, con magnífica interpretación de Antonio Pérez Casanova y Remedios Higueras, y la actuación del coro Mira de Amescua, dirigido por José Macario. En esta obra se aborda el alzheimer, enfermedad neurodegenerativa que destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar.

El tema del alzhéimer está tratado por Juan José Gallego con gran sensibilidad, y con una mirada dulce y apacible. En ella, vamos viendo el proceso de la paciente, representada por Remedios Higueras: pérdida progresiva de la memoria; dificultades del lenguaje; pérdida de objetos; cambios en el estado de ánimo; dificultad para hacer tareas simples; desorientación en el tiempo y en el espacio; pérdida de la iniciativa; dificultad para razonar o planificar; repeticiones constantes; problemas para hablar, leer o escribir; no cuidarse a sí mismo; y, por último, imposibilidad de conocer objetos y personas, incluso las más íntimas. A veces, pueden volverse ansiosas o agresivas o alejarse de casa. Al final, estos enfermos precisan cuidados totales, lo cual produce gran estrés y ansiedad a las personas que tienen que cuidarlos.

Su marido, en la escena, Antonio Pérez Casanova, a pesar de las dificultades, es un ejemplo, por su comprensión, su cariño y su paciencia ilimitada para llevar el ritmo tan agitado que impone su mujer; y la conduce con una atención y unos mimos infinitos. Aunque el sufrimiento de la familia es profundo, por esa esposa, madre o hermana que va transformándose y perdiendo la identidad: caprichosa, dislocada e irracional; sin embargo, todos la aceptan como es y en ningún momento renuncian a ver en ella la persona que fue, así como las «mariposas» que observan en su alma, que la hacen ser tierna, dulce y apacible, como una niña, que agradece y necesita el cariño. Incluso cuando ya está en la residencia, la protagonista es, también, feliz, porque en ese mundo, de grandes profesionales, ella se siente atendida y amada.

Una vez que esta enfermedad se desarrolla, los tratamientos son inútiles. El alzheimer no tiene regreso, aunque, según los expertos, se podría prevenir con ciertas medidas: evitando excesos, con una dieta saludable, realizando ejercicio físico, no fumando ni bebiendo en exceso, durmiendo bien, activando la mente, potenciando las relaciones sociales… Esta enfermedad afecta a una de cada diez personas mayores de 65 años, y a un tercio de los mayores de los 85, lo cual hace que en España la padezcan novecientas mil personas. Solo una mayor y mejor investigación logrará un mundo sin alzheimer.
Si la memoria es el instrumento que mantiene los recuerdos y las vivencias del pasado, y la piedra angular sobre la que se construye toda una vida; su ausencia nos deja desprotegidos y desnudos ante la realidad, que termina por oscurecerse y desaparecer poco a poco. Sin la memoria naufraga el ser humano, como naufragan, también, los pueblos que la pierden.

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