La evaluación psicopedagógica realizada desde el Departamento de Orientación valoraba los aspectos personales, sociales, familiares y curriculares concretos del alumno como base y orientación para el trabajo en las distintas áreas de 1º de ESO. El análisis de sus capacidades (lingüísticas, cognitivas, sociales, motoras, emocionales, etc.), de sus motivaciones, de su estilo de aprendizaje y su nivel de competencia curricular inicial en las distintas disciplinas constituyó el punto de partida para el trabajo individualizado en los distintos ámbitos.
El retraso curricular en las áreas instrumentales se trabaja con las correspondientes adaptaciones del currículo y el trabajo de todos los profesionales del centro, especialmente de la profesora de Apoyo a la Integración, doña Elena Mezcua Fernández, y su tutor, don Jesús Romero Fernández. Los aspectos relacionados con el desarrollo personal, emocional, sexual, etc. se trabajan de forma individualizada con el orientador del centro.
Handicap
Evidentemente, un alumno con espina bífida tiene su principal handicap en el desarrollo motor, cuya gravedad viene determinada por la localización de su lesión congénita. En nuestro caso, la lesión se sitúa en la zona sacra y el alumno se desplaza principalmente en silla de ruedas, aunque también puede hacerlo con la ayuda de las muletas, férulas metálicas y botas adaptadas durante períodos breves. Por tanto, es fundamental el trabajo desde el área de Educación Física como fuente de mantenimiento y desarrollo locomotor y como vía para la integración socio-personal.
Las actividades deportivas desarrolladas normalmente en el área de Educación Física para el alumnado discapacitado motor suelen referirse a la adaptación de deportes normalizados a las características del alumnado. Es común practicar el baloncesto en silla de ruedas, el badmigton, el tenis de mesa, ejercicios de frontón, aerobic, etc. Por supuesto, el alumnado discapacitado siempre tiene la posibilidad de desempeñar distintos roles en el amplio abanico de actividades que se desarrollan en las sesiones de Educación Física.
En todos estos casos, es el niño con espina bífida el que debe adaptarse a juegos y deportes diseñados en su origen para alumnado sin problemas motores, por lo cual, siempre está en situación de desventaja de partida que, junto a otros factores, redunda negativamente en sus perspectivas de éxito y, por ende, en su autoestima.
Partiendo de esta situación y con el objetivo de revertirla de alguna forma se propuso desde el Departamento de Orientación la idea de introducir en las clases habituales de Educación Física un deporte específico de discapacitados motores, concretamente la boccia, deporte paralímpico de paralíticos cerebrales. La finalidad es doble, por un lado, utilizar un deporte en el cual nuestro alumno discapacitado esté en las mismas condiciones de éxito los restantes compañeros y, por otro, dar a conocer al resto del alumnado deportes minoritarios en los que son ellos los que tienen que adaptarse y que, por supuesto, también favorecen su desarrollo psicomotor. La propuesta tuvo una excelente acogida por la familia del alumno, por el profesor de Educación Física, don José Navarro López, y la monitora de Educación Especial, doña Inmaculada Gallego Gutiérrez, emprendiendo juntos un camino muy gratificante e ilusionante.
Elección
La elección de la boccia atendió a razones prácticas y curriculares. Por una parte, se juega desde una silla de ruedas, el campo de juego puede confeccionarse fácilmente y se pueden utilizar materiales alternativos (pelotas de tenis, sillas, cinta métrica, pizarra, etc.). Por otra parte, su práctica favorece el desarrollo de muchas capacidades físicas transferibles a la vida cotidiana del alumnado con espina bífida como la prensión, la motricidad fina, la estructuración espacial y temporal, etc., además de las capacidades mentales y sociales relacionadas con las estrategias de juego en equipo.
