La Consejería de Educación ha rendido homenaje a más de 300 jubilados en un acto en el que se hizo entrega de una serie de distinciones conmemorativas, que representaban una flor de azahar, y que contó con la presencia de Teresa Jiménez, Consejera de Educación, que reconoció la labor del profesorado granadino de los distintos niveles educativos y del personal de administración y servicios que se jubilaron durante el pasado año 2007.
Esta iniciativa, que se organiza y celebra cada año en cada una de las delegaciones provinciales de Educación, reconoce toda una vida de trabajo dedicada a la práctica docente y la formación académica de escolares, además del trabajo administrativo y técnico. El acto contó con, además de la entrega de diplomas, una actuación de alumnos y profesores de los Conservatorios profesionales de Música y Danza de Granada.
Recuerdos
El acto estuvo lleno de emoción y recuerdos, los que pasaban por las mentes de los homenajeados. Mucho esfuerzo, dedicación, buenos y malos momentos, pero sobre todo pasión por el que ha sido su quehacer diario durante muchos años. Antonia Pozo cuenta emocionada que la Educación ha sido toda su vida. «He hecho lo que tenía que hacer», cuenta. Antonia comenzó su andadura profesional en Lanjarón, en un colegio religioso. Estuvo un tiempo haciendo sustituciones en varios centros de municipios como Pitres y Ugíjar, hasta 1982, año en el que se estableció de nuevo en Lanjarón. Allí comenzó su experiencia profesional en Educación Infantil, en la que ha permanecido hasta cumplir los 65 años, hasta el momento de su jubilación.
Esta maestra lanjareña se muestra muy satisfecha con la labor que ha realizado durante toda su carrera profesional. «Cuando se es responsable a tope, todo sale bien», dice. Pero ahora que administrativamente su labor docente ha terminado, reconoce que en la práctica no es así. «Todavía me dedico a la docencia, mis sobrinos tienen hijos pequeños e intento ayudar en su educación». Reconoce que ahora que no trabaja le falta tiempo para hacer todo lo que le gustaría. Su primera dedicación es su madre, de 90 años. El resto de día lo dedica a sus labores, al deporte… Y aunque dice sentir un poco el vacío del trabajo, afirma a pies juntillas que ¡ya era hora de descansar un poco!
Bernardo Ruiz ha sido maestro durante 34 años, ¡que se dice pronto! «Cuando era estudiante ya soñaba con ser maestro, tanto que incluso daba clases particulares a mis compañeros de la universidad», cuenta con nostalgia. La ilusión embargaba a Bernardo en esos tempranos años de profesión. «¡Fue tan grande conseguir un trabajo en aquello que me apasionaba!», exclama emocionado.
Desde que se ha jubilado –prematuramente, con 60 años, por decisión propia–, este maestro del municipio de Baza reconoce que ha recibido una inyección de vida. Se profesa enamorado de la agricultura. «Tengo un huertecito en el que cultivo patatas, pimientos, tomates. Elaboro mi propio vino proveniente de mis viñas… pero no es mi única dedicación. Me encanta hacer pequeños proyectos técnicos –Bernardo ha empeñado la mayor parte de su carrera profesional al dibujo–, ¡e incluso ejerzo de albañil!», cuenta. Además, tiene dos nietas gemelas a las que adora y, al igual que Antonia Pozo, intenta mezclar su papel de abuelo con el de educador, inculcándole desde pequeñitas valores como el respeto al medio ambiente.
Más de tres décadas de trabajo. Antonia y Bernardo son tan sólo dos ejemplos de la multitud de profesionales que día a día han dado y siguen dando todo por y para la Educación. A todos ellos: ¡Gracias!