En este encuentro, que ha sido inaugurado por la alcaldesa de Órgiva, María Ángeles Blanco, han participado la inspectora de Educación, Encarnación Moreno; la directora del IES Karrantza de Bilbao, María Sol Antolín; el prestigioso profesor de la Universidad de Málaga, Miguel Ángel Santos Guerra; el profesor de Secundaria, Ramón Rodríguez, entre otros. El profesor de Secundaria, Ramón Rodríguez disertó sobre el trovo alpujarreño como propuesta didáctica. Por cierto, actuó el excelente grupo de trovo ‘Candiota’.
Santos Guerra, en su emocionante conferencia, aseguró que «ya sé que no es fácil decirle hoy a muchos profesionales de la educación que se ‘recluyan’ en un pequeño pueblo, que conozcan su vida y su cultura, que se interesen por sus problemas. Ya sé que esa mirada idílica puede chocar con intereses de diverso tipo. Hay sin embargo hoy en día una vuelta a lo rural, una preocupación fundada por el sentido del progreso, una inquietud por las condiciones de vida en las grandes ciudades. Hay también mucho paro en el sector docente. Y, además, los coches y los medios de transporte permiten una movilidad que antes no existía».
«Pero por encima de todo –sigue Santos Guerra– está el interés de los niños y de las niñas, el bien de la sociedad. El desarraigo del medio que supone el trasladar a niños pequeños a una población más o menos cercana lleva consigo peligros, carencias y males que no son equiparables al ahorro que conllevan».
«Sé que no se hace una preparación suficiente en las facultades de Educación y escuelas de Magisterio sobre la realidad y las exigencias de las escuelas rurales. Suele plantearse un análisis de la ‘escuela tipo’ y enfocarse la reflexión metodológica en los ‘centros normales’. Pocas veces se realizan prácticas en escuelas rurales. Lo cual tiene que ver no sólo con la preparación específica sino con dimensiones ideológicas que vinculan a las personas con unas determinadas concepciones y realidades. Solamente en algunos programas de organización escolar se hace referencia a la escuela rural como una realidad peculiar», aclara.
El profesor recuerda como reunidos en grupos diferenciados según la educación que los alumnos había recibido, realizó una práctica que trataba de responder a preguntas del tipo: «¿Sabes distinguir una espiga de trigo, de otra de cebada y una de avena?, ¿sabes cuántos huevos pone una gallina al día?, ¿sabes como se hace un queso?, ¿sabes cómo se hace un jersey con lana de una oveja?» Sánchez recuerda «la enorme superioridad con la que contestábamos a esas preguntas y a otras similares los participantes que habíamos pertenecido a escuelas rurales».
El ilustre profesor dijo también que «el currículum de la escuela rural ha de tener en cuenta el medio en el que se desarrolla. Más como una estrategia de exploración que como un estrechamiento del horizonte. Muchos libros de texto están confeccionados de espaldas a la escuela rural. El currículum de la escuela rural no ha de ser parroquiano, localista, cerrado, no ha de limitarse al conocimiento del medio más próximo, pero ha de apoyarse en él para lanzarse al conocimiento de realidades más lejanas, más plurales, quizás también más complejas. Por otra parte, un pueblo sin niños es casi un cementerio. He visitado mi pueblo alguna vez. Me llamaba la atención y me entristecía el silencio de las calles en horas de antiguos recreos. Llevarse de un pueblo la escuela es poner sobre su nombre el cartel de clausurado», dijo Santos Guerra.