La adquisición de habilidades sociales que permitan resolver, de forma constructiva tomando decisiones con autonomía, aquellos conflictos e intereses que forman parte de la convivencia, es junto, con la comprensión crítica de la realidad histórica y social del mundo, aspectos relevantes que conforman la adquisición de esta competencia.
Ser consciente de los valores del entorno, evaluándolos racionalmente, conlleva que nuestro comportamiento, basado en un sistema de valores, se sustente en el respeto a los principios universales de relación y convivencia, como los que se reflejan en la Declaración de los Derechos Humanos.
Saber comunicarse en distintos contextos, siendo capaz de comprender y aceptar las opiniones de los demás, tomar decisiones teniendo en cuenta los intereses individuales y de grupo y conocerse y valorarse a uno mismo y a nuestro entorno, son habilidades que esta competencia requiere.
De igual forma, se asocia esta competencia con la capacidad para reconocer la igualdad de derechos entre todos los colectivos, fundamentalmente entre hombres y mujeres, además de la cualidad para el ejercicio de una ciudadanía activa e integradora que conlleve la reflexión crítica sobre el sentido de la libertad, la igualdad, la corresponsabilidad y la participación, con especial atención a los derechos y deberes reconocidos en la Constitución, en la legislación autonómica y en las declaraciones de derechos internacionales.
Esta competencia se debe trabajar en todos los ámbitos. Las propuestas para su desarrollo en el ámbito familiar se basan en el compromiso de cumplimiento de unas normas concretas, consensuadas por toda la familia y que afecten a la convivencia general de todos. Como ejemplo, la concreción de normas en torno a los horarios, las comidas, la televisión, los juegos, entre otras cuestiones. El análisis de estas normas conllevaría la valoración de las consecuencias de los comportamientos adecuados y el establecimiento de sanciones, igualmente consensuadas, en caso de incumplimiento de las mismas.
A esto se suma reflejar habilidades sociales básicas que permitan mejorar las relaciones personales fuera y dentro del ámbito familiar. Así, adquirir hábitos de comportamiento adecuado en cuanto a saludos, despedidas, petición de disculpas o agradecimiento, de igual forma que aprender a escuchar, mantener un gesto adecuado asertivo como actitud intermedia entre la agresividad y la pasividad, conformarán una personalidad que se adapte a la convivencia saludable con el entorno.
Igualmente, puede ayudar a la adquisición de esta competencia, la realización de actividades deportivas individuales y en grupo.