LA MAR Ana Montes Vera Primer Premio – 2009 Cariño, no te preocupes de que el chaval que reparte el correo en el pueblo pueda reconocer en el remite que tu madre está presa, ya sé que ocurrió una vez y no quisiera ser motivo de que te avergüences de mí por los comentarios de todos los del pueblo, ya sabes, es lo malo de vivir en un lugar donde todos os conocéis. Quizá algún día no muy lejano te entregue esto en tus manos y quien sabe si entonces, que ya tendrás más madurez, podrás ponerte en mi lugar, como ahora yo me pongo en el tuyo. María, esto es algo más que una carta, es cinco cartas juntas, también una historia de amor inmensa como la mar. Para mí, haber nacido en Málaga la Bella es todo un privilegio. Tú también eres boquerona, al igual que tus hermanas y tus hermanos pequeños; el otro, ya sabes que nació en Valencia, también la mar estaba presente. Dicen que la luna de Valencia tiene los brazos abiertos. Tú viniste a conocer a tu hermano con los abuelos cuando él nació. Recuerdo perfectamente aquel momento, eras tan pequeñita y a la vez tan cautivadora… María, no puedo olvidar eso, al igual que no quiero olvidar tantas cosas de los recuerdos y las vivencias contigo y con tus hermanos. Sois lo mejor que me ha pasado en la vida. No sabes hasta qué punto me arrepiento de tantos años desperdiciados, tanta felicidad perdida junto a vosotros, y sobretodo del daño que os he hecho, y de lo que estáis sufriendo por mi culpa. Pero, María, de nada sirven ahora mis lamentos y no te quiero poner triste. Antes de nacer tu hermana pensé en el nombre de Estela, “estelas de la mar”, huellas mojadas y llevadas por el viento hasta el olvido, a un lugar donde ya se han borrado y no las puedes ver ni tocar. ¿Os acordáis de la poesía de “Margarita…”, de Rubén Darío, a la que pusimos una musiquilla inventada, y que tanto os gustaba que yo cantara? Yo creo que la vamos a recordar siempre. ¿Cómo decía? Ah, sí: “Margarita, está triste la mar y el viento lleva esencia sutil de azahar, tu aliento. Margarita, te voy a contar un cuento”… A veces me acuerdo de ella y me pongo a cantarla. En esos momentos me siento nostálgica, triste y, agobiada por el peso de tanta soledad, me sirve de consuelo, aunque reconozco que más de una lágrima cayó por mi cara sin darme cuenta. Cuando yo salga de aquí pienso hacer muchas cosas nuevas, frescas, limpias, transparentes y sencillas, como la mar tranquila, relajada, en paz. Ya sé que esto de buenas intenciones te suena, por desgracia, y no te lo acabas de creer, pero no son falsas promesas, ni siquiera vagas ilusiones. No proyecto nada, sólo quiero recuperar el tiempo que las circunstancias de esta vida me hicieron perder en excesos, vicios y locuras que hasta aquí me condujeron. No olvides nunca esta lección que le está tocando vivir a tu madre. El tiempo te pasa factura de todos tus actos, antes o después, pero todo acaba por pesarse en la balanza, y la mía se inclinó hacia el castigo. Ya sabes que podré salir de permiso, y en una semana o dos me reuniré con vosotros y con los abuelos. Imagínate cómo me siento, nerviosa, impaciente, ilusionada y deseosa de compartir esos días en casa de la abuela. Últimamente tengo muchas pesadillas, pero cuando despierto y veo que estoy en mi celda me siento segura, protegida por puertas cerradas y altos muros: ¡qué ironía! Y ¿sabes algo? A veces, cuando sopla el viento, no sé de qué extraño lugar huelo a salitre, la sal de la mar, y evoco una imagen siempre constante en mí: atardecer en una playa de la costa malagueña, caminando siempre adelante con la vista en el horizonte. Ese momento llegará y dejará de ser un sueño. Como también se hará realidad estar con mis cinco hijos, lo más grande, el regalo más hermoso, mi verdadero tesoro, ningún cofre de un antiguo navío pirata en el fondo de la mar tendrá nunca tanto valor como vosotros. La mar es inmensa, el amor que siento por vosotros lo es más, es infinito, hasta la muerte. Cariño, antes que se me olvide, puede que te hayas preguntado por el título de esta historia, y no sepas qué significa. Es muy fácil: L, de Lucía. A, de Antonio. M, de María. A, de Alejandro, Y R, de Rafael. LA MAR. De mamá, que nunca os olvida. Ana Montes Vera. |
Otros textos premiados: – Rocío Marchante Camas: «Regálame una sonrisa» (2012) – Ana Montes Vera: «La mar» (2009) – Consolación López Fernández: «Quien ríe el último…» (2008) – Francisco Campos Berenguer: «Recordando» (2007) – Ángeles Sánchez Martínez: «Preso mi cuerpo, libre mi alma» (2006) – Antonia Álvarez Jiménez: «Y de nuevo… mañana será un nuevo día para empezar a vivir» (2006) |