– Señor Sansal, su primera obra traducida al español fue “La aldea alemana”, una dura condena del islamismo y en realidad su penúltima novela. Estos días se publica en España la última, “Rue Darwin” (Alianza Editorial 2013), que por cierto dio mucho que hablar el año pasado en Francia debido a que se le retiró el Premio de Novela Árabe, un importante galardón que conceden las embajadas árabes en Francia. ¿Qué ocurrió exactamente?
– El muy prestigioso jurado del Premio de Novela Árabe eligió «Rue Darwin» para su edición de 2012. Cuando los veintidós embajadores árabes acreditados en París (que financian el premio con 15.000 euros) se enteraron de mi viaje a Israel, decidieron sancionarme retirándome el premio o, mejor dicho, no cursando la decisión del jurado. Este, indignado, dimitió y organizó una especie de ceremonia informal para entregarme el premio, aunque no los 15.000 euros, claro está.
– Su primera novela, “El juramento de los bárbaros” (Gallimard 1999, Alianza Editorial 2011) alcanzó de inmediato el éxito y ganó varios premios importantes en Francia (Premio Primera Novela, Premio Trópicos, entre otros), así como el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes en 2011, año en que se publicó en España, traducida por Wenceslao-Carlos Lozano, profesor de la Facultad de Traducción de Interpretación de la Universidad de Granada, asimismo traductor de la también multipremiada “Rue Darwin”. Se trata de un texto extremadamente complejo y crítico, considerado una obra maestra por todos aquellos que lo han leído.
¿Cómo lo sitúa usted hoy con respecto a su producción posterior? ¿Podemos hablar de novela fetiche? – Para un escritor, es difícil escribir dos veces seguidas novelas tan complejas como “El juramento de los bárbaros”. Es un trabajo demasiado largo y agotador. Luego opté por otros modelos narrativos, como “Dime el paraíso” o “Harraga”. “El niño loco del árbol hueco” es una novela igual de compleja pero está más en la línea del realismo mágico, mientras que “El juramento de los bárbaros” es una novela policíaca casi clásica. También opino que un escritor debe renovarse en cada novela, y es lo que intento hacer. |
– Es usted uno de los escritores argelinos más críticos con no sólo el régimen político de su país, sino también con ese inmovilismo de las sociedades árabes que les impide ubicarse política y culturalmente en eso que llamamos modernidad. ¿Cuáles son las perspectivas futuras? ¿Vive usted la situación con optimismo?
– En absoluto. Un pueblo que solo piensa en emigrar no puede tener la voluntad de cambiar su país. Cuando, para colmo, son las élites las que emigran o piensan hacerlo, ¿cómo puede evolucionar un país? Esto explica que la Primavera Árabe haya fracasado en todas partes. La gente quiere huir, no luchar con firmeza para reconstruir todo lo destruido. Por eso ganan los islamistas, porque ellos pelean hasta el final y nunca se rinden.
– Usted vive en Argelia pese a que, por mucho menos de lo que usted denuncia en sus escritos y de viva voz, cualquier otro intelectual argelino se habría exiliado por precaución. ¿Se debe esa decisión a un compromiso concreto, a sentido de la responsabilidad y solidaridad con sus compatriotas, o porque no sabría adónde ir? ¿Cree que no le puede ocurrir nada?
-Cuando impera la violencia, nadie está a salvo. Tengo amigos que fueron señalados y luego asesinados, y otros que murieron en atentados con bomba que no los apuntaban directamente. Por el momento, no me planteo irme, la violencia es mucho menor que durante los años negros. La vida se va reimponiendo. Me quedé por muchas razones (la familia, los amigos, el propio país), pero sobre todo porque me parecía indigno y cobarde abandonar la nave como las ratas. Me habría costado mucho vivir y disfrutar de las mil ventajas Europa, Canadá o Estados Unidos, sabiendo que en mi país incontable gente estaba muriendo, como hoy en Siria.
– La Primavera Árabe parece haber derivado en situaciones mucho más complejas de lo que al principio se imaginó. ¿Cree que esas revoluciones han sido boicoteadas desde dentro, o se trata de una deriva previsible e inevitable debido a la falta de entrenamiento democrático de esos pueblos? – Creo que la Primavera Árabe no estaba realmente inspirada por la democracia, la gente quería librarse de un dictador corrupto y arrogante, así como de esos acólitos que desangran el país como si fuera un marrano. Una vez eliminados unos y otros, la gente se quedó huérfana, o temblaban y lloraban de miedo o se divertían como locos y solo pensaban en forrarse a su vez. Optaron pues por los islamistas, que están bien organizados y por tanto son más tranquilizadores. No se puede organizar una democracia sin demócratas, y los nuestros eran demasiado poco numerosos para hacerse valer, y quizás no lo suficientemente determinados. |
– Usted ha declarado en repetidas ocasiones que hay en “Rue Darwin” un fuerte componente autobiográfico. ¿Dónde está aquí el límite entre realidad y ficción literaria?
– “Rue Darwin” es muy autobiográfica. En algunos puntos he manipulado la realidad para no molestar a familiares míos. Todo lo que cuento es cierto de cabo a rabo, lo único que es ficción es el narrador, Yazid. Hay en él parte de mí y parte de alguien más de quien no hablo en la novela.
– ¿Considera usted haberlo dicho todo sobre la realidad política y social argelina, o se trata de un cuento de nunca acabar? ¿Cuáles son sus actuales proyectos literarios?
– Seguimos ignorándolo todo de la historia de Argelia. Todo está por escribir. Opino que hay trabajo para cientos de escritores durante décadas. Veo cómo en Europa se escribe sin cesar sobre la historia. Me apetece centrarme en el porvenir para hacerle preguntas. Actualmente estoy escribiendo un texto de casi ciencia ficción. Es la primera vez, ya que todas mis novelas cuentan historias verdaderas a las que he estado vinculado de un modo u otro. ¿Cómo serán Argelia y el mundo dentro de cincuenta años? Intento responderme mediante una ficción sólidamente apuntalada por las realidades actuales.
– Tras esta tercera novela suya traducida al español, se le va a conocer mejor aquí. España pasa por serias dificultades económicas, y también morales. ¿Se siente usted bien acogido aquí? ¿Cuál es su idea de España con respecto a su propio entorno cultural?
– Todos los argelinos, al menos los originarios como yo del oeste de Argelia, tienen algo de español. Mi abuela materna solo hablaba bereber y español, ni una palabra de árabe ni de francés, y eso que Argelia es un país tenido por árabe y era por entonces una provincia francesa. Creo que a España le sentaría bien mirar más hacia el Magreb. Allí tiene enormes posibilidades, además la economía no va mal en el Magreb, hay crecimiento y muchas oportunidades. También creo que los españoles y los magrebíes se entienden bien.
Sinopsis Al morir su madre, Yazid reúne en París a todos los hermanos, que viven en la diáspora desde hace años con carreras brillantes, menos al pequeño que se ha unido a los talibanes. Se da cuenta de que nada los une, lo que le lleva a regresar a la calle Darwin de Argel, un lugar donde cohabitaron judíos, musulmanes y cristianos, kabiles y franceses…, de los que ya no queda nadie. Necesita recomponer su pasado, saber quién es realmente, la verdad de un origen que se le negó y ocultó, de una vida de olvidos, omisiones y mentiras. Su búsqueda le permitirá poner en orden los meandros de su memoria que va de una infancia marcada por la violencia de la guerra de independencia a la madurez salpicada por la del integrismo islámico, pasando por las desilusiones y desencantos entre una y otra. Rue Darwin es la obra más personal de Boualem Sansal. Al compás que nos descubre una historia desgarradora con una notable carga autobiográfica, nos habla entre la ternura, el humor y la sátira de los elementos que la envuelven como son la corrupción, la pobreza, el tedio, la falta de futuro y la tristeza creciente, en un retrato colorido de su tierra natal a la que tanto ama como le desespera. Colección: Alianza Literaria (AL) Páginas: 264 Publicación: Marzo de 2013 Precio: 18,00 € |