La casualidad ha querido que esta presentación coincida con el 115 aniversario del nacimiento de Federico García Lorca, el más universal de los poetas granadinos. La primera fecha elegida fue el pasado 15 de mayo, pero por diversos motivos hubo de postergarse lo que provocó al poeta “un gran sufrimiento”. Tras un año de trabajo y tres meses de dilatada espera este granadino que considera la poesía como “un motor de la vida” nos cuenta que su ‘Carmina lucis’, verá la luz gracias a otra casualidad presentada en forma de “flechazo artístico” que, además justifica la imagen de la portada y el texto de la presentación.
“He tenido el lujo de haber ganado «un hermano» al que conocí por casualidad en la inauguración de una exposición en Galería de Arte La Zubia donde vi el cuadro. Llevaba bastante tiempo escribiendo este libro, estaba un poco detenido, no avanzaba, y cuando ví el cuadro titulado ‘El Jorge de Trigueros’ que es su hermano, me cambió completamente la forma de escribir. Cambié el título que le había puesto y dejó de llamarse ‘Cuaderno de Aynadamar’”, nos detalla antes de añadir que por su parte el pintor le había comentado que la lectura de uno de los poemas incluidos, primero en el blog de Jesús, y también en el libro “le había conmovido y él que llevaba parado en un cuadro que no avanzaba, comenzó a pintar desde ese momento. Ese cuadro lo compré y yo pude terminar el libro. Desde entonces hay una amistad impresionante”.
Título y partes
En cuanto a la elección del título nos confiesa que está relacionada con su pasión la música, en este caso con el Carmina Burana que oyó en el Palacio de Congresos y que “es un obra que me ha conmovido siempre. A partir de hice un juego de palabras, que ignoro si es correcto, ‘Carmina lucis’, con el significado de ‘Canto de la luz’. El poemario está dividido en cuatro partes que también llevan títulos latinos: ‘Fontem lacrimarum (Fuente de las Lágrimas)’ compuesto por haikus dedicados a las pecados capitales. En su idea primigenia tenía previsto que esta publicación estuviese compuesta de cien haikus exclusivamente. El segundo, ‘Aynadamar comentarius (Cuaderno de Aynadamar)’, así denominado pues durante un año estuvo yendo a esta fuente en busca de la inspiración, “pero no encontraba la luz hasta que aparece el cuadro de Trigueros”. Está compuesta por 15 poemas con el amor como principal protagonista. Le siguen otros veinte poemas que integran ‘Intiman (Íntimo)’ y, por último, ‘Lumen de lumine (Luz de Luz)’ y ‘Civitates Dei’ dedicados al recuerdo de su padre, José Antonio Amaya Torres, fallecido en 2003.
Cuando le interrogamos sobre la fuerza que le empuja a plasmar sus emociones en el papel, recurre a unos versos de Fernando Pessoa que tiene en su blog: “Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo” a lo que añade que al menos hasta el momento en mis tres libros ha sido mi manera de relacionarme con el mundo. No voy a decir que pienso en verso, pero sí que es mi manera de estar en el mundo. En la soledad ha nacido la persona que soy”. Junto a la soledad otro de sus temas constantes es la muerte, especialmente la de su padre. “Su muerte ha sido muy dura hasta lograr entenderla. Me ha hecho estar muerto a otras realidades por eso he querido cerrarlo con Civitades dei. Anima emigrat, (el alma emigra)”. Por todo ello, considera que “este poemario está dirigido a las personas que buscan la luz”. Y una vez que su tercer libro de poemas es una realidad tangible, Jesús Amaya, ha decidido iniciar una publicación con relatos muy cortos, pequeños cuentos sobre todo lo que le ha llamado la atención a lo largo de su vida como, por ejemplo, el río, lo cual considera importante, pues “estoy escribiendo no de mí si no donde me he ido haciendo”.
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