Al tiempo que pasa y no vuelve se le puede mirar de muchas formas. De reojo, con rabia, con desidia o simplemente, de frente. Tal y como lo ha hecho Antonio Funes Delgado, un cañarete que ha vertido en su libro ‘La mirada del tiempo’ toda su pluma poética e innumerables recuerdos vividos o contados por otros muchos vecinos de Cáñar, ‘pueblo épico de la épica Alpujarra’ en palabras de su buen amigo y prologuista del mismo, Juan Rodríguez Titos. Y es que en efecto todo Cáñar está en estas 400 páginas, sus paisajes, sus gentes, sus formas de divertirse, sus tradiciones, los juegos infantiles, los maestros , curas y médicos que compartieron espacio y tiempo, los localismos y otras expresiones rurales, y todo cuanto define este bello rincón alpujarreño.
Labor verdaderamente encomiable que se ha completado con varios capítulos de interés para historiadores y etnógrafos, o al menos así lo consideramos nosotros, verdaderamente laboriosos en los que Antonio Funes ha indagado hasta conseguir unos retratos únicos como son la de esos paisanos humildes que les tocó vivir en tiempos difíciles, o ese exhaustivo inventario de acequias y acequieros, perfectos herederos de la tradición árabe, que han continuado sacando frutos del terruño. O de los pastores que vivieron y viven de ese escarpado terreno. Y todo ello, con la colaboración de familiares y amigos.
No de otra forma se puede conseguir una descripción detallada, calle por calle, casa por casa, de los que son o han sido sus moradores. Y luego, como lo sufrió en sus carnes, describir la dura realidad de la emigración. Dejar la tierra por lo desconocido, cambiar los escenarios de la niñez por el desarraigo.
Por eso, en la tarde del miércoles, 24 de julio, en el momento de la presentación del libro, lo vimos nervioso, pero ciertamente satisfecho. Como aquel que, por fin devuelve a su tierra lo que de ella ha recibido.
Arropado por el actual alcalde, Manuel Álvarez, por sus amigos más recientes Juan Rodríguez, que le ha dedicado un bellísimo prólogo que leyó en el acto, y otros de la infancia, como Antonio Custodio Rodríguez, más conocido como ‘Antonio Chacón’, que ha sembrado bastantes de sus poemas del alma por las páginas de esta publicación. También, venido desde Barcelona, -bendita excusa, para retornar al pueblo natal-, Fernando Domínguez, que también tuvo como los anteriores, palabras elogiosas para su paisano, que terminó animando a los presentes que hicieron pequeña la sala donde se llevó a cabo la presentación, para que lean más y se olviden de tantas imágenes con las que nos bombardean diariamente.
Tras las intervenciones, el autor también leyó un texto manuscrito en el que, como no podía ser de otra forma, brotaron las palabras de agradecimiento para todos los que le han aportado información e imágenes para hacer posible este libro que comienza con unas clarificadoras palabras: «Al hablar de mi tierra, no soy imparcial, no tengo por qué serlo. Quiero disfrutar de lo compartido, beber de la amistad, y comer de ese pan cocido a la lumbre de un «ulagar». Así es «este libro sincero, escrito con las espigas de los recuerdos, desde el corazón y para el corazón», como se indica en el prólogo en el que igualmente se destacan sus atinadas metáforas rurales: “Tengo entre mis manos un serón lleno de tiempo”, “corre la sangre de nuestra tierra para regar las sementeras”, “me agarro al balate de mi vida”, “a la lumbre de este papel, quiero cocer a fuego lento el puchero…”, por citar algunas. Libro al que ha sumado otros méritos como son la original portada de Elena Laura, los dibujos de juegos infantiles de Joaquín Pizarro y las fotografías de Raquel Muñoz.
PRESENTACIÓN por Juan Rodríguez Titos
Si hacer la presentación de un libro es siempre un honor, en el caso de La mirada del tiempo, yo tengo que hablar, abiertamente, de privilegio. En efecto, me siento orgulloso de haber recibido el importante encargo, por parte de su autor, Antonio Funes, de poner en el frontispicio mismo de esta preciosa publicación las palabras –modestas, eso sí– con las que se abre a los lectores. Y, aunque sé que tal deferencia no se debe a otro mérito que no sea la amistad, le expreso desde aquí mi agradecimiento más sincero. Con regocijo, puedo decir, de entrada, que estamos ante un libro de exquisita literatura, que habla de tierra, de campo, de La mirada del tiempo es un libro con alma. El alma desnuda y clara, en primer lugar, de Antonio Funes Delgado, el autor, que siente cada palabra que escribe; el alma, también, del espacio de Cáñar, pueblo épico de la épica Alpujarra; y, como una luz que lo impregna todo, el alma de los cañaretes y las cañaretas, gente sencilla y amable, que vive con devoción el apego a su tierra. En este libro, que está hecho con retazos nuevos de viejas ausencias, Antonio Funes da curso al caudal de su palabra, para que, como en una acequia moruna, llegue limpia a todos sus paisanos y a quienes, siendo de otras latitudes, tengan alguna relación, sentimental. ¿Cómo lo hace? Sobre su forma de escribir –su estilopersonal, que lo tiene– se podrían hacer multitud de comentarios, todos positivos. En realidad, lo que cabe decir es que Antonio Funes es un escritor que ha encontrado un modo de expresión propio, un estilo literario basado fundamentalmente –pero no con exclusividad– en lo que podríamos denominar “metáfora rural”. Me explico. La materia de inspiración el léxico básico que maneja este escritor están sacados de su pueblo: de la agricultura tradicional con raíces árabes, de las costumbres ancestrales alpujarreñas, del modesto vivir en Cáñar, de las alegrías y las penas de las gentes españolas de posguerra, tan rico en sentimientos, y de todo lo que él vivió en su pueblo siendo niño. Con ese material, y con el vocabulario que le corre por la sangre, Antonio Funes llega a unos descubrimientos literarios pasmosos. Se podría decir –en un intento, pobre, de remedo de su estilo– que aprieta la mancera del arado de su palabra y del surco virgen emerge la limpia luz de la tierra. Todos los escritos de Antonio Funes destilan poesía por los cuatro costados. También este de La mirada del tiempo. Prosa poética, en cada párrafo, en cada línea, para recordar un tiempo y unas gentes que están muy presentes. Así, no estamos ante el típico libro de investigación histórica o etnológica, sino ante un álbum de recuerdos–fidedignos, eso sí–, matizados y pulidos con la paleta de los sentimientos. Ya en el Prólogo, el autor descubre sus cartas cuandodice: “Tengo entre mis manos un serón lleno de tiempo”. Y continúadiciendo “corre la sangre de nuestra tierra para regar las sementeras”, o “me agarro al balate de mi vida”, “a la lumbre de este papel, quiero cocer a fuego lento el puchero…”. Efectivamente, la “metáfora rural” que decíamos, por doquier. Y es que se abra por donde se abra este libro, ahí está la frase lírica, filosófica, redonda y pura; porque Antonio Funes va de un hallazgo literario sorprendente a otro aun más. Es curioso. Y sobre todo es impresionante. Pero hay más. Antonio Funes, ya lo he dicho en alguna ocasión, es para mí el arquetipo del caballero del siglo XXI. Lo digo, salvando todas las distancias, haciendo un símil con Garcilaso de la Vega, que se tiene como modelo del caballero del Renacimiento: soldado y poeta. Para mí –repito– Antonio lo es de los tiempos actuales, pues lleva en sí, indisolubles, la prestancia y la sensibilidad del poeta y la fortaleza del ¿Y sobre el contenido de este libro? El propio autor, en el Prólogo, deja claro su propósito, pues, en la línea de su estilo, dice: “Quiero tatuar sobre este papel un campo sembrado de sentimientos”. Está meridianamente claro. Y así lo podemos comprobar, pero yo creo que consigue algo más. Porque el contenido de La mirada del tiempono se queda en una mera reflexión, sino que aporta datos fundamentales para la historia reciente de Cáñar y de toda la comarca. Tras el prólogo, que es una delicia lírica, y con el título de “Desde mi azotea” (como quien dice “desde mi privilegiada atalaya”), el autor se asoma a los paisajes alpujarreños que tiene a su alrededor, para disfrutarlos en toda su grandeza. A partir de ahí, por La mirada del tiempo van desfilando personas de Cáñar con nombre propio (o con su propio apodo), muy modestas la mayoría, “gentes de pueblo” – en palabras del propio autor– que dejaron algún recuerdo; y los campos de labranza, los parajes, las acequias, las fuentes y los “lugares con encanto”. Hay un capítulo dedicado a la vida en Cáñar — “Como la vida misma”, se titula—, en el que se habla de nacimientos, de juegos de niños y niñas, de comuniones, de bodas, de entierros… Y otro capítulo en el que se mencionan cada una de las casas de Cáñar, y se comentan sus moradores de hace cuarenta o cincuenta años. Y otros capítulos dedicados a las escuelas y los maestros, la música local, los alcaldes, la vida religiosa… Hasta la forma de hablar de Cáñar está registrada en este precioso libro. Antonio Funes Delgado ha trabajado con anhelo, durante mucho tiempo, para hacer realidad este proyecto de La mirada del tiempo, que es la mirada dulce a su pueblo y a sus paisanos; y lo ha hecho porque le bullían en las entrañas los duendes de sus raíces. Por fin, aquí los deja por escrito. Para disfrute de todos. Juan Rodríguez Titos |
ÍNDICE DEL LIBRO ‘LA MIRADA DEL TIEMPO’
• PRESENTACIÓN (Juan Rodríguez Titos)
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Presentación del libro ‘La mirada del tiempo’ de Antonio Funes Delgado
Otras informaciones relacionadas con el autor: – Antonio Funes Delgado: “La escritura me sirve como válvula de escape” – Presentado el libro «La voz del silencio» de Antonio Funes Delgado – Carta a mi profesor el P. Ángel Plaza, in memoriam ————————————————-oooOooo——————————————– Para contactar con Antonio Funes: afunesdelgado@hotmail.com |