Decía Montaigne que un niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender. Y para encender esa chispa de la curiosidad que posibilita el conocimiento, para incendiar la creatividad y llevarnos de la mano en el camino de la vida, los docentes supieron ser pacientes y generosos, profesionales y emotivos. Supieron enseñarnos a mirar el mundo con la experiencia de la edad, pero con los ojos siempre jóvenes de los que viven rodeados de niños.
Cada 5 de octubre, la Unesco celebra el Día Mundial de los Docentes, que es una ocasión de rendir un homenaje a los maestros y maestras y al papel esencial que desempeñan para la educación de nuestros jóvenes. Pero, junto al reconocimiento a los docentes, esta fecha también debe incluir una llamada de atención sobre su situación, sobre sus condiciones laborales y sociales. El lema de este año invita a precisamente a dejar constancia de la necesidad de que los profesionales de la educación estén bien formados, valorados, apoyados y motivados.
Es interesante, pues, aprovechar la ocasión para hacer una llamada de atención a la sociedad, que a veces no aprecia la labor silenciosa y continua de los maestros y maestras, a veces inadvertida o incluso menospreciada. Es necesario que se reconozca la función decisiva que ejercen los docentes en la construcción del futuro.
Y es más necesario aún hacer una llamada de atención a los estados para que se responsabilicen de una educación de calidad para todos y todas. La Unesco denuncia la falta de profesionales cualificados en muchos países del mundo y llama a los gobiernos a fomentar la formación inicial y continua del profesorado, así como a incentivar el apoyo social y la motivación de los educadores.
El profesorado andaluz presenta una formación impecable y una innegable valía profesional pero es cada vez menos valorado por el Gobierno español, que lo infravalora y lo somete a una legislación que resta prestigio y recursos a la educación, que intenta desmantelar el sistema público imponiendo un modelo elitista y retrógrado que deja sin futuro a gran parte de los jóvenes del país.
El ministro Wert impulsa una política educativa clasista que se basa en recetas neoliberales y que deja de lado los valores democráticos para volver a la segregación, al autoritarismo y a la privatización de una enseñanza reaccionaria y discriminatoria, que, entregada a los designios del capitalismo sin freno, pretende hacer negocio de nuestro porvenir.
La celebración de un Día Mundial de los Docentes es, sin duda, insuficiente para otorgar a los maestros y maestras el reconocimiento que merecen si no viene acompañada del apoyo de toda la sociedad. Sirva, sin embargo, esta iniciativa de la Unesco para hacer un pequeño homenaje a su labor y llamar la atención sobre su situación.
Se trata, en definitiva, de una llamada a conservar la dignidad de los docentes, que resisten la embestida contra la educación pública y contra sus condiciones laborales; una llamada a conservar una enseñanza de calidad, equitativa, respetuosa y democrática, guiada por los magníficos profesionales de la educación que, a pesar de la política adversa del gobierno actual, continúan en las aulas labrando el futuro de nuestros niños y niñas con incansable rigor, con la misma entrega de aquellos maestros y maestras que nos ayudaron a crecer y que forman parte de lo que hoy somos.
(*) Ana Gámez Tapias es la Delegada Territorial en Granada de Educación, Cultura y Deporte.
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